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Obra De Teatro


Enviado por   •  8 de Julio de 2014  •  2.595 Palabras (11 Páginas)  •  315 Visitas

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NIÑO: En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor… Es, pues, de saber que este sobredicho hidalgo, se daba a leer libros de caballerías, con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de la caza y aun la administración de su hacienda; y llegó a tanto su curiosidad y desatino, que vendió muchos acres de tierra para comprar libros de caballería… Se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio; y así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el celebro de manera que vino a perder el juicio. Se le lleno la fantasía de todo aquello que leía en los libros, así de encantamientos como de batallas, desafíos, heridas, amores, tormentas y disparates imposibles; y se le grabó de tal modo en la imaginación que terminó creyendo que era verdad… (Esto lo lee de un libro, mientras se mueve por su habitación moviendo los brazos y haciendo los gestos para representar el texto)

MADRE: (Entrando enfadada y quitándole el libro de las manos)¡Sancho! ¿Qué haces?... Leyendo, claro… ¡Como siempre! (Abre el libro y lee) Del mucho leer, se le secó el celebro de manera que vino a perder el juicio. (Cerrando el libro de golpe y dejándolo sobre la cama) ¡Eso es lo que te pasará a ti como no dejes los libros! Anda, ponte ha hacer los deberes de una vez y déjate de aventuras… (Se marcha)

NIÑO: (Coge él libro de encima de la cama y sigue leyendo mientras se sienta en la mesa) Así quiso, como buen caballero llamarse «don Quijote de la Mancha», con que a su parecer declaraba muy al vivo su linaje y patria, y la honraba con tomar el sobrenombre de ésta… (Se queda dormido encima del libro, poco a poco resbala y cae el libro al suelo, al agacharse para recogerlo, se asusta, echa la silla hacia atrás y de debajo de la mesa de estudio sale Don Quijote)

- ¿Pero…? ¿Tú de donde sales? (Pregunta agitado, alejándose del personaje rápidamente)

DON QUIJOTE: ¡Oh tú, quienquiera que seas! ¡Mostradme algo más de respeto!

NIÑO: ¿Pero qué dices?

DON QUIJOTE: Soy Don Quijote… Don Quijote de la mancha. Valiente caballero andante…

(El niño se queda perplejo y de repente entra su madre)

MADRE: ¡Por dios! ¿Pero éste quién es?

DON QUIJOTE: (Dándose aires de grandeza y poniéndose en el centro del escenario) No teman vuestras mercedes desaguisado alguno, a la orden de caballería que profeso no toca ni atañe dañar a nadie, cuanto más a tan altas doncellas como vuestras presencias demuestran…

MADRE: (Se pone a reír a lo bestia) ¡Pero que estas diciendo viejo loco!

NIÑO: ¡Mamá! A ver si va a ser peligroso… (Escondiéndose detrás de su madre)

DON QUIJOTE: Bien parece la mesura en las hermosas, y es mucha sandez además la risa que de leve causa procede… No vengo ha hacer el mal, sino, a postrarme a los sus pies mi señora…

MADRE: Si vuestra merced, señor caballero, busca posada, sea bienvenido. (Hace una burlona reverencia) Menos la cama, todo lo demás se hallará en ella en mucha abundancia… (Mirando de arriba abajo al caballero y sonriendo pícaramente) -¡Vaya amigos te buscas hijo! (Y se marcha)

DON QUIJOTE: (Se agacha a los pies del niño) No me levantaré hasta que me concedáis lo que pido…

NIÑO: Dígame señor…

DON QUIJOTE: Me habéis de armar caballero, y mañana, podré ir por todas partes buscando aventuras, como hacen los caballeros andantes.

NIÑO: ¡Ah! Sólo es eso… Pues nada, a ver (se sube a la silla) –Yo te nombro caballero andante…

(Entra el padre rápidamente e interrumpiendo, y coge la lanza y a su hijo del brazo para bajarlo de la silla)

DON QUIJOTE: ¡Oh tú, quienquiera que seas, atrevido caballero, que llegas a tocar las armas del más valeroso andante que jamás se ciñó espada. ! Mira lo que haces, y no las toques, si no quieres dejar la vida en pago de tu atrevimiento.

PADRE: ¡Déjate de tanta monserga! Soy el padre de éste chico.

NIÑO: No pasa nada, es buena gente…

PADRE: ¿Pero de donde es? ¿Qué quiere?

NIÑO: Es el caballero Don Quijote, acabo de nombrarlo caballero ¡yo mismo!

PADRE: Hijo...

DON QUIJOTE: Entonces, vos debéis ser el alcalde de esta fortaleza…

(Entra la hermana)

HERMANA: A ver, mamá dice que si se ha de quedar a cenar tu amigo que la aviséis…

DON QUIJOTE: ¡Oh señora de la hermosura y del debilitado corazón mío! Ahora es tiempo que vuelvas los ojos de tu grandeza a este tu cautivo caballero.

HERMANA: ¿Y a éste que le pasa?

NIÑO: Creo que le gustas…

HERMANA: (Burlándose De Don Quijote) Dondequiera que me encuentre le serviré y le tendré por señor. (Se marcha riéndose)

PADRE: (Cogiendo por el hombro a su hija) Vamos abajo…

DON QUIJOTE: Descortés caballero, mal parece tomaros con quien defender no se puede.

PADRE: ¿Pero qué mal? ¿Ni qué mal?...

NIÑO: Mi señor, éste hombre no pretende hacer daño a la dama, es mi padre.

PADRE: Si eso, tú síguele el juego.

DON QUIJOTE: Mi fiel, pero despistado escudero… (Levantando la lanza) ¡Miente! Delante de mí ruin villano. Por el sol que nos alumbra, que estoy por pasaros de parte a parte con esta lanza.

NIÑO: ¿Escudero yo? (sonríe y continua) ¡No! Mi señor, por favor… Bajad la lanza.

HERMANA: (llevándose la mano al corazón) ¡Oh que caballero…!

PADRE: Haré muestra de mi gallardería… (Bajando la lanza de Don Quijote y arreándole unas cuantas collejas) Te voy a dar yo caballero… (Lo empuja fuera de escena y detrás sale el niño)

NIÑO: ¡Basta papá, basta!...

(Entra la madre, el padre y la hermana)

MADRE: Vamos a recoger todos estos libros... (Mientras coge los libros que hay desperdigados)

HERMANA: Deberíamos quemarlos… (Cogiendo también libros)

PADRE: Ya os avisé, tanta lectura, tanta lectura… ¡Seguro que no le haría ningún bien tanto libro! (Cogiendo libros también)

HERMANA: (Leyendo de un libro) Mirad que pone en éste: Con cien cañones por banda, ciento en popa a toda vela…

MADRE: (la corta

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