Psicopatología y Formaciones Psicopatológicas
Enviado por joseccccc • 5 de Diciembre de 2013 • 2.337 Palabras (10 Páginas) • 244 Visitas
Psicopatología y Formaciones Psicopatológicas
Por Diego Velázquez
diegovelazquez@elpsicoanalitico.com.ar
Si bien la psicopatología recién se delimitó como disciplina en el siglo pasado dentro del campo y con los criterios de la medicina y la psiquiatría, es dable pensar hoy en la posibilidad de una psicopatología psicoanalítica que constituya un avance más de la psiquiatría dinámica. Es decir, un movimiento, un corrimiento de la psicopatología de la mera clasificación nosológica, hacia “el campo de la relación humana en tanto problemática” (Rafael Paz).
Entre las concepciones más clásicas ligadas a lo clasificatorio, y las concepciones más dinámicas; entre las superposiciones de la psiquiatría y el psicoanálisis (las dos grandes prácticas que dibujan el campo de la psicopatología); la pluralidad de “psicopatologías” (como disciplina) con fundamentaciones y referencias diversas, las definiciones comunes y el diferente uso de los mismos términos; entre todo esto, reiteramos, tomaremos para pensar la idea de “formaciones psicopatológicas”.
En este sentido, parece fructífera esta idea de formaciones psicopatológicas, porque delimita y también posibilita pensar un conjunto de fenómenos y problemas, y por lo tanto significa una idea flexible y concordante con la clínica actual, más que la de psicopatología a secas.
La clasificación psicoanalítica clásica de Freud, que incluyó sucesivamente primero la distinción entre neurosis de defensa y neurosis actuales, con la inclusión posterior de las neurosis narcisistas, finalmente se organizó (también para entender lo básico de algunas cuestiones clínicas) en el esquema tripartito neurosis – psicosis – perversiones.
Este modelo tiene la ventaja de centrarse más en la observación de modos de funcionamiento mental, que en una descripción de conductas clasificables por la observación externa, modalidad descriptiva que está hoy, por ejemplo, representada en el furor diagnóstico a través del uso del manual de psiquiatría DSM IV.
En esas tres estructuras freudianas distinguimos tres modos de funcionamiento, entonces (según el Diccionario de Psicoanálisis de Laplanche y Pontalis):
Neurosis: “afección psicógena cuyos síntomas son la expresión simbólica de un conflicto psíquico que tiene sus raíces en la historia infantil del sujeto y constituyen compromisos entre el deseo y la defensa. La extensión del concepto de neurosis ha variado, actualmente el término cuando se utiliza solo, tiende a reservarse a aquellas formas clínicas que pueden relacionarse con la neurosis obsesiva, la histeria y la neurosis fóbica. Así, la nosografía distingue, neurosis, psicosis, perversiones y afecciones psicosomáticas...”
Psicosis: “En clínica psiquiátrica el concepto “psicosis” se toma casi siempre en una extensión extremadamente amplia, comprendiendo toda una serie de enfermedades mentales, tanto si son manifiestamente organogenéticas (como la parálisis general progresiva) como si su causa última es problemática (como la esquizofrenia).
El psicoanálisis no se ocupó en un principio de construir una clasificación que abarcara la totalidad de las enfermedades mentales de las que trata la psiquiatría; su interés se dirigió primero sobre las afecciones más directamente accesibles a la investigación analítica, y, dentro de ese campo, más restringido que el de la psiquiatría, las principales distinciones se establecieron entre las perversiones, las neurosis y las psicosis.
Dentro de este último grupo, el psicoanálisis ha intentado definir diversas estructuras: paranoia (en la que incluye, de un modo bastante general, las enfermedades delirantes) y esquizofrenia, por una parte; por otra, melancolía y manía. Fundamentalmente, es una ‘perturbación de la relación libidinal con la realidad lo que, según la teoría psicoanalítica, constituye el denominador común de las psicosis, siendo la mayoría de los síntomas manifiestos (especialmente la construcción delirante) tentativas secundarias de restauración del lazo objetal”.
Perversión: “Desviación con respecto al acto sexual ‘normal’ definido como coito dirigido a obtener el orgasmo por penetración genital, con una persona del sexo opuesto.
Se dice que existe perversión: cuando el orgasmo se obtiene con otros objetos sexuales (homosexualidad, paidofilia, bestialidad, etc.) o por medio de otras zonas corporales (por ejemplo, coito anal); cuando el orgasmo se subordina imperiosamente a ciertas condiciones extrínsecas (fetichismo, transvestismo, voyeurismo y exhibicionismo, sadomasoquismo); éstas pueden incluso proporcionar por sí solas el placer sexual.
De un modo general, se designa como perversión el conjunto del comportamiento psicosexual que acompaña a tales atipias en la obtención del placer sexual”.
Si bien Laplanche en esta última definición (perversión) registra los conceptos freudianos clásicos de este grupo psicopatológico, hoy es poco sostenible esta concepción de las perversiones como desviaciones, o de las distintas conductas sexuales como perversiones o desviaciones, morales o estadísticas.
Según la psicoanalista argentina Silvia Bleichmar la perversión – hoy después de muchos desarrollos – puede ser entendida como “el proceso en el cual el goce está implicado a partir de la des – subjetivización del otro”. Así, la perversión está puesta más del lado de un funcionamiento mental (con predominio del ejercicio directo de lo impulsivo – pulsional parcial no reprimido) que de un lado moral o estadístico en cuanto a cuál es la conducta sexual que se desvía de la norma. En este sentido pueden ser entendidas también las psicopatías, o toda aquella conducta antisocial (Winnicott) o que implique la falta de control de los impulsos (adicciones, actuaciones, etc.).
Hacia una psicopatología psicoanalítica
Para comenzar a pensar en una psicopatología psicoanalítica, debemos pensar en un modo de constitución del aparato psíquico humano, constitución que necesita del equipamiento biológico cerebral, pero que crece y se constituye en torno a una historia de relación con otros humanos y de procesamiento y expresión de un mundo interior.
Es así como las favorables condiciones de la crianza, la “madre suficientemente buena” (Winnicott), capaz de contener las ansiedades y propiciar el comienzo de la capacidad humana para pensar (Bion), será lo que posibilitará todos los aprendizajes humanos posteriores posibles. Estas condiciones harán que la mente, el aparato psíquico, el “aparato para pensar los pensamientos” según
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