UNA SECUENCIA DIDÁCTICA CONGRUENTE CON EL PROCESO DE APRENDIZAJE DE LOS ESTUDIANTES
Enviado por clubanita • 13 de Marzo de 2013 • 2.498 Palabras (10 Páginas) • 601 Visitas
UNA SECUENCIA DIDÁCTICA CONGRUENTE CON EL PROCESO DE APRENDIZAJE DE LOS ESTUDIANTES
Gustavo Daniel Gaona Vargas
INTRODUCCIÓN
La presente ponencia es un breve fragmento de un trabajo de investigación sobre las interacciones que se desarrollan en las aulas de la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad 111, en dos prácticas docentes distintas.
La intención de presentarlas a la comunidad educativa es compartir lo que se ha logrado construir como alternativa de mejora de la práctica en la que se detectó déficit de eficiencia.
Por las características solicitadas en el evento, se ha reducido en gran parte el discurso, tratando de conservar la línea vertebral del argumento que justifica la secuencia didáctica propuesta.
No es intención del autor de esta propuesta vanagloriarse con la propuesta de este trabajo, pues se reconoce que existen muchas investigaciones similares que aportan elementos valiosos. Sólo es afán compartir una respuesta que se construyó y que está dando buenos resultados.
Roles e interrelaciones entre el estudiante y el maestro
Desde la visión humanista todos los estudiantes son diferentes y únicos, seres con iniciativa, con necesidades personales de crecer, capaces de autodeterminación y con potencialidad de desarrollar actividades y solucionar problemas. Y para que construyan aprendizajes deberán de tener conciencia de la existencia de un problema y contar con un motivación intrínseca.
Por tanto, la tarea del docente, según los humanistas, consiste en partir siempre de las potencialidades y necesidades individuales de los estudiantes, fomentando una comunicación exitosa en el aula, además de mantener una relación de respeto con los estudiantes. Ha de dedicarse a la tarea de facilitar el aprendizaje.
La teoría humanista habla de que es función primordial del maestro convertir los salones en comunidades de aprendizaje, en donde todos aprendan de todos; en relaciones horizontales, honestas, afectivas y de confianza.
Para quienes se apegan a la teoría cognoscitivista, el estudiante es un agente activo procesador de la información, un individuo que tiene distintas maneras de aprender, pensar, procesas y emplear esa información; y aún más, un ser capaz de ir más allá de ella para construir su propia realidad. Por tanto, el estudiante es responsable de su propio aprendizaje.
Por lo que la tarea del maestro es la de fomentar el desarrollo y práctica de los proceso cognoscitivos del estudiante; identificando los conocimientos previos que posee, para presentar el material instruccional de manera pertinente, organizada e interesante.
Coinciden estas características con las señaladas por la teoría genética que reconoce al estudiante como un individuo que debe actuar física y mentalmente en todo momento, para formular sus propias explicaciones e hipótesis sobre los fenómenos sociales y naturales. Es un individuo que construye su propio conocimiento y que tiene derecho a equivocarse, pues debe aprender a superar sus equivocaciones y rutas erradas.
Así, la tarea del maestro a de ser la de plantear problemas y conflictos cognoscitivos que se traduzcan en experiencias significativas para el estudiante. Y a partir de ello, respetar los errores y las estrategias propias de sus educandos. Se enfatiza la particularidad de que el maestro debe promover que los estudiantes construyan su propio aprendizaje, por ello ha de disminuir en lo posible su nivel de autoridad en el grupo y evitar dar o pedir las respuestas correctas.
El psicoanálisis agrega que los estudiantes se oponen tajantemente a la enseñanza autoritaria, violenta y opresiva (Mendel, 1983); y sugiere que por ello deben de participar en la planeación y puesta en práctica del proceso docente, transformándose en agentes activos dentro de la institución escolar (Palacios, 1984)
La tarea del docente sigue en el plano periférico de la acción de aprender, debe de planear las condiciones de trabajo y plantearlas al estudiante para su discusión; ha de fomentar dinámicas grupales que favorezcan la democracia y la responsabilidad.
Hasta aquí hemos identificado que para estas cuatro teorías el estudiante es un ser autónomo y capaz de hacerse responsable de su propio proceso de aprendizaje. El maestro entonces, pasa a asumir un papel complementario en el acto educativo.
Si pensamos en aplicar estas recomendaciones a la práctica, sin duda surgirán varios argumentos en contra; pues nuestros estudiantes se han acostumbrado a tener el papel secundario en las sesiones en las aulas y el cambio generará indudables actitudes de resistencia.
Por ello, complementaremos esta información con las sugerencias que llegan desde las teorías conductistas y socioculturales, cuya característica es que consideran ese primer plano de dependencia, para que con la acción del docente se logre la autonomía en los estudiantes.
Los conductistas parten de que el estudiante es un receptor del proceso diseñado por el maestro y que actúa antes de ser reforzado. Es la calidad y pertinencia de esos reforzadores los que permitirán que las conductas se modifiquen o permanezcan.
El maestro, entonces, tiene la tarea de identificar los conocimientos previos (nivel precursor de la conducta) para diseñar situaciones de enseñanza (nótese la permanencia de la libertad en el dejar hacer en al estudiante) que estén programados en pasos cortos que no impliquen demasiada exigencia al estudiante y promuevan el gusto por aprender (apréciese la relación con la consideración de la zona de desarrollo próximo de Vygostky). Presenta esa situación de enseñanza a los estudiantes y monitorea constantemente el rendimiento que mantengan. Cuando sea necesario aplica las contingencias de reforzamiento, o modifica la situación de enseñanza. Al final, el maestro constata el logro de los objetivos.
En el caso de la teoría sociocultural rectifica que el estudiante es un ser activo y debe manifestar un alto nivel de involucramiento en la tarea. Pues será él quien determine si se puede o no continuar con el proceso.
Esta teoría organiza de manera más ordenada las intervenciones que ha de hacer el maestro en el proceso de aprendizaje. Primeramente, deberá de identificar con claridad el nivel de desarrollo real del estudiante para promover la zona de desarrollo próximo. Su intervención está polarizada en un esquema directivo al inicio y un rol de observador al final del proceso. Para pasar de un extremo a otro, el maestro ha de ser experto en la tarea o el conocimiento que está promoviendo, puesto que así podrá guiar con pertinencia proporcionando un “andamiaje” eficaz que permita que poco a poco las ayudas que brinda vayan disminuyendo. Se apoya de estrategias como el modelamiento,
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