Política Y Derecho
Enviado por tunaluna • 25 de Abril de 2013 • 1.933 Palabras (8 Páginas) • 241 Visitas
Política y Derecho
1. Evolución de la política y el Derecho La política ha evolucionado a través de la historia adaptándose a diversos cambios y posiciones de la doctrina, desde Aristóteles y Platón. El primero ve la política desde el punto de vista jurídico, ahí encontramos la primera relación con el derecho, una política definida por las normas jurídicas y como tal interviene directamente el derecho constitucional y con este la importancia de una constitución; en tanto el segundo toma el conocimiento como pilar fundamental de la política. A través de las décadas se establecieron diferentes teorías sobre la política entre ellas que la política es igual a libertad , principio que también fundamenta el Estado Liberal, esta libertad basada en que todos y cada uno podemos ejercerla y aparece de nuevo el derecho fundamentando en una constitución, la libertad como derecho fundamental, no sólo para la política sino para diversas actividades. Otras teorías se enfocan en la organización de la sociedad mediante la autosuficiencia de la política, que no se da sin normas jurídicas, leyes, planteadas en una constitución. Independientemente de la época se ve reflejada y marcada la estrecha relación que hay entre la política y el derecho, partiendo de la definición de que el derecho son las normas jurídicas que regulan las conductas de las personas que integran la sociedad.
Los cambios que ha tenido el derecho a través de los años también se han relacionado con la política en vista de que ha buscado regular el poder de los gobernantes o darles rienda suelta de ejercer este poder político en la forma como crean conveniente y de estas normas permisivas se derivan los peores abusos de poder a través de la historia y las peores formas de gobierno como las dictaduras y anarquías. Se presenta una relación mutua indispensable a favor o en contra de la eficacia de una política libre y responsable que organicé una sociedad y piense en el bien común.
2. Haciendo de la política una profesión.
Ahora bien, existen dos maneras de hacer de la política una profesión: o bien se vive “para” la política o bien se “vive” de la política . Esta oposición no es en modo alguno excluyente. Al contrario, lo ideal es que se hagan ambas cosas, al menos teóricamente, y en la mayor parte de los casos, también prácticamente. El que vive “para” la política hace de la política su vida en un sentido íntimo; o bien goza con el mero poder que ejerce, o bien sustenta su equilibrio interno y su tranquilidad con la convicción de que su vida tiene sentido al estar puesta al servicio de una “causa”. En este sentido profundo, todo hombre honesto que vive para una causa, vive también de esa causa. La diferencia entre el vivir "para" y el vivir "de" se refiere, pues, a un grado más decisivo del problema, a saber, el económico. El que intenta hacer de la política una fuente de ingresos permanente vive "de" la política como profesión y el que no lo hace, vive "para" la política. Para que una persona pueda vivir "para" la política, en dicho sentido económico, y dentro de un régimen fundado en la propiedad privada, deben darse determinadas condiciones, muy triviales, si así parece: en condiciones normales quien viva para la política debe ser económicamente independiente de los ingresos que pueda proporcionarle la política. Esto significa, simplemente, que el político debe ser rico, o debe tener una posición personal que le proporcione ingresos suficientes.
En la economía corriente sólo la riqueza propia permite la autonomía de la persona, ya que de esto se deduce la corrupción, donde la persona deja de ver la política como una manera de organizar la sociedad, procurar la seguridad, paz y garantizar derechos humanos y constitucionales sino la ven como una forma fácil y rápida de lucrarse mediante los proyectos a desarrollar; en consecuencia la actividad política no sólo está gobernada por normas legales, sino también por normas informales. El problema es que algunas de esas normas favorecen la corrupción. Así, por ejemplo, la obligación que adquiere el gobernante elegido de pagar favores con contratos, o el cobro de comisiones ilegales que hace un funcionario por las decisiones que toma, son normas informales que, con mucha frecuencia, son más imperiosas y más eficaces que las mismas normas legales que regulan la contratación pública o el régimen de inhabilidades e incompatibilidades.
Las normas informales que favorecen la corrupción no se declaran; son implícitas. Sin embargo, en ocasiones su validez es tan evidente que algunos políticos, en una actitud de abandono de su habitual hipocresía, reconocen que lo que vale son las reglas informales. Así ocurre, por ejemplo, en la pasada campaña del candidato al Concejo de La Gloria (Cesar), Ángel Borja, cuyo eslogan de campaña dice “Con Borja no habrá serrucho y si lo hay no será mucho”. Algo similar decía Aldemar Barros, un político brasileño cuyo eslogan era: “Aldemar roba pero hace”, y no muy lejos de todo esto estaba la célebre propuesta del presidente Turbay Ayala de reducir la corrupción a sus justas proporciones . Así pues, si se mira la corrupción desde el punto de vista de estas normas informales, no hay tal guerra, ni tal lucha. Por el contrario, lo que hay es una gran sintonía entre reglas y prácticas. Cabe señalar entonces que nuevamente se refleja el derecho, la importancia de que existan normas jurídicas que limiten el poder del gobernante y no solamente esto sino que no dejen cabida para interpretaciones implícitas
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