Recurso Al Mandamiento
Enviado por leeshaoran • 4 de Diciembre de 2012 • 1.866 Palabras (8 Páginas) • 686 Visitas
EL RECURSO AL MANDAMIENTO DIVINO
Y SUS CRÍTICOS
EL RECURSO AL MANDAMIENTO DIVINO
El recurso al mandamiento divino consiste en apoyarse sobre los mandamientos de una divinidad para determinar el bien y el mal en el plano moral. Así, lo que está bien es lo que recomienda la divinidad; lo que está mal, es lo que prohíbe la divinidad.
Existen concepciones erróneas sobre el fundamento de los juicios morales tal como:
• La idea de que la moral ha estado esencialmente ligada, a lo largo de la historia, a la teoría del mandamiento divino.
• Todo el que cree en una divinidad está, en cierto modo, obligado a reconocer que los juicios morales se basan pura y simplemente sobre los mandamientos divinos.
Se puede, asimismo, objetar a estas falsas concepción que aun en las religiones tradicionales varía considerablemente la importancia que se atribuye a los escritos de origen divino. Cierto es que se encuentran grupos de creyentes fundamentalistas, por ejemplo entre judíos, cristianos y musulmanes, que consideran que se deben leer y seguir al pie de la letra los textos sagrados.
Para ellos, los juicios morales no son una simple aplicación de mandamientos divinos. Reconocen la existencia de esos mandamientos, mas para ellos sólo son un componente entre otros muchos, que sirven de elementos a la reflexión moral.
Los mandamientos divinos suelen provenir de documentos escritos que relatan una comunicación divina, de un testimonio oral, de la idea de un representante de la divinidad o de una experiencia de comunicación personal con la divinidad.
LAS CRÍTICAS
En primer lugar, se nota claramente que este análisis se basa por completo en la existencia de una divinidad. Si no se tienen buenas razones para creer en la existencia de un ser que posee propiedades absolutamente extraordinarias y que ha creado el universo, se desploma toda idea de mandamiento divino.
Existen también críticas de antiguos filósofos que aportaron importantes argumentos acerca de la influencia del mandamiento divino.
Presentaremos esas críticas apelando a un célebre diálogo del filósofo griego Platón (428 a.C.-348 a.C.), intitulado Eutifrón. Se encuentra allí una crítica no menos célebre de la teoría del mandamiento divino.
El diálogo comienza con un encuentro entre dos personajes: el filósofo Sócrates y un tal Eutifrón, cerca de un lugar en que se tratan asuntos jurídicos.
Sócrates está preocupado por un proceso por impiedad incoado contra él. En cuanto a Eutifrón, ha lanzado una acusación de homicidio contra alguien.
Al enterarse de que el acusado de homicidio por Eutifrón es su propio padre, Sócrates queda asombrado. Si Eutifrón acusa a su padre ello es, sin duda, dice Sócrates, porque éste ha matado a alguien muy cercano a Eutifrón, como otro miembro de su familia. Eutifrón le dice que la víctima no era miembro de su familia. Sócrates queda verdaderamente perplejo. Eutifrón hace notar a Sócrates que la piedad no se discute, que se debe ser imparcial, que la imparcialidad exige se hagan acusaciones cuando se cometan delitos y que no se deben tener en cuenta nuestros nexos familiares con las personas implicadas. Eutifrón precisa entonces cómo se cometió el crimen.
La víctima era un obrero que trabajaba en una granja perteneciente a Eutifrón.
Un día que estaba ebrio, se había lanzado contra un sirviente y le había cortado el cuello. Entonces, el padre de Eutifrón hizo atar de pies y manos al asesino, lo arrojó a un foso y mandó avisar al magistrado lo que había ocurrido.
El hombre abandonado en el foso murió de hambre y de frío antes de que nadie llegara con las órdenes del magistrado.
Eutifrón prosigue, diciendo que a algunos les ha parecido extraño que haga una acusación contra su padre, dado que no había matado intencionalmente al trabajador; que éste era, a su vez, un asesino, y que acusar a su propio padre era algo contrario a la piedad.
La discusión pasa entonces al nivel teórico. Eutifrón dice que no se debe hacer distinción alguna entre las personas y que sólo se debe saber una cosa: si se ha matado justa o injustamente. Si una persona ha matado justamente, no debe lanzarse acusación contra ella, mientras que si ha matado injustamente, hay que perseguirla. Además, añade, las personas consideran que Zeus es el mejor y el más justo de los dioses, aunque no ignoran que Zeus encadenó a su padre, Cronos, porque éste devoraba a sus hijos sin ninguna razón legítima, y porque el propio Cronos había mutilado a su padre por motivos análogos. Así, dice Eutifrón, quienes objetan lo que yo he hecho se contradicen, al admirar a Zeus y al reprocharme mi acción.
Sócrates pregunta entonces a Eutifrón si verdaderamente cree en esas historias de guerra, de conflictos y de combates entre los dioses. Eutifrón responde que sí. Sócrates prosigue, preguntándole qué hace que algo sea piadoso. Eutifrón responde enunciando la norma siguiente: lo que es caro a los dioses es piadoso, lo que no, es impío (dando por sentado que lo que es piadoso es moralmente bueno). Por tanto, es en ese terreno donde se va a entablar el debate.
Sócrates ataca entonces el criterio propuesto por Eutifrón, de tres maneras diferentes.
Si Eutifrón reconoce que los dioses no siempre están de acuerdo entre sí, debiera también admitir que sus desacuerdos seguramente no son por cuestiones fáciles de resolver, tales como “¿Es esto más grande que aquello?” o bien “¿Es esto más pesado que aquello?” Como en el caso de los seres humanos, los desacuerdos entre los dioses deben tratar, antes bien, sobre lo que es justo o injusto, sobre lo que está bien o mal, sobre lo que es bello o feo. Ahora bien, si los dioses están en desacuerdo en ese tipo de cuestiones, las mismas acciones podrían agradar a un
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