Trabajo infantil.

El Trabajo infantil debe asumirse como un problema social complejo y la educación como el elemento decisivo y eficaz para su erradicación, a través de la implementación de políticas públicas del Estado Nacional. Nosotros como educadores debemos integrar a los niños entenderlos porque se observa en el aula que no todos los niños tienen los mismos ingresos económicos.

El trabajo infantil obstruye la trayectoria educativa porque produce fatiga y dificultades para concentrarse en clase, inasistencias reiteradas y llegadas fuera de horario, falta de tiempo para realizar tareas escolares y bajo rendimiento académico, entre otros problemas. Sin duda, el trabajo infantil se constituye en una interferencia esencial para el desarrollo positivo de la escolaridad. Por otro lado, en las relaciones con sus compañeros hay un complejo de inferioridad por parte de los niños trabajadores marginándolos en diferentes trabajos grupales.

Nosotros como educadores tenemos contribuir  con el trabajo infantil supone un paso para conseguir la educación para todos, extender y mejorar la protección y educación integrales de la infancia, especialmente para los niños más vulnerables y desfavorecidos, como los que sufren la explotación laboral.

El trabajo influye de gran manera el desarrollo curricular de los niños porque presentan una serie de litigios como ser: se duermen en clases por el cansancio, inasistencias reiteradas, incumplimientos en la presentación de actividades complementarias. La escuela tiene encomendada una labor fundamental: transmitir saberes, valores y experiencias que constituyen nuestro patrimonio cultural. Frente al desafío de construir una sociedad más justa, por lo consecuente las relaciones interpersonales con otros educandos no son tan buenas por muchos factores como ser la falta de comunicación, marginación, etc.

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