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Poemas De Losperiodos


Enviado por   •  18 de Septiembre de 2013  •  842 Palabras (4 Páginas)  •  269 Visitas

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Poema periodo románico

Jarcha del siglo XI

¿Qué haré o qué será de mí?

¡Amado,

no te apartes de mí!

Mi corazón se me va de mí.

Oh, Dios, ¿acaso se me tornará?

¡Tan fuerte es mi dolor por el amado!

Enfermo está, ¿cuándo sanará?

¿Qué haré, madre?

Mi amigo está a la puerta.

Si me quisieses,

oh, hombre bueno,

si me quisieses,

me darías uno.

Poema periodo gótico

San Martín (1810)

ANDUVE, San Martín, tanto y de sitio en sitio

que descarté tu traje, tus espuelas, sabía

que alguna vez, andando en los caminos

hechos para volver, en los finales

de cordillera, en la pureza

de la intemperie que de ti heredarnos,

nos íbamos a ver de un día a otro.

Cuesta diferenciar entre los nudos

de ceibo, entre raíces,

entre senderos señalar tu rostro,

entre los pájaros distinguir tu mirada,

encontrar en el aire tu existencia.

Eres la tierra que nos diste, un ramo

de cedrón que golpea con su aroma,

que no sabemos dónde está, de dónde

llega su olor de patria a las praderas.

Te galopamos, San Martín, salimos

amaneciendo a recorrer tu cuerpo,

respiramos hectáreas de tu sombra,

hacemos fuego sobre tu estatura.

Eres extenso entre todos los héroes.

Otros fueron de mesa en mesa,

de encrucijada en torbellino,

tú fuiste construido de confines,

y empezamos a ver tu geografía,

tu planicie final, tu territorio.

Mientras mayor el tiempo disemina

como agua eterna los terrones

del rencor, los afilados

hallazgos de la hoguera,

más terreno comprendes, más semillas

de tu tranquilidad pueblan los cerros,

más extensión das a la primavera.

El hombre que construye es luego el humo

de lo que construyó, nadie renace

de su propio brasero consumido:

de su disminución hizo existencia,

cayó cuando no tuvo más que polvo.

Tu abarcaste en la muerte más espacio.

Tu muerte fue un silencio de granero.

Pasó la vida tuya, y otras vidas,

se abrieron puertas, se elevaron muros

y la espiga salió a ser derramada.

San Martín, otros capitanes

fulguran más que tú, llevan bordados

sus pámpanos de sal fosforescentes,

otros hablan aún como cascadas,

pero no hay uno como tú, vestido

de tierra y soledad, de nieve y trébol.

Te encontramos al retornar del río,

te saludamos en la forma agraria

de la Tucumania florida,

y en los caminos, a caballo

te cruzamos corriendo y levantando

tu vestidura, padre polvoriento.

Hoy el sol y la luna, el viento grande

maduran tu linaje, tu sencilla

composición: tu verdad era

verdad de tierra, arenoso amasijo,

estable como el pan, lámina fresca

de greda y cereales, pampa pura.

Y así eres hasta hoy, luna y galope,

estación de soldados, intemperie,

por donde vamos otra vez guerreando,

caminando entre pueblos y llanuras,

estableciendo tu verdad terrestre,

esparciendo tu germen espacioso,

aventando las páginas del trigo.

Así sea, y que no nos acompañe

la paz hasta que entremos

después de los combates, a tu cuerpo

y duerma la medida que tuvimos

en tu extensión de paz

...

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