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Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros


Enviado por   •  2 de Mayo de 2013  •  Informe  •  3.776 Palabras (16 Páginas)  •  409 Visitas

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Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros

"Las piedras del Morro son sobrado fuertes para que las derribemos derritamos con lamentos, _y sobrado flojas para que resistan el largo tiempo a nuestras balas".

José Martí

En el mismo lugar de oprobio y vergüenza debieran escribirse un día los nombres de quienes estorban la tarea de libertar a su patria como los de quienes la oprimen. En Cuba hay, desdichadamente, muchos que hasta hoy no han hecho absolutamente nada por redimirla de la tiranía y, sin embargo, han estorbado todo lo posible. Lo sabemos muy bien quienes desde hace varios años no hemos descansado ni un minuto en el cumplimiento áspero y duro del deber.

Al salir de las prisiones, hace diez meses, y comprender con claridad que al pueblo no se le devolverían jamás sus derechos, si no se decidía a conquistarlos con su propia sangre, nos dimos al empeño de vertebrar una fuerte organización revolucionaria y dotarla de los elementos necesarios para darle la batalla final al régimen. Para los que hemos hecho de esto una misión en la vida, no era lo más duro. Más ardua y fatigosa ha sido la lucha contra la mala fe de los políticos, las intrigas de los incapaces, la envidia de los mediocres, la cobardía de los intereses creados y esa especie de conjura mezquina y cobarde, que se interpone siempre contra todo grupo de hombres que intenta una obra digna y grande en el medio donde se desenvuelve.

El cuartelazo que sumió el país en el caos y la desesperación fue tarea fácil. Tomó desprevenidos al pueblo y al Gobierno. Se gestó en la sombra por un puñado ínfimo de desleales, que se movieron libremente y perpetraron sus planes criminales mientras la nación dormía confiada e inocente. En unas horas, Cuba, de país democrático, pasó a ser, ante los ojos del mundo, un eslabón más del en el grupo de naciones latinoamericanas encadenadas a por la tiranía. La tarea de devolver al país su prestigio internacional de recuperar las libertades que le fueron arrebatadas arrebataron al pueblo y, con ello, una nueva era de verdadera justicia y redención para las partes más sufridas, y explotadas y hambrientas de la nación es, en cambio, por amarga paradoja, incomparable incomparablemente más dificultosa y dura.

Cuatro años llevamos luchando para reconstruir lo que se destruyó en una noche. Se lucha contra un régimen que está alerta y temeroso de la arremetida inevitable; se lucha contra camarillas políticas que aparentemente opuestas a la situación no se interesan por un cambio radical en la vida del país, sino por retrotraerlo a la política letal e infecunda donde los cargos legislativos fabulosamente remunerados, las altas posiciones burocráticas y las fortunas consiguientes puedan asegurarse de por vida y si es posible de padres a hijos; se lucha contra las intrigas y maniobras de hombres que hablan a nombre del pueblo y no tienen pueblo; se lucha contra la pérdida nefasta de los falsos profetas que hablan contra la revolución en nombre de la paz y olvidan que en los hogares hambrientos, temerosos y enlutados no hay paz desde hace cuatro años; contra los que pretenden anatematizar nuestra postura intransigente presentando como panacea salvadora el veneno de una componenda electoral y teniendo el buen cuidado de callar que, en cincuenta y cuatro años de República, los arreglos, las componendas y las mediaciones, al no curar de raíz los males, no han dado otros frutos que de la miseria espantosa de nuestros campos y la pobreza industrial de nuestras ciudades, con su secuela de cientos de miles de familias, descendientes de nuestros libertadores, sin un pedazo de tierra, más de un millón de personas sin empleo y un porcentaje de analfabetos que alcanza la cifra bochornosa de un cuarenta por ciento. Compárese todo esto con las fortunas, las fincas, los palacios y los progresos personales obtenidos por cientos de políticos a lo largo de nuestra existencia republicana. Dinero robado, invertido en Cuba, en los Estados Unidos y en todas partes del mundo. Y todo eso se ha hecho tan natural en el olvido manifiesto de la más elemental justicia, y los conceptos morales que se tornan tan contradictorios y paradójicos que la Sociedad de Amigos de la República, por ejemplo, hace recientemente, para por un lado, dramáticos pronunciamientos oponiéndose a la amnistía común por la peligrosidad que entraña para la sociedad la Impunidad del delito, y por otro, se sienta a dialogar solemnemente con Anselmo Alliegro, Santiago Rey, Justo Luis del Pozo y otros personajes gubernamentales sobre cuyos hombros de personeros de situaciones presentes y pasadas, de sangre y de robo, pesan más culpas que todas las que puedan caer caber a sobre los reclusos de la Isla de Pinos juntos.

Por ser un inconforme que no se resigna con el fatalismo político que hasta aquí hemos vivido, por desear para mi patria un destino mejor, una vida pública más digna, una moral colectiva más elevada, por creer que la nación no existe para disfrute y privilegio exclusivo de unos cuantos, sino que pertenece a todos, y todos y cada uno de sus seis millones de habitantes y los millones que la pueblen en el porvenir, tienen derecho a una vida decorosa y de justicia, de trabajo y bienestar, por luchar por ese ideal sin vacilar ante ningún riesgo o sacrificio, sin dudar en entregar los mejores años de la juventud y la vida, cual están haciendo hoy centenares de hombres de nuestra generación con incomparable desinterés, poco falta para que se nos trate de presentar ante la opinión pública como réprobos de la sociedad, o caprichosos sostenedores de una línea que no fuese la más honrada, leal y patriótica de en este instante.

Este artículo no es sólo, por tanto, una réplica al último publicado contra nosotros en la revista Bohemia por quien escribió, con olvido de muchos vínculos de compañerismo y de lucha, cual si fuese conveniente renegar de ellos en las horas difíciles, el pensamiento del grupo que dirige oficialmente el Partido Ortodoxo (fracción mediacionista). Esta es una réplica a todos los que nos combaten de buena o de mala fe; es una réplica a los políticos que reniegan de de nosotros, por interés o por cobardía; es una réplica en nombre de nuestro MOVIMIENTO a tanto hombre ciego, a todos los sietemesinos que no tienen fe en su pueblo.

Empezando por aclarar conceptos y situar las cosas en su punto, repito aquí lo que dije en el Mensaje al Congreso de Militantes Ortodoxos, el 16 de agosto de 1955:

[…] el MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO 26 DE JULIO no constituye una tendencia dentro del Partido: es el aparato revolucionario del chibasismo, enraizado en su tarea de llevarla a la práctica. ¿Cuál fue el resultado de la primera? Siete meses lamentablemente perdidos. ¿Cuál fue el resultado de la segunda? Siete meses de fecundo esfuerzo

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