Rimas Asonantes
Enviado por gardom • 28 de Marzo de 2014 • Informe • 365 Palabras (2 Páginas) • 385 Visitas
Rimas Asonantes
1. Cultivo una rosa blanca,
en julio como en enero,
para el amigo sincero
que me da su mano franca.
2. Verde que te quiero verde.
verde viento. verde ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
3. ¡Que miedo el azul del cielo!
¡Negro!
¡Negro de día, en agosto!
¡Que miedo!
4. Al llegar la medianoche
y romper en llanto el Niño,
y el establo se hizo vivo…
5. Las cien bestias despertaron
y se fueron acercando.
6. El establo se hizo vivo…
y alargaron hasta el Niño
como un bosque sacudido.
7. Bajó un buey su aliento al rostro
y se lo exhaló sin ruido,
y sus ojos fueron tiernos,
como llenos de rocío…
8. Una oveja lo frotaba
contra su vellón suavísimo,
y las manos le lamían,
en cuclillas, dos cabritos…
9. Con paso tardo, aunque firme
sube por las escaleras
y al verle, las alarbardas
un golpe dan en la tierra.
10. El tesón de la sangre anda de rojo
anda de añil de suelo de oro.
11. El empleado le dijo a su jefe,
por favor no se queje.
12. Llegué a la pobre cabaña
en días de primavera.
La niña triste cantaba,
la abuela hilaba en la rueca.
13. En donde esté una piedra solitaria
sin inscripción alguna,
donde habite el olvido,
allí estará mi tumba.
14. A cazar va don Rodrigo,
y aun don Rodrigo de Lara;
con la gran siesta que hace
arrimádose ha a una haya,
maldiciendo a Mudarrillo,
hijo de la renegada,
que si a las manos le hubiese,
que le sacaraía el alma.
15. Católico rey Fernando,
a quien ha enviado el cielo
desde Aragón a Castilla
para bien y amparo nuestro:
en nombre de Ciudad Real,
a vuestro valor supremo
humildes nos presentamos,
el real amparo pidiendo.
16. Al llegar la medianoche
y romper en llanto el Niño,
las cien bestias despertaron
y el establo se hizo vivo...
y se fueron acercando
y alargaron hasta el Niño
como un bosque sacudido.
Bajó un buey su aliento al rostro
y se lo exhaló sin ruido,
y sus ojos fueron tiernos,
como llenos de rocío...
Una oveja lo frotaba
contra su vellón suavísimo,
y las manos le lamían,
en cuclillas, dos cabritos...
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