No jactarme
Enviado por davis1234 • 27 de Agosto de 2015 • Monografía • 669 Palabras (3 Páginas) • 129 Visitas
Cómo no jactarme de los acontecimientos de mi vida. A mi corta edad, siento que ya soy un anciano, y no por falta de agilidad, no, jamás; al contrario, mi espíritu vive como el de un joven niño. Más bien me siento anciano por todo lo que he vivido. Que maravillosa gracia la de la Vida.!
Porque qué bello fue ese despertar, a las 5 de la mañana, en una clínica y una mujer que con amor acariciaba mis delicadas mejillas; unos hombresillos de blanco y mascarilla que se paseaban agitados de un lado al otro de aquella clara sala; o ese señor descansando de espaldas al piso con la boca abierta y los ojos a medio cerrar, creo que convulsionando, que con un poco de vergüenza lo recuerdo frente a esta reacción... Mi padre. Y yo, pegajoso, aún ensangrentado, que sin saberlo estaba siento el motivo de felicidad para algunas personas, esas que escuchaba fuera de la habitación gritando excitados por un tal "Benjamín". Ese recuerdo, ese momento, aun persiste en la repisa de la sala de estar dentro de un empolvado DVD.
Casi eran las 3, cerca de las 4, más o menos por las 5 de la mañana que decidía cada día despertar a la genialosa ama de la leche. En reposo, quedando arrinconadito en un tibio cuerpo, ya podía dormir. Estaba seguro en sus brazos.
Perfecta técnica: mis brazos tomados por suaves manos me levantaron en pies, y guiaron mi camino hasta la mesita de centro, donde mi recompensa estaba en la cajita de dulces que me esperaba sobre ella. Así, entre tambaleos indecisos y caídas desastrosas para mis rodillas, es como me lancé a la grandiosa aventura de los pasos.
Aún pienso que, si las personas hablaran a los bebés como corresponde, quizás estos no tardarían tanto en decir lo que los grandes esperan oír. Al final, la televisión es la que acaba por enseñar a hablar a las personas. Y a pensar. Y a no pensar. Pero bueno, ya puedo decir lo que quiero sin que alguien me esté haciendo burlescas muecas y extraños ruidos frente al andador. Estaba acorralado.
Todas las noches, mi imaginación era invitada a volar, gracias a los maravillosos cuentos que la cuentera de mi madre me contaba. Era una Cuenta Cuentos.
Las ruedas me gustaban, pero no tanto cuando eran solo dos. "La clave está en la confianza en sí mismo". Pese a los repentinos aterrizajes terrestres, esta frase de abuelo me seguirán todos los días de mi vida, esté sobre cuatro, dos o una rueda. Incluso suspendido en la Luna.
Las letras se han convertido en la nueva isla que debo descubrir, porque dicen que ahí está el sentido de la vida. Aunque solo he escuchado a una persona decir esto, con el puntero en una mano y una tiza en la otra.
Los números arruinan mi existencia, pero vale la pena saber si la señora del kiosco me sigue robando los vueltos. Ya me debe cerca de 8 Papas fritas en monedas, 3 merenguitos y una guagüita de sustancia.
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