Seguridad - Conceptos y problemas asociados

Valledupar Cesar,  02 de Septiembre de 2015

Alumno: Subintendente. WILFRIDO OSIA BOLAÑO.        

CC. 77’158.208

Celular. 3215059319

Correo electrónico: wilfrido.osia@correo.policia.gov.co

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TUTOR:

RESUMEN.

Presentación del problema en las últimas décadas:

Si bien las tasas delictivas son muy diferentes en los países de la región, sobre todo en lo concerniente a los delitos graves o violentos, en las últimas décadas -algunos sitúan el punto de inflexión a mediados de los años ochenta- el número de delitos y el consecuente sentimiento de inseguridad han crecido exponencialmente, en algunos casos se ha llegado a duplicar o hasta casi triplicar la tasa de victimización global en el periodo 1985-20003.

Esta tendencia parece validarse si tomamos en cuenta para el análisis los datos que ofrece el Latinobarometro4, a partir del estudio que realiza en los 18 paises de la región (con excepción de Cuba), con muestras poblacionales de más de 500 millones de habitantes5.

Una primera cuestión a considerar es que el fantasma de la desocupación constituye desde hace aproximadamente una década la principal causa de preocupación de la ciudadanía, problema que ha obtenido un 38% de adhesión en el año 2010.

Sin embargo, la percepción de la delincuencia como problema principal de la región aumenta sistemáticamente desde el año 2004, creciendo de un 9% a un 27% en la consideración de los respondientes en el año 2010.

Analicemos esta información a través de un ejemplo: en Nicaragua, como hemos observado (cuadro 2), el problema de la delincuencia no es relevante, solo el 1% de la población lo reconoce como tal, por el contrario lo problemas económicos convocan la preocupación del 78% de la población (cuadro 3); no obstante, el 29% de los ciudadanos reconoce haber sufrido delitos. Podemos concluir, que la delincuencia no alcanza el estatuto de “problema del país” dado el contexto de extrema dificultad económica en el que la ciudadanía desarrolla su existencia, y no porque no exista delito.

Hay países, siete en total, donde se da la situación inversa, en ellos son menos las personas que reconocen haber sido víctimas de delito, que las que declaran que la delincuencia es el problema principal del país. En este grupo el caso más extremo es Venezuela, donde un 64% dice que es el problema principal del país y sólo un 27% refiere haber sido víctima de delito, entre uno y otro porcentaje existe una diferencia de 37 puntos.

En resumen, la declaración espontánea de que la delincuencia es el problema principal del país es relativa. Ésta depende del peso de los otros problemas, así como de la agenda del país y de la evolución de la delincuencia en ese país. (Informe Latinobarometro, 2010).

Los datos compartidos contribuyen a demostrar que los porcentajes referidos a la tasa del delito y al sentimiento de inseguridad fluctúan uno con independencia del otro, siendo este último altamente sensible a la influencia de las otras variables intervinientes en el contexto.

Al respecto Lucía Dammert señala la necesidad de cuestionar la visión tradicional de la criminología clásica que explica el temor al delito sólo a través del prisma de la victimización. Esta mirada establece una relación directamente proporcional entre uno y otro término, si aumentara la tasa de delitos aumentaría entonces, proporcionalmente el sentimiento de inseguridad.

Las políticas públicas.

Si echamos una mirada panorámica sin pretensión de realizar un análisis exhaustivo, sobre el universo de las políticas implementadas en los últimos años en los distintos países de Latinoamérica observamos que a partir de mediados de los 90, se ha comenzado a producir un cambio de visión en la comprensión y abordaje de la problemática delictiva.

En el intento de bajar los elevados indices de delito y violencia, y acrecentar la confianza de la ciudadanía en las instituciones del sistema de suguridad y justicia, a la vez que modernizar el funcionamiento de las mismas, se impulsó un verdadero proceso de sustitución de procedimientos, doctrina y valores.

En algunos países se inicio un proceso de reforma institucional en las fuerzas policiales y en el sistema de justicia penal (Argentina, Brasil, Uruguay), en otros fue fundamental el aporte de las agencias de Cooperación Internacional que transfirieron a la región el saber acumulado como “buenas prácticas” a partir del desarrollo de experiencias y teorías de naturaleza preventiva probadas en Europa (fundamentalmente Francia, España y Suecia), finalmente un tercer grupo de países comenzó a replicar la propuesta anglosajona, perfeccionada en Norteamérica basada en el principio de “tolerancia cero” frente al delito.

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