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Santa Catalina – el Monasterio de Arequipa


Enviado por   •  30 de Octubre de 2012  •  Monografía  •  24.388 Palabras (98 Páginas)  •  680 Visitas

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UBICACIÓN:

A dos cuadras de la Plaza de Armas.

HORARIOS DE ATENCION:

Las visitas son de lunes a domingo, el horario regular es de 9:00 am - 17:00 horas, en temporada alta este horario varia de 8:00 am a 17 y martes y jueves 8:00 am a 8:00 pm.

COSTO DE INGRESO:

SANTA CATALINA – EL MONASTERIO DE AREQUIPA

Exquisita obra que, a la manera de amigable guía, conduce al visitante por un recorrido “a pie o de memoria” por los recovecos del arte y la historia de esta querida joya la Ciudad Caudillo. Una ciudadela colonial de más de 20 mil m2, asentada en el corazón de Arequipa, pero aislada del mundo y asolada por terremotos y otras inclemencias. La apertura al mundo del Monasterio de Santa Catalina, después de 4 siglos de permanecer escondido, cambió el mapa turístico del Perú, y fortaleció la personalidad de Arequipa, su perfil y su destino. Además, permitió consolidar la conciencia de sus valores artísticos, históricos y arquitectónicos hasta convertir a Arequipa en uno de los polos de atracción turística más importantes del Perú. Se le suele comparar con el Monasterio de la ciudad belga de Gantes, cuna de Carlos V. No obstante, hay que señalar que el de Gantes es un Monasterio que se construyó al lado de una ciudadela –la ciudadela no afecta el espacio de la clausura. En 1969, no se tenía idea acerca de su potencial turístico. Más aún, el financiar su restauración requería una inversión prohibitiva para Arequipa. Se descartó la colecta pública o el futuro uso comercial de sus ambientes. Es en este punto crítico que emerge el amor patrio y la creatividad arequipeños liderados por un joven ingeniero, don Eduardo Bedoya Forga.

Su primera tarea es diseñar un plan financiero; conformar un capital y un grupo humano con la suficiente fe, conocimiento, nevada mistiana y fuerza telúrica que gestionara el quijotesco sueño: restaurar y regalar al mundo el Monasterio, y, no menos importante, realizar profesional, permanente y oportunamente cuanto trabajo de mantenimiento fuese menester. Es así que en años recientes se ha acondicionado nuevos servicios y una museología que es un atractivo adicional. Los sismos posteriores fueron también incentivos para trabajos de restauración y puesta en valor de nuevos espacios. La actual empresa que se encuentra a cargo del Monasterio es Promociones Turísticas del Sur S.A. Con la autorización del Monseñor Leonardo J. Rodríguez Ballón, Arzobispo de Arequipa, la empresa recibe la concesión de las Madres Dominicas, a cambio de la perspectiva de ingresos que generaría el boletaje y otro futuro pago de arrendamiento. La obra física estaría a cargo de la empresa constructora e inmobiliaria INARA S.A. La Carta de Venecia, el instrumento internacional sobre conservación del patrimonio arquitectónico, vería la luz recién en 1972; pero el 9 de noviembre de 1969 se dio inicio a la obra con aportes que coincidirían con los futuros postulados de la Carta y fueron elogiados por expertos propios y foráneos. Por su rigor y calidad, la restauración es considerada ejemplar. La obra se desarrolló durante 9 intensos meses, movilizó alrededor de 300 artesanos muy calificados, la tradición oral y bibliografía de las religiosas; y el liderazgo de las personalidades a las que la Región debe tanto: Eduardo Bedoya Forga, Gonzalo Olivares Rey de Castro, Luis Felipe Calle y Antonio Villa Calvo. La restauración partió de un respeto escrupuloso por la autenticidad de la Ciudadela; el estudio de la arquitectura, materiales y procedimientos de la Arequipa de los primeros días de la Colonia. El Monasterio restaurado es una hermosa lección viviente de historia, de arte y de arquitectura. La restauración de los murales corrió a cargo de los artistas españoles García Quinto. Los tonos de color que hoy luce el Monasterio son los descubiertos en el estrato pictórico básico de los muros originales. En la fecha jubilar de Arequipa, al conmemorarse el CDXXX aniversario de su fundación; y después de 391 años de clausura, el mundo contempló extasiado el Monasterio restaurado. En resumen, el libro es un valioso aporte a la historia de Arequipa y tiene el logrado propósito de “facilitar la mejor compresión de los valores y características que encierra tras sus muros centenarios.” Completa su encanto la excelente versión en inglés, incluida entre sus 180 páginas de historia y color.

UN POCO DE HISTORIA

El cabildo de la ciudad de Arequipa, en reunión del 22 de octubre de 1568, decidió poner en práctica un deseo que latía en el corazón de todos desde hacía mucho tiempo: tener en la ciudad un monasterio de monjas. Desde ese día, empezaron a organizarse y a tomar en serio ese deseo. Sin embargo, debieron pasar varios años para ver ese deseo hecho realidad.

Con el permiso correspondiente del Cabildo, que en nombre del rey de España tenía el derecho de patronazgo para fundar monasterios, se comenzaron a hacer todas las gestiones correspondientes.

Como fundadora se considera a doña María de Guzmán, una joven viuda sin hijos, de 36 años, que el 13 de agosto de 1576 ya manifestó su deseo de fundar un monasterio de monjas de la Orden de santa Catalina de Siena de los predicadores.

El 16 de julio de 1579, el obispo de Cuzco, a cuya jurisdicción perteneció Arequipa hasta 1600, firmó la correspondiente Provisión por la que autorizó la fundación eclesiástica del monasterio. El primero de setiembre se firmaron las capitulaciones u ordenaciones entre el Cabildo, Justicia y Regimiento de la ciudad (ahora diríamos Municipio); y el Vicario del obispo de Cuzco. Y se presentaron cuatro peticiones para monjas.

La primera, la de la fundadora María de Guzmán. Ella misma solicitó también la entrada de Gerónima de Sena como monja lega de toca blanca. Bartolomé Pérez, herrero, presentó la petición de su hija Juana Pérez. También presentó su petición doña Ana Gutiérrez, mayor de 24 años. Y el 10 de setiembre presentó su solicitud otra doncella, llamada Ana de Jesús. Las dotes que debían pagar fueron bajadas a 350 pesos de plata ensayada y marcada, además de 100 pesos de plata corriente, por ser las primeras.

El 12 de setiembre, María de Guzmán hizo la escritura de entrega de sus bienes para la fundación del monasterio, entregando una finca de seis fanegas de tierra, 1.000 pesos de plata ensayada y marcada, y otros bienes materiales con valor aproximado de 3.500 pesos. Y el día 13 de setiembre de 1579 comenzó propiamente la fundación, ya que recibieron el hábito las cuatro primeras aspirantes, incluida la fundadora.

Entre las cláusulas

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