Semántica del objeto

Para Barthes es parte del proyecto semiológico postulado por Saussure, que estudiaba la lingüística postulando que en algún momento sería parte de una ciencia mayor, la “ciencia de los signos” o semiología. Barthes acá esboza la respuesta a la pregunta de qué manera dan los hombres sentido a las cosas, diciendo que ya se sabe que los sonidos articulados, el lenguaje, tienen sentido, pero ¿cómo dan sentido los hombres en nuestra cultura a las cosas que no son sonidos?, para luego precisarla mejor viendo de qué modo significan los objetos en la sociedad contemporánea. Aclara que el sentido de significar es muy intenso y no debe ser confundido con comunicar: los objetos no transmiten solamente informaciones, sino sistemas estructurados de signos, en el sentido de Saussure: sistemas de diferencias, oposiciones y contrastes.

En la materia, es el texto que cierra el módulo de la primera parte del año y retoma necesariamente a Saussure y en algún sentido que ya veremos al Barthes de mitologías, texto ya trabajado cuando se ve semántica del objeto. Saussure para signo, que consiste en un significante y un significado, significación, connotación, sistema como estructura y el texto de Mitologías porque aquí se trata de algún modo de poder tomar distancia de los objetos para poder ver mejor cuáles son sus significaciones posibles, desde un lugar desplazado de quien simplemente los usa. Lo mismo hacía en Mitologías cuando estudiaba el modo en que la sociedad burguesa arma sus relatos acerca de sí misma para naturalizarlos y no ver la ideología que hay detrás de esa construcción.  En este texto sobre los objetos, Barthes termina diciendo que la naturalización del sentido de los objetos es un hecho ideológico, propio de nuestra sociedad. Y eso lo conecta con el texto sobre los mitos.

Ante todo, Barthes define la palabra objeto.

El objeto es lo que se ofrece a la vista, lo que es pensado, alguna cosa, lo que se opone a “sujeto”. Pasa entonces a las connotaciones de la palabra objeto: hay dos grandes grupos

-las connotaciones existenciales del objeto (cosa, inhumana, existente fuera del hombre, trabajada más estéticamente por ejemplo en pintores de naturalezas muertas, obras de teatro del absurdo, todas muestran al objeto huyendo hacia lo infinitamente subjetivo o hacia una especie de absurdo, en el que termina teniendo el sentido de un no sentido)

-las connotaciones tecnológicas, que son en este caso las que a Barthes le  interesan ya que dice “de aquí quisiera partir” para seguir adelante con el tema. Aquí el objeto se define como lo que es fabricado, como una materia finita sometida a normas de fabricación y calidad. El objeto se define entonces como un objeto de consumo. Estas connotaciones recaen no en lo subjetivo sino en lo social.

Dentro de este sistema, el objeto es definido como algo que sirve para alguna cosa, es absorbido en una finalidad de uso, en una función (es transitivo, sirve para actuar en el mundo, es una mediación) No habría un objeto para nada, y los que lo son (menciona los bibelots) tienen una finalidad estética.

Pero estos objetos no son instrumentos puros, como los vivimos habitualmente: suponen sentido. Están semantizados. Además de tener función, transmiten cosas: significan.

Siempre hay un sentido que desborda el uso del objeto (teléfono blanco, lujo, femineidad; teléfono burocrático; teléfono pasado de moda; biromes: simplicidad, sencillez) Ningún objeto escapa al sentido, aun los que tienen el sentido de no tener ninguno. Todos los objetos que forman parte de una sociedad tienen un sentido y esta semantización comienza cuando el objeto es producido y consumido por una sociedad (paenula romana, símbolo de la militariedad)

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