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Relación hombre-naturaleza en la novela La vorágine, de José Eustaquio Rivera


Enviado por   •  2 de Febrero de 2017  •  Ensayo  •  1.629 Palabras (7 Páginas)  •  1.454 Visitas

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Instituto de Estudios Eclesiásticos Padre Félix Varela

Ensayo de Literatura Hispanoamericana

Tema: Relación hombre-naturaleza en la novela La vorágine, de José Eustaquio Rivera

Autor: Yandry Fernández Perdomo, alumno de primer año de la Laurea en Humanidades

A mediados de la década del siglo veinte, según explica el investigador José Miguel Oviedo en su libro Historia de la Literatura Hispanoamericana, la novela del continente latinoamericano da un salto cualitativo tanto en términos estéticos como en convicción de que había otro modo de fabular propio de una colectividad que poco tenía que ver con la europea. Es una literatura que tiene el sabor propio y el perfil peculiar de la región o cultura de la cual y a la cual interpreta: la selva, la pampa, el llano, el Ande, etcétera. [1]

Por su parte, dentro de este marco literario, se destacó la novela regionalista o de la tierra. “Estas novelas tratan del mito, la religión, la magia, la lengua, la genealogía, la repercusión de los nuevos modos de producción en las sociedades tradicionales, lo que quedó de periodos anteriores, en suma, la totalidad de una cultura vista y descrita desde afuera a través de un narrador que sigue a un protagonista que viaja a la selva”.[2]

Por ello va a existir una importante y enmarcada interrelación hombre-naturaleza, que viene dada en gran medida porque los escenarios se dan, en la mayoría de los casos, a través de los espacios naturales. En este sentido, se destaca la obra de José Eustaquio Rivera como parte de la novela de la tierra con su obra emérita La vorágine, publicada por primera vez en 1924.

Esta obra narra la historia de Arturo Cova, quien decide emprender una aventura junto a Alicia, otra joven a la que su familia quiere casarla con un terrateniente. Para ello abandonan Bogotá para internase en las profundidades del llano o selva. Desde el comienzo de la obra, el autor desataca que estos dos personajes se unen como pareja, pero no se comprenden.

Durante el viaje de los encuentros con los personajes del Pipa, Don Rafo, la niña Griselda, Franco, Barrera y Clemente Silva dan una trama en la obra que no termina hasta sus últimos momentos: el rapto de Alicia por Barrera y su incansable búsqueda en la temible selva por Arturo hasta el trágico desenlace la desaparición de estos dos personajes en el llano.

La novela está narrada en primera persona y dividida en tres partes. El autor va contando lo que sucede a medida que avanza el tiempo, y sigue una linealidad en la estructura misma de la obra.

Con respecto al tema de la relación hombre naturaleza en La vorágine es importante recalcar el hecho del sentido de grandilocuencia que José Eustaquio Rivera dio a la naturaleza de la selva amazónica. “ La propia denominación de esta tipografía narrativa, proviene de su tema central el enfrentamiento entre el hombre y la naturaleza avasalladora, donde esta última lo devora”.[3] 

En la primera parte se describe a la naturaleza como lo desconocido. La reflexión inaugural sobre este aspecto la da el personaje Arturo Cova quien expresa su inicial despreocupación por la extraneidad del llano: “Casanare no me aterraba con sus espeluznantes leyendas. El instinto de la aventura me impelía a desafiarlas, seguro de que saldría ileso de las pampas libérrimas y de que alguna vez, en desconocidas ciudades, sentiría la nostalgia de los pasados peligros”[4]. Y, con las primeras descripciones de esa selva desconocida y a su vez peligrosa por parte del personaje Don Rafo, el autor empieza a construir el escenario de toda su novela: “Esta tierra lo alienta a uno para gozarla y para sufrirla. Aquí, hasta el moribundo ansía besar el suelo en que va a podrirse. Es el desierto, pero nadie se siente solo: son vuestros hermanos el sol, el viento y la tempestad. Ni se les teme ni se les maldice”.[5]

Pero, no es hasta la tercera parte que se explica aún más explícitamente el sentido de extraneidad del hombre con la naturaleza salvaje: “Esta selva sádica y virgen procura al ánimo la alucinación del peligro próximo. El vegetal es un ser sensible cuya psicología desconocemos (…) Bajo su poder, los nervios del hombre se convierten en haz de cuerdas, distendidas hacia el asalto, hacia la traición, hacia la asechanza”.[6]

La crítica del autor a las impetuosas economías que crecían por medio de la explotación a la naturaleza, son representadas por medio de ese cauchero que, siguiendo la lógica de empresas ligadas al capital extranjero, hace sangrar a la tierra y así queda evidenciado en el siguiente fragmento donde el personaje Arturo Cova reflexiona en este sentido en la primera parte de la novela: “El pensamiento de la riqueza se convirtió en esos días en mi dominante obsesión, y llegó a sugestionarme con tal poder, que ya me creía ricacho fastuoso, venido a los llanos para dar impulso a la actividad financiera”.[7]

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