Sociologia Y Salud
Enviado por bixita333 • 18 de Noviembre de 2012 • 3.378 Palabras (14 Páginas) • 1.648 Visitas
Vivimos en una sociedad que está experimentando un proceso continuo de cambio a un ritmo más rápido que en épocas anteriores. En este contexto encontramos a la sociología, ciencia nueva cuyo término fue acuñado por August Compte a mediados del s.XIX, y que tiene como objeto de estudio la vida social humana, de sus grupos y de sus sociedades. Otras disciplinas de las ciencias sociales (economía, ciencias políticas, antropología y psicología) también estudian temas que caen dentro del ámbito de la sociología
1.- LA SOCIOLOGÍA EN NUESTRAS VIDAS
El origen de la sociología tuvo lugar en un contexto histórico marcado por grandes cambios sociales y económicos propiciados por la Revolución francesa y la Revolución industrial. Algunas de las consecuencias de estas dos revoluciones son: triunfo de ideas y valores como la libertad e igualdad, la industrialización, el capitalismo, innovaciones tecnológicas, desplazamiento de los campesinos a las zonas urbanas donde se encontraban las fábricas, aparición de nuevas relaciones sociales y cambio en las costumbres personales.
Un punto clave fue la utilización de un enfoque científico en la sociología, algo esencial según Émilie Durkheim, necesario para sustituir las explicaciones tradicionales basadas en creencias religiosas e imaginarias por otras basadas en la racionalidad y objetividad.
Las características de la Sociología como ciencia son:
- Tiene objeto de estudio: el Hombre
- Tiene campo de estudio: la Sociedad
- Tiene sus propios métodos y técnicas para comprobar los hechos sociales.
- Cumple con el sentido de la “ciencia”: saber objetivo y racional de la realidad.
El sociólogo como investigador científico ha de ser éticamente neutral, debe ser capaz de distanciarse de sus circunstancias personales y desprenderse de todos los prejuicios. Es lo que Wright Mills denominó la imaginación sociológica, “que nos pide que seamos capaces de pensar distanciándonos de las rutinas familiares de nuestras vidas cotidianas para verlas como si fueran algo nuevo” y “nos permite darnos cuenta de que muchos acontecimientos que parecen preocupar únicamente al individuo en realidad tienen que ver con asuntos más generales” (1). La conducta humana no es tan individualista como pensamos, todos nuestros actos están determinados sociológicamente. El mejor ejemplo de ello es el estudio sobre el suicidio de Durkheim, quien considera que la principal preocupación de la sociología es estudiar los hechos sociales, exteriores al individuo pero que ejercen una coacción sobre el mismo (tradiciones, religiones, política…), creyendo que actúan libremente. Para Durkheim la finalidad de la sociedad es crear individuos a su imagen, es decir, el individuo es un producto de la sociedad. Y este producto se crea a través de la educación. Para Weber sin embargo, la sociedad no puede existir sin la acción de los individuos, y el punto de partida de estas acciones son los hechos sociales. A través de estas acciones los individuos establecen relaciones sociales y la sociedad es fruto de estas interacciones.
El ser humano es resultado de dos procesos, la evolución biológica y la social. Los niños comparten muchos rasgos biológicos con sus padres por un lado características físicas, y por otro, como la inteligencia o características de la personalidad y ciertas habilidades, que pueden tener un componente genético. El desarrollo de estas habilidades depende del entorno social del niño, entre otras cosas, de su posición social, ya que un niño de clase social baja con habilidades por ejemplo musicales, es probable que su familia no tenga los medios económicos para llevarle a una escuela de música donde desarrollarlas.
Los sociólogos consideran que el aprendizaje social es más importante a la hora de determinar la conducta humana que la propia naturaleza del individuo. La socialización del individuo es el proceso de adquisición progresivo de conductas, hábitos, normas, reglas y actitudes sociales con el fin de integrarse en ella. Tiene una gran importancia en las primeras fases de la infancia, pero dura toda la vida del individuo. La autoconciencia es uno de los rasgos más distintivos del ser humano, según George Herbert Mead los bebés y los niños empiezan a desarrollarse como seres sociales imitando a través del juego las acciones de las personas adultas que les rodean. Estos juegos evolucionan y a los 4 o 5 años pasan de ser meras imitaciones a desempeñar el papel de un adulto, Mead llama a esto “adoptar el papel de otro”, el niño aprende lo que significa estar en la piel del otro. En este punto los niños son capaces de verse a través de los ojos de los demás, al tomar conciencia tanto del “yo” como del “mi” se empieza a tener conciencia de uno mismo. El “mi” es el yo social.
Posteriormente, en torno a los ocho o nueve años, el juego se vuelve organizado y es cuando el niño empieza a comprender los valores y la moralidad por los que se rige la sociedad que le rodea, lo que Mead denomina el “otro generalizado”. Existen varios agentes de la socialización: la familia es el primero de ellos y el más importante, que acompaña al individuo durante toda la vida. Hoy en día socializa de forma más intensa porque hay una interacción más intensa con los padres y es un núcleo más aislado que en épocas anteriores. Aunque el modelo familiar cambia en cada cultura la importancia de la figura materna parece ser una constante en términos de afecto y base para posteriores relaciones con otros individuos. También influye en la socialización del niño la clase social a la que pertenece la familia, los valores, la educación, la disciplina… serán diferentes.
El segundo agente es la escuela, durante la infancia y la adolescencia, ha asumido funciones que antes eran de la familia y se han convertido en imprescindibles. Hay autores que han criticado el papel de las escuelas, junto con el de otras instituciones, por su contribución a perpetuar las desigualdades sociales y económicas. Ivan Illich estaba en contra de la escolarización obligatoria, cree que la escuela es una máquina de desigualdad social que sólo considera válidos los conocimientos adquiridos en este entorno y no por otros medios, estando vinculados a los imperativos económicos del momento. Apuesta por redes de conocimientos bidireccionales y de libre acceso. Basil Bernstein es otro de los autores que considera que la educación aumenta las desigualdades sociales, pero desde un punto de vista lingüístico, ya que los niños de las clases más bajas adquieren códigos que chocarán con los empleados en la escuela. Estos enfoques teóricos se relacionan mediante el concepto de “reproducción cultural” de Pierre Bourdieu.
El
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