Rompiendo Codigos
Enviado por orlan312 • 18 de Junio de 2013 • 1.038 Palabras (5 Páginas) • 255 Visitas
El tema central de Rompiendo códigos es el análisis del
cambio que representa la cultura de la posmodernidad respecto
de la llamada modernidad madura.
Según el autor, ese cambio –que la cultura del mundo
occidental ha venido experimentando en el transcurso de los
últimos cuarenta años– podría ser el más radical y profundo
en toda la historia de esta, desde sus orígenes en la época de
la Grecia Clásica. Documentos
* Flacso, Santiago, diciembre de 2010.
** Economista, ex presidente Banco Central de Chile. Vicepresidente BCI
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Estudios Internacionales 167 (2010) • Universidad de Chile
Para sustentar esta afirmación –no exenta de audacia– , él
distingue dos etapas en la evolución general de la modernidad.
La primera corresponde a la modernidad temprana, asociada
al Renacimiento y el humanismo y que marca la ruptura
con la cultura medieval.
La segunda es la modernidad madura, cuyo origen se remonta
a Descartes y a la Ilustración y que en buena medida
dominó el pensamiento filosófico de Occidente en el siglo XIX.
Esta distinción es de crucial importancia pues la reacción
posmoderna es contra la modernidad madura, no contra la
modernidad del Renacimiento. Es más, la posmodernidad aspira,
en no pocos aspectos, a asimilarse a ciertas características
de la cultura renacentista y en especial a recuperar su espíritu
inquieto y libertario.
Como se sabe, la cultura del Renacimiento estuvo marcada
tanto por su firme inclinación a prescindir de cánones o
modelos previos como por la pasión por inventar un mundo
nuevo. Se basaba en una razón imaginativa, creadora y
transgresora y fue encabezada por individuos inquisitivos,
particularistas y libertarios. Así, y como subraya el autor, la
modernidad generada por el Renacimiento fue audaz, abierta,
creativa y flexible.
Estos rasgos contrastan nítidamente con los de la modernidad
madura, cuya fuente de inspiración y rasgo dominante
fue un racionalismo extremo que supuso que la realidad tenía
una estructura fija y permanente, encarnada en la naturaleza
de las cosas y susceptible de ser revelada a los hombres por
la razón; que creyó en la universalidad de los valores y de las
verdades fundadas en esa naturaleza; y que pretendió construir
la realidad de acuerdo con ideas o modelos generales concebidos
de antemano. De hecho, para la Ilustración la razón
desempeñó el rol que la religión había jugado en el pasado
y para ella la naturaleza y la razón se encontraban siempre
en armonía. En definitiva, lo que ella se propuso fue dar una
explicación racional del mundo y de la historia, noción que a
su vez imprimiría gran inflexibilidad al pensamiento filosófico
y ético del mundo moderno.
Es en oposición a este racionalismo excesivo y rígido que
surge la respuesta posmoderna, cuyos gérmenes aparecen ya
en los albores del siglo XX; que se manifiesta en forma más
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clara en el período entre las dos guerras mundiales; y que se
extiende y fortalece en el último tercio del siglo pasado.
La posmodernidad niega el carácter exclusiva y absolutamente
racional del mundo o de la realidad y rechaza el valor de
las ideas universales y abstractas como la fuente o el paradigma
de las cosas. Para ella, estas existen en un contexto de singularidad
y fugacidad; frecuentemente no son lo que parecen;
a menudo cambian de significado o en un mismo momento
poseen más de un sentido. El mundo aparece así marcado
por la ambigüedad, la contradicción, la heterogeneidad y la
permanente presencia de más de una alternativa. En contraste
con la cultura moderna – que privilegió la homogeneidad, la
coherencia y la estabilidad de las
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