Mercantilismo
Enviado por aemleo • 8 de Enero de 2014 • 2.016 Palabras (9 Páginas) • 462 Visitas
Mercantilismo
El mercantilismo es una corriente de pensamiento que se generó a lo largo de los siglos XVI, XVII y parte del XVIII, que se basa en dos ideas centrales: el superávit comercial y la política proteccionista.
• Teoría del superávit comercial: sucede cuando el valor total de las exportaciones es superior al valor total de las importaciones de un país.
• Teoría política proteccionista: implantación de instrumentos de protección exterior: Defensa de la producción nacional con medidas que limiten las importaciones.
La suma de estas dos políticas dieron origen al mercantilismo pues a través del superávit se consiguió elevar el ingreso de divisas al país y con la política proteccionista, los productos internos adquirieron mayor valor de venta que los importados, haciendo posible que se cumpla la primera teoría (mayor exportación que importación). Y es así que, en esta época nace el capitalismo acompañado de un férreo control del comercio exterior, justamente por el elevado flujo de mercaderías que circulaban entre los países.
De más está decir que no es posible efectuar un estudio de las teorías del comercio internacional sin hacer referencia al mercantilismo, fuente del proteccionismo que aún ejerce un gran atractivo, basada en argumentos simplistas y erróneos, pero que fascina por su sencillez y por su enfoque eminentemente nacionalista. El mercantilismo es conocido como la doctrina que establece como conveniente una balanza comercial favorable, porque de algún modo ésta genera la prosperidad nacional. Schumpeter presenta tres formulaciones alternativas de dicho argumento, calificando los tres enunciados de indefendibles:
"(1) el superávit o déficit de la exportación mide los beneficios o los perjuicios que una nación obtiene o sufre de su comercio internacional; (2) el superávit o déficit de la exportación es precisamente aquello en que consiste el beneficio o el perjuicio dimanante del tráfico internacional; (3) el superávit o déficit de la exportación es la única fuente de ganancia o pérdida de la nación en su conjunto".
Los enunciados (2) y (3) sugieren que una política comercial proteccionista impulsará la prosperidad nacional, en tanto sea capaz de mantener una balanza comercial favorable. El argumento se apoyaba en analogías con el comportamiento económico a nivel individual: si la ganancia de un individuo implicaba la pérdida de otro, algo semejante ocurriría entre naciones, dando lugar al denominado "juego de suma cero". Evidentemente, esa ganancia derivada del comercio consistiría en la entrada de metales preciosos ocasionada por una balanza comercial (léase balanza por cuenta corriente) excedentaria.
El nexo fundamental entre el comercio internacional y la riqueza nacional tenía dos vertientes. La primera era de orden pretendidamente económico (la entrada de oro aumentaba la riqueza de la nación que obtuviese un superávit comercial merced a la equiparación entre dinero y riqueza) pero, desde Adam Smith, considerada manifiestamente falaz. La segunda era de orden político: en un continente europeo sacudido por las guerras, el debilitamiento económico del adversario suponía un factor de la máxima importancia de cara a preservar la seguridad y, en consecuencia, la prosperidad nacional; en esas circunstancias, incluso una pérdida de riqueza menor a la padecida por dicho adversario podía ser considerada como una ganancia (de hecho, en eso consiste el deplorable elemento racional de toda confrontación bélica). Es lo que se conoce como "equilibrio de poder", ya explicada en el tema precedente.
La posibilidad de mantener un superávit comercial será rechazada por la teoría del ajuste automático, según la cual el aumento de oferta monetaria subsiguiente a un excedente comercial supone la aparición de un proceso inflacionario, en virtud del cual la balanza comercial (corriente, en términos actuales) sería reconducida al equilibrio o, incluso, impulsada al déficit. Los argumentos proteccionistas, por su parte, se verían desbordados por las razones aducidas por Smith en favor del librecambio.
Tras haber sido descalificados por los economistas clásicos ingleses, los mercantilistas fueron rehabilitados por algunos autores alemanes, primero, y por Keynes, después. Los primeros reivindicaron el mercantilismo como camino para alcanzar la autarquía y la construcción nacional, mientras que Keynes destacó que la entrada de metales preciosos perseguía bajar los tipos de interés, estimulando así la inversión y el empleo. En realidad, la batería de argumentos en favor de la protección que aportó el mercantilismo ha resurgido intermitentemente, si bien sus enunciados han sido dotados de mayor sofisticación por economistas posteriores. Por ello, aunque el análisis económico de la protección ha ganado en profundidad, pocos argumentos proteccionistas radicalmente originales han sido añadidos a los formulados por el mercantilismo.
Según el diccionario de economía política escrito por Borísov, Zhamin y Makárova, el MERCANTILISMO es una tendencia de la economía política burguesa y de la política económica de los estados en la época de la acumulación originaria del capital (siglos XV-XVIII); reflejaba los intereses del capital comercial cuando éste todavía se hallaba unido al capital industrial. Los mercantilistas consideraban que la ganancia se crea en la esfera de la circulación y que la riqueza de las naciones se cifra en el dinero.
De ahí que la política mercantilista tendiera a atraer al país la mayor cantidad posible de oro y plata. Los primeros mercantilistas (Stafford y otros) insistían en que se prohibiera toda exportación de dinero del país. Lo que ellos se proponían era acumular dinero en el país por todos los medios, exportando mercancías al mercado exterior.
Con el crecimiento de las formas capitalistas de economía y la ampliación del comercio exterior, se hizo cada vez más evidente la inconsistencia de la política que veía su objetivo en retener el dinero de la circulación. Frente a la política de la balanza monetaria activa, se presentó la política de la balanza comercial. Sus partidarios eran mercantilistas posteriores (T. Mun, A. Serra y otros). Según ellos, el Estado ha de poseer un tamo activo en la balanza comercial, la importación de mercancías no debe superar a la exportación. Para que así fueses se estimulaba el desarrollo de la industria que producía para exportar.
El mercantilismo consideraba que la fuente de la riqueza radica en el comercio exterior, y como quiera que fueran los artesanos quienes suministraban las mercancías que se exportaban, se negaba a la conclusión de que era indispensable fomentar la producción artesanal.
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