Normas De Urbanidad Y Buenos Modales
Enviado por juancho_1991 • 23 de Junio de 2015 • 4.122 Palabras (17 Páginas) • 1.375 Visitas
ENSAYO
MANUAL DE URBANIDAD Y BUENAS MANERAS DE CARREÑO
RUTH ESTER TERAN TORRES
ENTREGADO A:
PROF: ……
SECRETARIADO….
2011
INTRODUCCIÓN
En el siguiente trabajo se buscara de manera breve darle una síntesis al Manual de Urbanidad y Buenas Maneras de Manuel Carreño con el fin de afianzar conocimientos acerca de los modales que se deben tener en cualquier situación presentada, enfatizándose en cada deber y capitulo de este manual para poder hacer una recopilación completa en este documento con el fin de que podamos entender ampliamente y adoptar estos deberes como un modos vivendi en nosotros desglosando lo importante y vital de este libro y mostrar lo necesario de ser pulcro, decente en cualquier ocasión.
MANUAL DE CARREÑO: ETIQUETA YPROTOCOLO
Desglosando parte por parte el libro que siendo su nombre completo “Manual de urbanidad y buenas maneras para uso de la juventud de ambos sexos en el cual se encuentran las principales reglas de civilidad y etiqueta que deben observarse en las diversas situaciones sociales, precedido de un breve tratado sobre los deberes morales del hombre”, daremos en su orden la síntesis a cada capítulo de este interesante libro dando a conocer en cada uno lo más importante.
Cuando empezamos a hablar de buenas manera y urbanidad tenemos que referirnos primero a los deberes que rigen a una persona como tal, es por eso que el autor en sus tres primeros capítulos habla sobre los deberes morales del hombre, entonces empezando en su capítulo 1, el autor habla sobre los deberes que nosotros como personas debemos tener para con Dios, demostrando en este en pocas palabras que tenemos que ser conscientes de que Dios nos creó y como modo de agradecimiento debemos elevar alabanzas y oraciones de gratitud por su infinita misericordia para con Dios en todo momento ya sea al levantarnos por habernos dado un día más de vida, como también al comer por recibir alimentos para nuestra supervivencia, como también al acostarnos para dar gracia por el día que pasó, como también el pedirle en plegarias por nuestros seres queridos y demás, concluyendo este capítulo se puede decir que Debemos, pues, manifestar a Dios nuestro amor, nuestra gratitud y nuestra adoración, con actos públicos que, al mismo tiempo que satisfagan nuestro corazón, sirvan de un saludable ejemplo a los que nos observan.
Siguiendo en su orden el capítulo 2 que habla acerca de los deberes para con la sociedad, iremos definiéndolo en las tres divisiones que presenta este capítulo, en el primer deber que es el de para con nuestros padres se puede decir que nosotros como seres humanos además de llegar por la gracia de Dios también fue por medio de dos seres que en nuestros primeros años de nuestras vidas se sacrifican y se privan de los placeres de la vida social para acogernos y darnos una vida plena que debemos agradecerle en cada momento de nuestra existencia, debiéndose a que ellos son los forjadores de nuestro porvenir y nuestro futuro, debemos nosotros agradecerle por todos los momentos felices, ya que sí nosotros no comprendemos la deuda tan grande que tenemos con nuestros padres, tampoco es capaz de comprender lo que le debemos a Dios, debemos en conclusión amarlos, honrarlos, respetarlos y obedecerlos por ser las personas que estuvieron con nosotros dedicando toda su vida en el condicionamiento de la nuestra. Haciendo énfasis en el segundo deber que es para con la patria, digamos que este hace énfasis a que debemos ser personas fieles a aquella extensión de territorio donde nacimos y está vinculado nuestro porvenir, donde surgen nuestras amistades y familiares en el cual formamos una comunidad de afectos, goces, penas y esperanzas debiéndole así la manifestación de nuestro amor mediante la consagración y el respeto de sus leyes, y el ultimo deber de este capítulo es el deber para con nuestros semejantes, que se refiere así como nosotros amamos a nuestro Dios debemos querer y respetar a los demás seres vivientes que nos rodean puesto que espiritualmente somos hijos del mismo padre, Debemos amar a nuestros semejantes, respetarlos, honrarlos, tolerar y ocultar sus miserias y debilidades, debemos ayudarlos a ilustrar su entendimiento y a formar su corazón para la virtud, debemos socorrerlos en sus necesidades, perdonar sus ofensas, y en suma, proceder para con ellas de la misma manera que deseamos que ellos procedan para con nosotros; Entonces podemos decir en este capítulo que encerrando los tres deberes nos hablan de cómo ser y mostrarnos delante las personas que nos rodean ya sean nuestros familiares, amigos, y la patria misma.
En el capítulo 3 se habla ya más claramente del deber para con nosotros mismos y expone que nosotros como seres creados por Dios tenemos por meta el de aspirar un futuro más alto que el que nos ofrece la vida misma, entonces se dice que el hombre ignorante es afligido por la mayor parte de las desgracias que afligen a la humanidad, también nos dice que dentro de los deberes que debemos tener esta los de la propia conservación, que también con salud y robustez podemos darnos a contemplar los atributos divinos, también apunta a que debemos moderar nuestras pasiones, que debemos ser instruidos para así conocer a Dios, conocernos a nosotros a mismos y a los demás. Con estos tres capítulos definimos por completo los deberes morales del hombre prosiguiendo así con los principios generales del manual como tal, entonces en el capítulo PRIMERO de los principios generales, se puede decir que en los puntos del 1 al 4 se definen las normas de urbanidad, que se refieren a las de las personas como seres humanos, su comportamiento con la familia y en el hogar, y en la comunidad donde viven y comparten con otros seres humanos, además de las normas de comportamiento en la escuela o en el trabajo y por medio de un estudio de las reglas de la urbanidad, y el contacto con personas cultas y bien educadas, llegamos a adquirir lo que se llama buenas maneras o buenos modales, lo cual no es otra cosa que la decencia, moderación y oportunidad en nuestras acciones y palabras, y aquella delicadeza que aparece en todos nuestros movimientos exteriores, revelando la suavidad de las costumbres y la cultura del entendimiento.
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