UNO DE MIS MEJORES VIAJES.

UNO DE MIS MEJORES VIAJES

El objetivo principal es compartirles uno de mis mejores viajes de mi vida con mi familia, que todo empezó en vacaciones de verano, con una llamada de mis familiares de Estados Unidos, mis primos, mi padrino y mi madrina vendrían a México, por una semana a Zacapu-Michoacán, un pueblo donde mi padrino y yo nacimos. Después de recogerlos en el aeropuerto y darnos un fuerte abrazo, nos fuimos en una camioneta hacia Zacapu. En la carretera íbamos contando todo lo que nos había pasado, pues hace unos meses que no nos veíamos, todo eran un ambiente relajante, divertido y familiar, además de que nos llevábamos muy bien.

Nos parábamos cada minuto, por los restaurantes de la carretera, para comer todo tipo de comida mexicana, unas comidas deliciosas con un aroma que es inolvidable. Al final llegamos a Zacapu con la pansa bien llena. Claro, que cuando llegamos a Zacapu a visitar a nuestros familiares, nos recibieron con un banquete de comida ¡en cada casa que visitábamos! y como decirles que no ¡por favor! a nadie se le niega esa sazón de comida casera. Después escalamos el volcán Los Espinos, ¡inactivo claro!, porque ni de loco me subiría ahí si no lo estuviera. Tiene un lago precioso y por supuesto nadamos, el agua era tan clara, recuerdo ese olor inexplicable que diferencia a cada lugar. Aprovechamos las últimas horas de luz, antes de irnos a dormir para ir al lago Pátzcuaro, y nos fuimos a la plaza de Zacapu, por supuesto comimos los buñuelos y la nieve de pasta que tienen un sabor que no empalaga, dulce e inexplicable.

A si pues nos despertamos a las 5 de la mañana para irnos al lago de Pátzcuaro, también un lugar precioso, en el que nos hospedamos en unas cabañas grandes, llamadas Cabañas Misión Pátzcuaro, lugar que recomiendo por la tranquilidad, además que estas con el contacto de la naturaleza y cerca del lago, que la verdad no se puede pedir nada más. Desempacamos rápidamente y fuimos a recorrer las cabañas de todos, mis primos Alex, Arturo y yo nos quedamos en una cabaña con una litera de 4 niveles, rápido peleamos por las camas y yo me quede con la de hasta arriba, tenía una ventana con una vista al lago preciosa, una imagen que nunca se me va a olvidar. Cada noche encendíamos una fogata y cantábamos, jugábamos, comíamos, reíamos, contábamos cuentos y la verdad recuerdo cada uno de esas noches, nos quedábamos despiertos hasta las 4 de la mañana riéndonos y compartiendo solo un momento familiar.

Fuimos a nadar los dos últimos días. Rentamos unas canoas y parábamos en medio del lago y nos bajamos a nadar, pero el problema fue subir a las canoas, teníamos que hacer unas estrategias raras para subir, para que no se volcaran las canoas, pero pasamos un buen rato riéndonos de nosotros viéndonos fracasar al intentarlo. Finalmente, el último día por la noche, nos regresamos a la CDMX, ansiosos de que llegaran otras vacaciones para hacer más planes. Llego la peor parte para mí, que es la despedida. En el aeropuerto… un abrazo fuerte y caluroso, además de unas palabras solamente para expresar un “nos vemos”, un “adiós”, nunca me ha gustado eso. Pero ese viaje familiar con mis primos, mi padrino, mi mama y yo, fue inolvidable. En definitiva, los kilómetros es lo único que nos separa, porque siempre la familia a pesar de cualquier cosa, estamos unidos.

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