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Rekacion Maestro Alumno


Enviado por   •  2 de Mayo de 2012  •  2.057 Palabras (9 Páginas)  •  693 Visitas

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La relación maestro-alumno* (extracto)

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La imagen interna y los demás

Es sabido que cada uno de nosotros, frente a una misma situación, reacciona de manera distinta. Ada Abraham2, a través de una investigación destinada a revelar y comprender el malestar y el hastío en la función educativa, mostró que existen distintas configuraciones de la imagen interna de un maestro. Son propuestas para poder pensar el lugar en el que nos situamos frente a un grupo y ante las autoridades educativas, ya sean coordinadores, inspectores, o directivos. Existen estas propuestas y seguramente habrá otras; se añaden además comentarios que permitan relacionar cada posición con las características de cada profesor.

Distintos modelos

La perfección

“No tengo problemas con la materia que imparto ni con los alumnos ni con las autoridades”, parece decir el maestro que posee una imagen idealizada de sí mismo.

Como la perfección no existe, esta imagen es una máscara forzada y mantenida a un alto precio. El profesor que piensa “todo está bien en mí” tratará de negar la existencia de conflictos en sí mismo y con los demás. A pesar de que en ocasiones reconoce internamente que la realidad es otra, no puede admitirlo abiertamente.

Como es tan difícil circular por la vida laboral con esta máscara, evitará a toda costa cualquier prueba que lo contradiga. Puede llegar hasta a evitar contactos personales y se va convirtiendo en una isla. Sostener una ficción siempre tiene un costo emocional. ¿Cómo acercarse afectivamente a alguien si eso lo expone a escuchar desacuerdos? Adopta una distancia “amable”, finge una cercanía “fría”, sonriente pero distante. Se pierde en el papel.

La autoridad como primacía

Un profesor que se identifica con los modelos autoritarios de su infancia buscará quedar bien con las autoridades profesionales. Ésa será su principal preocupación. Puede ocupar su lugar en el aula desde un modelo de “padre” solícito o desde el lugar del “tirano” que castiga y prohíbe, ya sea copiando los modelos que internalizó siendo pequeño, ya sea reparando y evitando los daños que recibió. El gran peligro es que, de manera inconsciente, se esté “cobrando” lo que él padeció. Por la razón que sea, el profesor autoritario permanecerá cerrado a los deseos infantiles, excluyéndolos o aniquilándolos. Pareciera un modelo arcaico, pero desafortunadamente aún existen personas que trabajan con niños y que no han aclarado suficientemente esta cuestión.

Solidaridad con el niño

Este profesor está satisfecho consigo mismo, es abierto con los alumnos y siente que la autoridad escolar no lo comprende. Se solidariza con los problemas de sus alumnos mientras estén en conflicto con la autoridad. Está convencido de que su misión es “liberar” al niño, mientras que actúa sus propios conflictos con las figuras autoritarias en su vida. Ésta es otra manera de escenificar las dificultades de crecimiento.

El problema son los demás

Cuando está satisfecho consigo mismo y con su quehacer, pero siente que los alumnos y la autoridad lo perciben de otra manera, el maestro puede llegar a pensar que él funciona muy bien pero que los demás no lo comprenden. “Soy un buen maestro, pero los alumnos son un desastre, y las autoridades nefastas.” Se apega a sus concepciones educativas aun cuando se confronten con lo que piden las autoridades o la experiencia en el aula. Si bien esto habla de una cierta seguridad en sí mismo y en sus conocimientos, la realidad es otra, y la aparente indiferencia frente a los que no lo apoyan provoca grandes tensiones. Para imponer esta configuración, el maestro buscará maneras de comprobar y sostener su posición. Los alumnos desastrosos serán útiles para apoyar esta postura, y puede llegar a “perfeccionarlos”. Por otra parte, desacredita las propuestas de la autoridad desde su experiencia y conocimiento, que pueden ser sólidos, pero que no le permiten ver dónde está el problema.

Abierto al cambio

En este caso, el maestro no se considera como un ideal, siente que tanto los alumnos como las autoridades lo perciben tal como es. Como no hay discrepancia entre las distintas imágenes interiores, estará muy abierto a las opiniones de los demás. No se avergüenza de sus deficiencias y acepta las críticas con disposición a cambiar. El riesgo es que si la sensación de descontento consigo mismo es elevada, tenderá a ser muy dependiente de las opiniones de los demás. Podría llegar a tener dificultades para ser autónomo y tomar decisiones necesarias dentro del aula. Sin embargo, dado que no tiene temor a ser desenmascarado, es una persona básicamente confiada. Si su trayectoria profesional se alimenta adecuadamente, podrá ir construyendo una práctica de la cual se sienta más satisfecho.

La angustia de ser desenmascarado

Parece bastante común entre los profesores la sensación de que los demás los aprecian, tanto alumnos como autoridades, pero que ellos mismos no están satisfechos consigo mismos y con su desempeño. “No se han dado cuenta de lo que realmente soy”, parecen pensar.

Se trata de esa máscara que el maestro acepta usar y que termina disfrutando, pues es halagadora y nutre su narcisismo. Sin embargo, el precio que paga es un aumento en la ansiedad frente a la tensión de ser descubierto.

Someterse para controlar al niño interior

En ocasiones, el profesor puede llegar a sentir la necesidad de controlar al niño que hay en él. Requiere del apoyo de la autoridad para no perder su lugar frente al grupo, de manera que los alumnos no perciban que se siente débil y es presa de los mismos deseos que ellos. Frente a ellos, compone una falsa imagen que requiere ser apuntalada y aprobada por la autoridad. Si le funciona, teme que los alumnos descubran el engaño. El juego de sus relaciones imaginarias es así: “No soy como yo quisiera ser, el director lo sabe, los alumnos tienen una mejor impresión, en comparación con la mía”. Un frágil equilibrio.

Ampararse en la autoridad frente al niño difícil

Algunos maestros no le temen a la opinión de las autoridades, sino a los alumnos: las diversas conductas que presentan son interpretadas como manifestaciones de rechazo y oposición. Y puede que lo sean, dada la actitud del maestro. La gran necesidad de defenderse no le

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