MONASTERIO DE SANTA CATALINA AREQUIPA
Enviado por joaofbn • 28 de Junio de 2013 • 1.179 Palabras (5 Páginas) • 730 Visitas
Así como despedirse de Arequipa sin probar el incomparable ‘rocoto relleno’, el tradicional ‘caldo blanco’ o el irresistible ‘helado de queso’, sería imperdonable para quienes visiten la Ciudad Blanca, no incluir al Monasterio de Santa Catalina en su recorrido turístico también sería un terrible pecado.
Convertido en el más importante exponente de la arquitectura colonial arequipeña, el Monasterio de Monjas Privado de la Orden de Santa Catalina de Siena –nombre original– fue construido en un terreno de alrededor de 20 mil metros cuadrados para albergar a las hijas de las familias más distinguidas de Arequipa y, finalmente, fue fundado en 1579, a pocos menos de 40 años de la llegada de los españoles a esta ciudad.
Después de ingresar por sus impresionantes puertas de color marrón, el recorrido en su interior puede hacerse –previo pago adicional– con la compañía de una guía o, si gusta, puede optar por hacerlo por su cuenta, aunque en este caso se perdería toda la explicación y los curiosos detalles que se encierran tras estas inmensas paredes de sillar .
CONTACTO EXTERIOR
Iniciando el recorrido, lo primero que llamará su atención son cinco locutorios que servían para que las monjas tengan contacto con el mundo exterior. No obstante, a través de sus dobles ventanas –que además de no ser tan grandes estaban divididas por pequeños compartimientos por los que no ingresaba ni la mano de un niño– se evitaba el contacto físico con los visitantes.
A lo que se sumaba la presencia de una monja superiora ‘escucha’, quien no solo supervisaba las conversaciones entre familiares y monjas, sino que también vigilaba los paquetes que les eran entregados.
Saliendo de los locutorios, el Patio del Silencio, con el característico y vívido color de sus anchas paredes les dará la bienvenida. En este lugar, según nos explican, las monjas se reunían para rezar el Santo Rosario y leer la Biblia, pero en completo silencio, de ahí su nombre.
Desde aquí y en el resto de compartimientos del Monasterio, cientos de vistosos geranios rojos se convertirán en una constante durante su recorrido. Camino que tendrá como siguiente parada el Claustro de las Novicias, caracterizado por el uso del sillar caravista.
CLAUSTRO DE LOS NARANJOS
Varios metros más hacia adentro, tres bien cimentadas cruces verdes de madera –que forman parte de una tradición del Monasterio de Santa Catalina – le indicarán que se encuentra en el Claustro de los Naranjos, cuyo nombre se debe a la presencia, precisamente, de árboles de naranjo.
Construido en 1738, este compartimiento era el lugar elegido para que las religiosas representaran, durante los Viernes Santo, la Pasión de Cristo. De ahí que durante esta fecha el Monasterio permanezca cerrado al turismo.
Dejando atrás al Claustro de los Naranjos, la Calle Córdoba, una de las más bonitas del Monasterio, nos conduce hacia el resto de esta enorme ciudad. Esta calle no solo se caracteriza por la colorida belleza de sus maceteros con geranios rojos colgados a media ventana, sino que –según nos explican– mantiene cierta semejanza con la comunidad autónoma de Andalucía, en España.
Aunado a ello, en la Calle Córdoba se aprecia claramente la arquitectura de dos siglos diferentes. Hacia la derecha la arquitectura del siglo XVIII, con el uso del sillar antiguo que medía 40 cm. por 45 cm. y hacia la izquierda se puede divisar un moderno edificio construido entre 1968 y 1970, donde actualmente viven las monjas de clausura.
CALLES SEVILLA Y BURGOS
Al igual que Córdoba, las Calles Sevilla y Burgos también guardan increíbles encantos dentro del Monasterio. Al final de la primera, se puede observar la antigua iglesia de Santa Catalina, que posteriormente
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