TALLER DE LECTURA Y ESCRITURA
Enviado por Micaela Iglesias • 4 de Septiembre de 2022 • Documentos de Investigación • 1.633 Palabras (7 Páginas) • 57 Visitas
TALLER DE LECTURA Y ESCRITURA
2022
CLASE 4
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Continuamos en el “Eje 1: El aprendizaje en la universidad”
Nos ubicamos en relación a los contenidos trabajados…
- En la primera clase comenzamos a interiorizarnos en la problemática del ingreso universitario y el acceso a la cultura discursiva particular del ámbito académico y de la disciplina específica. Ustedes compartieron experiencias de su ingreso a la universidad.
- En la segunda clase y tercera clase, se incorpora el término alfabetización académica, la pertenencia a una comunidad discursiva y sus culturas académicas el acercamiento a conocer la biografía de una autora, todo ello en el marco de la construcción del rol de estudiante universitario. En esta clase ustedes establecieron diferencias entre el aprendizaje en la escuela secundaria y en la universidad.
En la cuarta clase focalizamos en las prácticas de Lectura y Escritura y su relación con el Aprendizaje, con este texto damos por finalizando el Eje 1.
El siguiente texto y actividad fueron extraídos del Manual de Lectura, Escritura y Oralidad para acceder a la Cultura Académica en la Universidad. Devalis Gabriela y Cernusco Carolina. 2020.
Las prácticas de lectura y escritura y su relación con el aprendizaje
Por qué hablar de prácticas?, porque los profesores, investigadores y estudiantes universitarios foman parte y comparten un mismo contexto que posee características específicas, las cuales inciden en las formas de actuación discursivas. El contexto académico universitario está conformado por conocimientos, creencias acerca de las características de la universidad, es decir, sus fines, las relaciones y las maneras de actuar; las cuales determinan las prácticas discursivas de comunicación de los que participan en esas interacciones.
De las diferentes prácticas de comunicación exitentes en la universidad, la lectura y la escritura, juegan un papel fundamental. “La concepción de la lectura y escritura como prácticas supone teóricamente un marco filosófico que las vincula a las formas de la praxis humana. Supone además, la consideración de que la actividad humana es un sistema de acciones, de relaciones epistemológicas, de información y transformación y que tiene carácterísticas sociales y culturales” (Pérez Abril, Rincón Bonilla, 2013, p. 127).
En este marco, se define a la actividad como una forma específicamente humana de relación con el mundo y de acuerdo a ciertos objetivos y medios. De esta manera la lectura y la escritura se constituyen en una construcción cultural que la humanidad ha creado, ya que persiguen objetivos, se soportan en diversos medios y generan efectos. Así “los procesos de comprensión y producción discursiva son actividades que deben ser comprendidas desde los contextos cultrales de donde surgen y se desarrollan” (Pérez Abril, Rincón Bonilla, & (coordinadores, 2013, p. 128).
En este sentido son prácticas culturales y sociales (Vigotsky, 1989; (Batjín, 2005 [1982, 1979]) resultado de un aprendizaje, son usadas por grupos sociales y por lo tanto están determinadas por el contexto en la que se originan. Desde esta perspectiva el grupo social condiciona las prácticas del lenguaje que se realizan a través de la lectura y la escritura. Así en la universidad ”los textos orales y escritos, relativos a los campos del saber que circulan organizan de una manera particular los conocimientos de los miembros de una misma función social” (Dorronzo, 2004, p. 2 -3).
Esto supone, hablar que las prácticas de lectura y escritura en el contexto universitario se convierten en herramientas fundamentales para que puedas aprender. En este sentido, es posible advertir que se trata de procesos interdependientes, es decir, que “(…) se encuentran en constante interrelación, una lleva indefectiblemente a la otra y existe entre ellas un enriquecimiento mutuo, por lo que se puede afirmar que no es posible una escritura eficiente, sin una lectura profunda que la preceda” (Caldera & Bermúdez, 2013, p. 249). Esto plantea la necesidad de lograr una integración entre ambas en el proceso de alfabetización académica en las propuestas de cada cátedra.
La lectura juega un papel muy importante en el proceso de escritura, ya que le brinda al lector estructuras textuales que le posibilitan expresar y comunicar sus ideas. “Esto significa que el estudiante [a través de la lectura adquiere] un modelo que utiliza de base para su propia escritura” (Caldera & Bermúdez, 2007, p. 251); por eso es fundamental promover la lectura de diferentes textos (ensayos, ponencias, informes etc). Durante la producción escrita la propia lectura permite mentener un hilo conductor entre las ideas escritas y las que se quieren plasmar en el papel. Una vez escritas se puede volver sobre ellas por medio de una reelectura, evaluando y corrigiendo el texto, según los objetivos, la estructura del texto y las convenciones de la lengua.
De este modo, la lectura y la escritura son procesos interactivos y dinámicos que posibilitan la construcción de significados, por lo que demandan una participación activa de un lector-escritor que pone en marcha procesos cognitivos complejos y hace uso de diversas estrategias. Ello le permite extraer, procesar, organizar, sistematizar y producir información. “Aprender contenidos implica aprender el lenguaje en el que se construyen esos contenidos, de manera que aprender el uso del lenguaje de una disciplina favorece también los procesos de aprendizaje de conceptos en ese marco” (Hillary, 1993 citado en Godoy & Moyano, 2016).
Así “la lectura y la escritura constituyen prácticas de importancia en la universidad y a las cuales [deberás] recurrir como parte de tus obligaciones académicas” (Bono, et al, 2016, p. 60). Por ello, los profesores deberemos ofrecerte diferentes actividades, donde la lectura y la escritura se relacionen, es decir situaciones en las cuales adquiera sentido la expresión de Vázquez al decir “leer para escribir” (2016, p. 64). Deberán ser instancias que involucran procesos profundos de comprensión de textos para arribar posteriormente a la producción de un escrito, en un proceso “recursivo que articula las dos prácticas de manera compleja dando lugar potencialmente a reorganizaciones cognitivas y por lo tanto el aprendizaje de conceptos” (Vázquez A. , 2016, p. 66). Esto evidencia, un proceso que supone no sólo “leer para escribir y escribir a partir de la lectura” sino también “leer y escribir para aprender”.
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