Un Infantil Accidente

Un infantil accidente

No sé por cuánto tiempo estoy así, pero espero que ya no tarde mucho mamá. Hace tanto que papá me escondió aquí y ya tengo muchas ganas de ir al baño.

Viene a mi mente la habitación oscura, la habitación donde paso las clases particulares que papá me ordenó: el piso sin alfombra deja ver la madera, sucia casi siempre; las ventanas opacadas por la caca de las moscas; el asiento grande y alto de don Bernardo y el enorme estante de libros empolvados. Una mesa de madera sirve de escritorio, y en su único cajón hay como tres o cuatro libros llenos de números y letras. Y las clases son aburridas, pero era mejor perder mi tiempo rayando hojas y hojas cuando se duerme don Bernardo que dar exámenes cuando papá llega de sus largos viajes. Siempre digo que es mejor escuchar los ronquidos que los palazos en mis nalgas. Aunque la verdad es que extraño a papá cuando viaja; siempre me asusta pensar en que cualquier rato se pueda molestar por algo que hice mal, pero igual lo extraño. Además, hoy es distinto.

Mi mamá bebe y llora. ¿Por qué llora mamá si nunca nos ha faltado nada, al menos nada comparado con lo que les falta a los niños que tocan la puerta para pedir comida y algo de ropa usada? Trato de imaginar qué es lo que la pone en ese estado, y varias veces pensé que era por el tiempo que papá no estaba con ella. Pero siempre que papá vuelve, ella nunca le recibe con una sonrisa. Es más, hasta creo que le odia porque todo el tiempo es grita que grita cuando se encuentran solos y yo finjo estar dormido en mi cuarto. Pero me quiere, mamá me quiere, sé que me quiere y hasta que me ama. Siempre me lo demuestra. Papá es malo, papá nos hizo daño y me acariciaba por horas. A veces ni iba al cuarto oscuro a ver a don Bernardo, me la pasaba con mi mami hasta que yo también lloraba. Yo soy su pequeño, su gordito. Y papá… papá puede que moleste a mami pero yo lo quiero, y sé que el también me quiere.

Mis amigos me dicen que es un poco raro que mi mamá no quiera más al bebé que a mí. Por ejemplo, Carlita tuvo un hermanito y sus padres lo mimaban más a él que a ella, y ni que decir de Pedro porque prácticamente él había desaparecido para sus papás cuando nació su hermanita Carolina. Y en los partidos de fulbito sobre la calle, los chicos de en frente se reían de mí diciendo ¿Cómo está el bebé de tu papá? ó ¿Ya conoces a tu nueva mami? No comprendía lo que decían, pero Pedro siempre me decía Son cosas de los grandes, no les hagas caso. Y ese momento todo estaba bien, pero en las noches me acuerdo de lo que me dicen. Algo no está bien en tu casa y es culpa de ese niño, enano tonto. Esos chicos son molestos hasta cuando no están junto a mí, pero hoy soy feliz porque yo mismo arreglé las cosas.

Pedro dice siempre que no hay que preocuparse por las cosas de los mayores, pero mi familia no estaba bien así que decidí crecer. Papá siempre

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