RITUAL CON SABOR A CAFÉ
Enviado por ivonnesanchez • 1 de Julio de 2016 • Ensayo • 891 Palabras (4 Páginas) • 164 Visitas
RITUAL CON SABOR A CAFÉ
Ivonne Sánchez Barea
Han pasado tan solo unas pocas décadas desde que en la adolescencia preparaba café de puchero. En la olleta donde hervía el agua, vertía el café previamente molido y pasados tres a cinco minutos volcaba en un colador de tela de algodón tupido y finalmente lo disponía en una cafetera que luego sería llevada hasta la mesa. Se servía sólo o con leche, con o sin azúcar. El caso es que el ritual de preparación de café fue variando a lo largo de la vida.
Cuando llegué a Europa en los años 70, el café se preparaba en un artilugio totalmente novedoso. Nunca había visto como se introducía una o dos cucharillas de café molido en una cafetera que se enroscaba y dada su forma podían pasar del fogón a la mesa sobre un salvamanteles.
Un poco más adelante, la bebida estimulante se podría preparar en cafeteras eléctricas, que tenía dos depósitos: uno para el filtro cónico donde se introducía el aromático polvo y otro para el agua en la parte posterior. El proceso pasó a ser más rápido y más cómodo porque podías preparar un número superior de tazas de café y su jarrita de cristal llevar a la mesa.
El brebaje en cafeterías se podía pedir: corto, cortado, manchado, americano, irlandés, vienes, moka, largo de café y corto de leche, doble, expreso, capuchino, etc. La carta se fue ampliando, el sabor se intensificaba o se suavizaba, según la saturación del elixir, el sabor cambiaba en el paladar.
En la década de los noventa, cuando trabajé para Sedes Diplomáticas árabes, tuve la oportunidad de conocer como preparaban el café con cúrcuma con el método del puchero, y con un sabor bastante intenso y espeso. Lo acompañaban de dátiles y riquísimos pasteles de ajonjolí o almendras.
Otro de los métodos era y es el de prepararlo con émbolo en jarras de vidrio, presionando el paso del agua por el harinoso polvo de la preciada simiente.
Ya entrado el siglo XXI, de repente llegó el café depositado en filtros individuales que evitaba la engorrosa tarea de cambiar los filtros, dado que se usaban y tiraban. Más tarde las cápsulas en todas las tonalidades, intensidades y sabores, con su correspondiente cafetera eléctrica de diseño ultramoderno, que, iba acompañado de la imagen del soltero de oro, el actor, George Clooney, y el slogan publicitario de Nespresso: “Rico, sensual, intenso, único”. Un humor inteligente provocaba la necesidad de incentivar esa sensación interna de crear las ganas de tomar el caliente elixir sin importar la hora. What else?, ¿Qué más? Que más podíamos pedir.
Las cafeteras domésticas poco a poco habían reducido de tamaño, facilitando y especializándose en sus matices. Llegamos a poder preparar un café de cafetería en la casa, espumoso, más o menos cargado, y con una máquina totalmente vanguardista. Con toda clase de accesorios y servicios, pudiendo hacer pedidos por internet.
La venta del producto también se fue sofisticando, pudiendo elegir el origen del café; arábiga, Colombia, Brasil, orgánico, torrefacto, y de varios tipos de semillas.
Bueno, llega el momento de la verdad. 2016, ciudad de Nueva York, o cualquier aeropuerto, estación de tren, hoteles y lugares de alto tráfico de personas, y ahí me veis, ante una enorme máquina con infinidad de posibilidades, llena de botones y opciones la cual he de elegir para tomarme una taza caliente en un vasito de cartón. Siento que la ignorancia tecnología me ha ganado la partida, que he de tomar un cursillo para saber que botón o botones he de presionar para poder tomarme la infusión. Hasta el pago se ha sofisticado, puede ser con monedas, billetes e incluso con tarjeta de crédito o código QRL.
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