Una Cosa Es Turismo Y Otra Inmigración

Una cosa es turismo y otra inmigración

Un 18 de Diciembre de 1998 estaba con toda mi familia, preparados para pasar navidad y recibir el año nuevo en Santa Inés. Monte mi caballo, y me fui a cabalgar por la sabana, como de costumbre, viendo y disfrutando de la libertad en los hermosos paisajes que me rodeaban. Pero algo me llamo la atención, cuando vi al horizonte parecía acercarse cada vez más, hasta que su imagen se iba dibujando y podía notar que era como una larga fila de personas, camufladas entre el alto pasto y la tierra, hasta que fijándome bien vi que eran unos soldados, supuse que el ejército. Esto se me hizo extraño y emprendí mi camino de regreso a casa, le conté a mi madre lo que me pareció ver, y ella sin dudar me preguntó, si a quienes vi usaban botas de caucho o de cuero, pero no presté atención a eso, le dije. Mi mamá me explicó que las botas de cuero pertenecen al ejército.

En menos de lo que canta un gallo llegaron a la casa y no era precisamente el ejército colombiano, sino un grupo de mas o menos 70 guerrilleros. Esa noche nadie durmió, mi mamá y mi abuela estaban muy aterradas, y mientras tanto ellos cargaban sus armas largas de municiones, las movían, las agitaban, hacían sonar la palanca que tienen las ametralladoras al cargar, limpiaban sus armas en nuestras caras y comían de nuestra comida. Fue una noche de terror, solo pensábamos en la balacera que se formaría si las fuerzas armadas colombianas supieran que la guerrilla está en nuestra casa, lo peor de todo es que aún así lo deseáramos no teníamos la posibilidad de huir, mas bien rezábamos para que se fueran pronto.

Las navidades se arruinaron ese año y tan pronto el grupo paramilitar se fue de Santa Inés, de igual manera todos nosotros y por un tiempo largo nos mantuvimos lejos de ese sitio.

Yopal municipio colombiano, capital del departamento de Casanare, al nororiente de Bogotá. A dos horas aproximadas de camino está un pueblo llamado Paz de Ariporo y desde allí a cuarenta minutos llano adentro, vía caño chiquito se encuentra entre un inmenso terreno despejado una solitaria casa de dos plantas, es la finca Santa Inés.

Este lugar tiene una extensión de más de doscientas hectáreas de sabana para el recreo y criado del ganado. Aquí se hospedan los dueños y también los trabajadores, que están integrados principalmente por cuatro personas, comenzando por el encargado quién tiene la tarea de cuidar y responder por el ganado; en el caso de que alguna vaca vaya a parir, también por ejemplo si una de ellas esta enferma o como se dice en el llano “está engusanada”, tiene la labor de curarlas.

Sin embargo, no solo el cuidado del ganado es toda su responsabilidad, porque él debe saber y estar pendiente de lo que falta de mercado a la finca, debe abastecer de combustible el tractor, supervisar a los demás empleados y verificar que lo que les fue mandado a hacer sea el resultado esperado, para luego pagarles a cada uno de ellos.

Como es notorio, todas estas responsabilidades son de suma importancia, pero es mucha carga para solo una persona, por ello existe un estilo de secretario o auxiliar, en el llano se les dirigen a él como mensual. El tractorista forma parte de los trabajadores fundamentales en Santa Inés, tiene la tarea de preparar la tierra para sembrar el pasto o de hacer transporte del mercado cuando el terreno está de imposible acceso por el lodo que se forma cuando la lluvia no cesa.

En la cocina, empieza a oler a comida a las doce en

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