Sobre Espiritus Y Sueños
Enviado por jaraque • 21 de Mayo de 2013 • 726 Palabras (3 Páginas) • 258 Visitas
Sobre espíritus y sueños
Los ritos habían concluido. Caminé por la trocha que conducía a la plaza.
El centro era un lugar de referencia prácticamente profesional y personal: si quieres tener éxito recurre al centro; allí te darán las instrucciones necesarias para resolver tus problemas de cualquier índole (amor, dinero, profesión, etc...).
Salí, pues, de la ceremonia terminada y llegué a la plaza, doble la esquina, entré a mi casa.
Mi madre, católica y de otras ideas (incrédula a estos ritos) había trabajado todo el día. Al terminar sus labores se acostó y al quedarse plácidamente dormida soñó: un niño caminaba al frente dela casa, intentaba tomar un fruto del naranjo de enfrente que acababa de ser fumigado por las plagas, - no tomes esa fruta niño, que están envenenado- decía mamá en tono de consejo. El niño ignorando a la anciana toma el fruto, lo come y muere al instante.
Mamá llora en su sueño, en su cama, y una gota de agua marina corre por su rostro.
Yo entro a la casa de mi madre, a su aposento, ella llora. ¿Por qué llorará, me pregunto?, le pregunto, me cuenta el sueño, me parece tonto, me limito a hacer una mueca...
Pasan horas, días, meses y me olvido del tonto sueño. Mi madre, en cambio lo tiene presente. Yo ando de un lado a otro sin importarme (ya ni me acuerdo).
Prepararon una nueva sesión para mañana. Ya están listos los materiales: velas, tabacos, alfileres, plumas, inciensos, esencias, fósforos, estampitas de santos (que yo ni conozco y que ni aparecen en el calendario), un Cristo roído (que inmóvil no muestra si está de acuerdo con esta aquí, siento que se agarra al madero más que nunca), ramas verdes, otras secas así como otras cosas que tal vez ni hagan falta.
Mamá no sabe nada de esto, si se entera...
¿Sabes tú que Cristo, nuestro señor, no aprueba eso?- Dice mamá. A lo que pienso literalmente: a Cristo lo cargo en el bolsillo, má. Mientras aprieto el crucifijo en mi pantalón.
¿Crees tú que lo tienes en un bolsillo?, no es tan fácil, ¿oíste?- ¡me escuchó, es imposible, si sólo lo estaba pensando.
Parto de casa, mamá me recuerda su sueño, eso es una advertencia, me dice; ¿y a mi que me importa?, pienso.
Y la dejo atrás, sola con sus llantos y cursilerías. Si es tonta, creyendo que me puede pasar algo malo.
Camino unas dos cuadras, doblo la esquina mientras el Cristo de mi bolsillo cae al piso, perdiéndose entre las alcantarillas. Me detuve a recogerlo, ¿a recoger que?, no estaba por ningún lado. Un ave se posó sobre un asta sin bandera, era de carbón, de petróleo, de ébano, de noche, de muerte, ¡otra advertencia mamá?. Se esbozó una burla en mi rostro.
Sigo el camino, entro al centro. Un hombre tendido en el piso con velas a su alrededor se tambalea y grita. Entro, me siento en un banco rojo, era el único
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