Poligrafo
Enviado por lerico8 • 19 de Junio de 2013 • 1.763 Palabras (8 Páginas) • 509 Visitas
s que buscan la verdad
Para contratar empleados, investigar robos o descubrir a un hijo que consume drogas; el polígrafo sirve para desvelar muchas cosas. En los últimos años su uso se difundió en Guatemala, las empresas que lo ofrecen se multiplicaron, pero la controversia también.
Marta Sandoval
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Foto: José Miguel Lam
El equipo se conecta a una computadora para medir los cambios en la respiración, latidos del corazón y sudoración.
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Los burladores
Federico se mofa de haber mentido en cuatro pruebas de poligråfo y en ninguna, asegura, se ha delatado. “Lo hago porque me parece inmoral que escarben tanto en tu vida para darte un empleo. Una vez hasta me preguntaron si era homosexual”, dice indignado el joven de tez morena y cabello espinado.
Ha probado varios trucos, algunos de ellos tomados de internet y otros que él mismo ha inventado.
“El clásico es aguantarse las ganas de ir al baño por mucho tiempo. Así cuando uno está en la prueba hay una contracción natural del ano y una sensación de malestar, que confunde al polígrafo”. Pero para esta treta ya hay contramedida, un almohadón con sensores en el que se sienta el entrevistado.
Otra de las técnicas es ocultar una tachuela en el zapato y pisarla cuando se vaya a responder una pregunta con la verdad, por ejemplo: ¿estamos en la ciudad de Guatemala?, el entrevistado dirá que sí en el instante que se clava la tachuela y la sensación de dolor aumentará sus signos vitales.
En esta respuesta se basará el poligrafista para comparar la verdad y la mentira. Pero esto no es efectivo si el entrevistador pide que se quiten los zapatos.
Federico aconseja esconder la tachuela en un lugar inaccesible como la axila, donde sólo haga falta doblar un poco el brazo para sentir el piquete.
“El dolor altera sus reacciones, pero un poligrafista astuto calibrará el aparato, así notará cuándo hay incluso más alteración: por la tachuela y por la mentira”, comenta Carlos Amézquita, poligrafista.
Así que la entrevista se puede volver una pelea de astucias.
Se tomó tres tazas de té de tilo, durmió cerca de diez horas y se vistió con el traje más cómodo que encontró en el armario. Para llegar tomó una ruta expedita que le evitó el estrés del tráfico matutino. Ajustó el aire acondicionado en el carro de modo que diera un ambiente calientito y escuchó un CD de mantras hindúes. Federico iba en una nube de relajación, como salido de la publicidad de algún spa de lujo. A su llegada le esperaba un hombre de enorme sonrisa amarillenta, Federico sonrió de vuelta y levantó los brazos para que le colocaran dos cables, que se extendían como resortes por su pecho y cintura. Un aparato para medir la presión le estrujaba el brazo y tres pequeños velcros en los dedos de su mano derecha le impedían moverla. Pero Federico no perdió la calma. “¿Ha consumido drogas alguna vez?”, le cuestionaron y su boca soltó un “no” rotundo, firme y seguro. Salió de la prueba de polígrafo con trabajo nuevo y se fue a casa de su mejor amigo, a echarse unos porritos de marihuana para celebrarlo.
Federico lo burló, un poco por astucia y un poco por suerte. En esta época resulta más confiable poner la mano en un polígrafo que sobre la Biblia. Su uso se ha vuelto tan popular que en muchas empresas la prueba se pide igual que la carencia de antecedentes penales. El mercado se lo disputan cerca de 30 empresas que llevan el aparatejo a todas partes, a donde un mentiroso tenga que ser descubierto.
A la oficina de Karina de Rodas, poligrafista y abogada, llegó un padre preocupado porque en su casa se había perdido dinero. Llevó a sus hijos adolescentes para someterlos a la prueba que mide los niveles de respiración y presión sanguínea, con eso pretendía dilucidar cuál de sus retoños era un ladrón.
“Cuando mentimos el cuerpo se altera”, dice De Rodas. “Por ejemplo cuando en la clase el alumno está sacando el chivo y de repente ve que viene el profesor y lo cacha, ¿qué siente?, siente como que fuera en una montaña rusa, una sensación en el estómago. Eso se llama adrenalina y la adrenalina hace que todo el sistema involuntario se altere”.
El polígrafo es una combinación de aparatos médicos que miden el sistema nervioso autónomo y que, conectados a una computadora, revelan una gráfica de los cambios. Entonces pueden determinar cuando la respiración se torna más agitada, el corazón palpita más rápido y la sudoración aumenta. “Cuando lo que yo quiero decir es mentira los lóbulos del cerebro trabajan más lento”, explica el neurólogo Hugo Ordóñez, “por eso cuando digo la verdad mi corazón trabaja a una velocidad y cuando miento a otra”. De acuerdo con el médico el sitio hacia donde enfoca la mirada la persona también ayuda a determinar si está diciendo la verdad. “Cuando miras a la izquierda estás buscando en el lado espontáneo por lo tanto es verdad y cuando miras a la derecha en la imaginación, entonces es mentira”, esto puede ser un simple parpadeo, de milésimas de segundo, pero un poligrafista minucioso podrá notarlo.
De Rodas descubrió que la hija no había tomado el dinero. La chica se sentía tranquila y dispuesta a reclamar a su padre haberla hecho pasar por eso, pero no pudo,
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