Política Fiscal En México En La década De Los 80s

Política fiscal que siguió el país durante los 80’s

Las finanzas públicas constituyen la actividad económica del Estado, mediante la cual se lleva a cabo la redistribución del ingreso o renta nacional. Esto significa que el sector público se hace llegar recursos financieros de la población, para utilizarlos luego en el cumplimiento de sus funciones al servicio de la misma, con lo cual se realiza el proceso de redistribución de la renta que percibe de los ciudadanos en virtud de las actividades que les generan ingresos.

Por lo tanto, las finanzas públicas implican dos procesos: por un lado, la captación de ingresos, de la cual se encarga la política fiscal y, por otro, la realización de gastos o egresos que efectúa el Estado para mantener el funcionamiento de sus organismos (gasto corriente), así como para invertir en programas de obras públicas y de desarrollo social, o bien, en empresas estatales (gasto de inversión). De este proceso se ocupa la política de gasto público, mediante el presupuesto de egresos.

En México, el gobierno federal obtiene recursos financieros a través de la Secretaria de Hacienda y Crédito Público.

En los principios de los años ochenta se dejan de lado los principios básicos de política fiscal y por consiguiente se gesta y se produce una crisis económica que llega a niveles críticos en julio de 1982, con el principal problema de gran endeudamiento externo 76,000 millones de dólares. Tal situación conduce a México a retomar las orientaciones de política fiscal que le resuelvan su delicada situación de incapacidad de pago, primordialmente:

• Reducción del gasto público.

• Control tributario.

• Incremento en los precios públicos.

• Reformas legislativas constitucionales.

• Asumiendo el estado el papel de rector de la economía.

• Creación de nuevos monopolios como el de la banca.

• Liquidación y transferencia de empresas públicas deficitarias.

• Moratorias, negociaciones y con organismos como el FMI, y en general con la banca pública y privada internacional.

Como consecuencia trajo consigo el desplome y el retroceso de la producción, hiperinflación, desempleo creciente, aumento explosivo del déficit público y del circulante, caída de ahorro canalizado a través del sistema financiera, devaluación aguda del peso y pérdida de soberanía monetaria, agotamiento de las reservas internacionales, una deuda externa de magnitud sin precedente y la virtual suspensión de pagos a nuestros acreedores internacionales.

México cayó en un proceso de financiarización, como un régimen de acumulación el cual tuvo un origen externo, debido a que el desarrollo del sistema financiero del país fue tardío y ocurrió al amparo de la participación activa y financiamiento del gobierno.

El indicador convincente del proceso de financiarización que ha experimentado México es el crecimiento que tuvo la rentabilidad del negocio financiero en los ochenta. Durante ese periodo, el proceso de financiarización mexicano transitó de su etapa del conflicto distributivo al de las compras apalancadas, compartien¬do con el resto del mundo la principal característica de esa transición, que es la creciente restricción financiera para expandir el proceso productivo.

Una de las diferencias con lo ocurrido en otros países, sin embargo, es que dicha restricción no derivó de altos pagos de salarios a los administradores y ganancias a los accionistas, porque para entonces las finanzas públicas todavía eran la principal

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