Reino maravilloso

                                                                                                                                           25/08/2015                                                            

POR: Carlos Mario Millan Guerrero

Esta es mi historia basada en la relatada por mi compañero Kevin Stuart Benítez Castilla:

La Princesa Perdida

Había una vez en un país muy muy lejano pero realmente hermoso; con paisajes lindísimos y cálidos climas, una pareja de esposos que vivían su “felices para siempre”, su vida no podía ser más feliz o eso creían; pues eran los dueños de todo el territorio, no conocían lo que era la pobreza y mucho menos la enfermedad, eran nada más y nada menos que los reyes de todo el territorio que los rodeaba, desde el océano del norte al océano del sur y del amanecer del este hasta el atardecer del oeste, sus nombre eran; el rey Carlos, valiente y justo, y la reina María, dulce y encantadora. Si había algo que los reyes querían y anhelaban, un heredero, ese sucesor al reino que además seria príncipe o princesa de todo lo que había, pero más que por eso, porque llegaría el fruto de ese amor que los reyes cultivaban a diario.

Un día el rey Carlos estaba en su trono real cuando vio entrar a su esposa la reina María por la puerta del castillo, a él se le hizo extraño la expresión inusual de su cara, entonces se dispuso a preguntarle que le sucedía:“¿Mi reina, que te pasa?”-dijo el rey-, “tengo que darte una noticia” -respondió la reina-, cuando dejó salir una hermosa sonrisa de su rostro y un mar de lágrimas brotaron de sus ojos: “¡estoy embarazada!”, y sin darle tiempo al rey para decir algo se abalanzó sobre él e hizo que se fundiera  en un fuerte abrazo, de amor, de felicidad.

El tiempo transcurrió y así nació y creció el amor por este bebé que estaba a punto de llegar a dar alegría a los reyes, y esperanza a los habitantes del reino. Le practicaron unas pruebas a la reina para saber como había evolucionado la gestación de su bebé, se supo que era una niña la que venía en camino, pero había un problema, ella traía una enfermedad muy rara la cual no la dejaría vivir por mucho tiempo después de su nacimiento. El rey Carlos preocupado, mandó llamar a sus consejeros para pedirles ayuda, los primeros no supieron que decirle al rey, pero faltaba uno por hablar, éste era el mas viejo, por lo tanto mas sabio, conocía del mito de una flor mágica que cura enfermedad con solo irradiar su poder, entonces el rey animado ordenó a todos sus caballeros y soldados que salieran en busca de esa flor, la que sería la solución para que su amada hija se sanara y llegara pronto a sus brazos.

Entonces así fue, todos y cada uno de los caballeros y soldados del reino participaron en esta búsqueda de la flor, día y noche, no descansaron ni para comer, hasta que por fin, tan solo una semana después encontraron la dichosa flor y sin duda la llevaron para presentársela al rey. Lo que no sabían, ni mucho menos se imaginaban era que la flor era de alguien, era propiedad de una malvada bruja llamada Gothel, que la usaba para recuperar su juventud, llena de furia quiso acabar con el que robó su flor, acabaría con el reino.

Pronto los caballeros regresaron a reino con lo que se les había pedido, el rey muy a gusto los mandó a descansar, tan pronto llegó la  flor empezaron a hacer una bebida con ella, para que la reina la bebiera, después de beberla solo quedaba esperar como reaccionaba su hija.

Al poco nació una hermosa bebé, la princesa ya estaba con ellos, una pequeñita rubia y  mejillas rojas, su nombre Rapunzel, fue el nombre que sus padres le pusieron, la felicidad se apoderó tanto de sus ellos como de la gente que esperaba su llegada. La bruja supo que su flor había sido usada para curar a la princesa pero ésta sabía que el poder de la flor no se perdería, asi que decidió robarse a la princesa recién nacida, para recuperar su fuente de juventud eterna. Fue asi como un día desapareció la princesa, sin rastro nada que dijera donde podía estar, sus padres se les acababan la felicidad y se convertía en una profunda tristeza, su princesita había sido robada.

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