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Piedra Filosofal


Enviado por   •  2 de Julio de 2013  •  3.571 Palabras (15 Páginas)  •  379 Visitas

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VI PIEDRA FILOSOFAL

La piedra filosofal, lapis philosophorum, era una sustancia que supuestamente podía producir la chrysopoeia, la creación de oro (generalmente se pensaba que a partir de plomo). En otras versiones, la piedra podía proporcionar la eterna juventud si se bebía el elixir preparado con ella (al igual que podía convertir metales “impuros” en el metal más puro, podría convertir a los seres humanos imperfectos en eternos y perfectos). Los alquimistas espirituales, por el contrario, pensaban que obtener la piedra filosofal proporcionaría al alquimista la iluminación.

Inspirados por Geber, los alquimistas europeos y árabes de la Edad Media pensaban que era posible convertir una sustancia en otra modificando las proporciones de las cuatro propiedades aristotélicas de calor, frío, sequedad y humedad. Por ejemplo, consideraban que el fuego era seco y caliente, y la tierra era seca y fría. En teoría, si se le quitaba toda la humedad a la tierra se convertiría en fuego.

Si se tenía un metal, por ejemplo, mercurio, con proporciones determinadas de las cuatro propiedades, podrían añadirse otras sustancias que modificasen lo suficiente las originales para convertirlo en otro: por ejemplo, al añadir azufre (más seco y caliente que el mercurio, de acuerdo con Geber) al metal en las condiciones adecuadas, podría obtenerse otro metal diferente: tal vez el oro, si se encontraban las proporciones y qué sustancias mezcladas las producían.

Sorprendentemente, Geber y los otros alquimistas, en cierto sentido, tenían razón: es posible transmutar un metal en otro, pero por supuesto no añadiendo otras sustancias con distintas propiedades, sino mediante las reacciones nucleares. Hoy sabemos, naturalmente, que por muchas cosas que se le añadan al plomo, nunca se convertirá en oro mediante reacciones químicas.

Probablemente el más famoso de los alquimistas que trataron de obtener la famosa piedra fue uno de los últimos, el suizo Philippus Theophrastus Aureolus Bombastus von Hohenheim (Paracelso), del siglo XVI, que tenía una teoría muy peculiar. Paracelso pensaba que existía una sustancia aún por descubrir a la que llamó alkahest y que tendría dos propiedades excepcionales: por un lado sería, en forma de polvo, la fabulosa piedra filosofal; por otro sería el disolvente universal – en forma líquida sería capaz de disolver cualquier sustancia. La paradoja del alkahest es que, si lo disolvía todo, ¿dónde podría guardarse? ¡Disolvería su recipiente!

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La fórmula para fabricar alkahest contenía óxido de calcio, alcohol y carbonato de potasio en distintas proporciones. Sin embargo, por mucho que lo intentó el alquimista suizo, nunca consiguió obtener la legendaria sustancia.

El bardo psicodélico Terence Mckenna penetra el palacio de Heidelberg, el laboratorio central de la alquimia Rosacruz,. “El último laboratorio de alquimia en el mundo antes del surgimiento de la ciencia moderna”. En el laboratorio podemos ver la imaginación simbólica de los alquimistas plasmada en sus aparatos de destilación, como el elegante “pelicano” (así llamada por el mito del ave que liba sangre de su propio pecho) y que sirve para destilar la Prima Materia. El pelicano simboliza al alquimista en su relación intrapersonal, nutriéndose de sus propias fuerzas psíquicas para desarrollar el embrión espiritual en su interior.

Los aparatos de la alquimia no están al servicio de canalizar gases o líquidos sino de canalizar el espíritu fuera de la materia hacia las dimensiones superiores donde pueda ser re condesada y completar el misterio central de la piedra filosofal.

DE OCCULTA PHILOSOPIA

En el laboratorio del alquimista donde se fragua el jardín dorado, Mckenna, melancólicamente, con el espíritu de Saturno, recuerda los axiomas centrales de esa filosofía hermética que fluye por las venas secretas del paneta.

“Hemos entendido que la alquimia no era el trabajo de la transmutación de metales en oro, sino una especie de danza de la imaginación donde los procesos psicológicos dentro de los alquimistas se entrelazaban, amalgamándose con procesos químicos creando una mitología de la materia, un paisaje donde el león verde, el dragón rojo la reina hermafrodita, el perro de cuatro cabezas… eran figuras fluyendo en la s especulaciones febriles de los filósofos… La creencia era que el hombre podía trabajar con la naturaleza, en completa sociedad con el proceso divino y redimir la luz caída en la materia y de esta forma redimirse a sí mismo”

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“Aurum nostrum non est aurum vulgi”, dice la literatura hermética. Mckenna:

“Es el ser que buscamos recobrar, esta es la luminae de luminae, lalux natura, la luz atrapada en la materia , obtenida de la naturaleza y condensada, que luego se convierte en la panacea. Esta es la medicina universal que cura todos los males, es la respuesta, lo que todos buscan y nadie puede encontrar”.

LA DISCIPLINA DE LA MAGIA

“Los alquimistas laboraron durante siglos padeciendo el tormento del sulfuro, el tormento del cinabrio, buscando el auriga triunfal del antimonio, buscando la quintaesencia que representa la unión de todo el mundo…”

“Los filósofos alquimistas vivían en un sueño despierto y muchas de sus recetas estaban diseñadas para disolver las fronteras entre la vigilia y el sueño. Las etapas de la gran obra empezando en el nigredo, el ennegrecimiento; el rúbeo, enrojecimiento; el citrinitas, amarillamiento; el viriditas, el verdecimiento; y finalmente el albedo, el emblanquecimiento y la purificación (o ablutio), con subetapas de disolución , coagulalción y refinamiento de contenidos psíquicos que culmina en el “hidrólito sófico”, como dice Mckenna, que viste de Dee y atraviesa los laberintos.

Esto permite proyectar en la materia el contenido de la conciencia y la inconciencia sublimada en la piedra. Está enfocado en suspender la creencia de que el mundo interior está separado del mundo exterior, una creencia que sólo suspendemos en estados psicodélicos, según Mckenna. “Las plantas levantan la prisión del ego y el ego flota hacia el mundo. El chamanismo esencialmente es una tradición viva de alquimistas

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