Moniciones
Enviado por Crtntnio • 12 de Enero de 2014 • 690 Palabras (3 Páginas) • 409 Visitas
Moniciones
Monición para el III Domingo de Cuaresma
Este domingo, III de Cuaresma, el Señor nos habla de las realidades espirituales por medio de figuras basadas en elementos que nos rodean.
El agua, que en la tradición bíblica tiene un claro significado, es ante todo símbolo de la fecundidad. La Sagrada Escritura recurre con frecuencia a esta imagen, para expresar el misterio de la relación entre Dios y el hombre: apartarse de Él es morir de sed.
Es, también, símbolo del Espíritu de Dios, cuya acción divina es comparada a la lluvia que fecunda la tierra.
El agua, asimismo, es la vida de Israel, tanto en el plano natural como en el sobrenatural. Y en continuidad con el Antiguo Testamento, Jesús nos anuncia que ha venido a traer a los hombres las aguas vivificantes prometidas por los profetas.
Finalmente, el agua viva es el símbolo de la fidelidad sin término de los elegidos.
Al acercarse al pozo de Jacob, nuestro Señor está cansado de las fatigas del camino, pero de su espíritu, sediento de la gloria de su Padre y del amor de los hombres, brota la oferta del agua de la vida sempiterna.
La samaritana, al principio, entiende el ofrecimiento del Señor como un beneficio puramente material. Él, en cambio, le estaba ofreciendo el don divino que, penetrando enteramente al hombre, desarrolla en él su fuerza vivificante y satisface sus ansias mas profundas.
Enseguida, como tierra sin agua, esta mujer se dejó fecundar por la gracia divina, y una vez transformada en manantial de agua viva, anunció a los sedientos que para todos está disponible el agua que puede saciar toda sed.
Monición para el Domingo Lætare. IV de Cuaresma
También conocido como "Domingo de la Rosa"
En el introito de la Santa Misa de este IV Domingo de Cuaresma, la Iglesia quiere alegrar y reconfortar a sus hijos que ayunan con las siguientes palabras:
"Lætare, Jerusalem, et conventum facite, omnes qui diligitis eam: gaudete cum lætitia, qui in tristitia fuistis; ut exsultetis, et satiemini ab uberibus consolationis vestræ".
"Alégrate, Jerusalén, y regocijaos con ella todos los que la amáis; gozaos los que estuvisteis tristes; para que os llenéis de júbilo y recibáis los consuelos que manan de sus pechos".
Así como el Domingo "Gaudete", que significa Regocijaos, nos anima durante el Adviento a proseguir con generosidad nuestra laboriosa preparación a las fiestas de Navidad; así también el Domingo "Lætare", Alegraos, señala un descanso en la carrera cuaresmal.
La Iglesia quiere que brille en nuestras almas el rayo de alegría que parte del Calvario, que es la esperanza nuestra, para animarnos a perseverar en la lucha contra el demonio, la carne y el mundo,
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