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VENZUELA Y LA INTEGRACION DE LATINOAMERICA Y EL CARIBE.


Enviado por   •  15 de Junio de 2014  •  4.040 Palabras (17 Páginas)  •  242 Visitas

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VENZUELA Y LA INTEGRACION DE LATINOAMERICA Y EL CARIBE.

I. LA ACTUAL ENCRUCIJADA DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES

El mundo de hoy se enfrenta, como una cuestión de supervivencia al imperativo de superar el modelo de la Globalización, resultante de la proyección del neoliberalismo en el ámbito internacional. Dentro de él se abre paso de manera alternativa un modelo democrático y justiciero de bienestar nacional y local, que pretende rescatar valores humanos y espirituales, mediante el establecimiento de una cooperación internacional solidaria.

Así como hay aspectos negativos, es innegable que hay aspectos del fenómeno globalizador que podrían ser aprovechados favorablemente. Es conocido que la Revolución de la informática ha servido para la concentración del poder comercial. Ella también podría servir para la democratización, la descentralización y la formación de coaliciones nacionales o internacionales de nuevos actores.

Pareciera que hoy en día se está inaugurando el tiempo del liderazgo de la sociedad civil, no comprometida con los grandes poderes económicos y políticos.

Lo anterior habrá de tener consecuencias en el mundo corporativo-económico, enfrentado a cambios profundos generados por su propia dinámica que incluyen, entre otras, la posibilidad de un nuevo capitalismo con sensibilidad social y ambiental.

En el desenlace de todo el anterior juego de fuerzas yace el futuro de las relaciones internacionales.

II. LOGROS TANGIBLES DE UNA POLÍTICA

Se han obtenido logros muy importantes en la promoción de los intereses nacionales en el exterior. La diplomacia venezolana es observada con sumo interés y respeto en todas partes del mundo, por su dinamismo, su apego a las normas del derecho internacional, por su disposición a promover un mundo multipolar y solidario. Particular énfasis se ha puesto en la defensa de la soberanía nacional, en el fomento de la integración latinoamericana y caribeña, en la revaloración del diálogo Sur-Sur y, por lo tanto, de los organismos multilaterales que agrupan a los países de América Latina y del Caribe, Asia y África. Venezuela ha tenido una amplia autonomía para aprovechar las oportunidades que ofrece la Globalización, así como para evadir sus amenazas y riesgos.

Al moverse con flexibilidad y audacia en la escena internacional, busca aliados e interlocutores en función de los intereses superiores de la Nación.

Para la promoción del diálogo Sur-Sur, Venezuela se inspira en las mejores tradiciones de solidaridad que atesoran sus pueblos, con el objetivo de impulsar políticas que contribuyan a lograr un desarrollo económico y social realmente humano.

Desde esta perspectiva se hace imprescindible el diseño de una plataforma que permita la realización de programas específicos en concordancia con los países del Norte desarrollado. De allí la importancia que otorga, por ejemplo, al fortalecimiento de foros como el Grupo de los Quince, el Grupo de los Setenta y Siete, el Movimiento de los No Alineados, el Grupo de Río y otros de concertación política y económica como la Comunidad el Mercado Común del Sur y la Asociación de Estados del Caribe.

Del mismo modo, Venezuela desarrolla una seria y responsable diplomacia petrolera. Ha contribuido al fortalecimiento de la OPEP mediante la defensa de los precios del petróleo; política que ha permitido una recuperación de éstos hasta niveles justos para los productores y aceptables por los consumidores, al tiempo que activa mecanismos, como el Acuerdo de San José, para favorecer con líneas de crédito a países centroamericanos y caribeños.

Venezuela se está moviendo fluidamente y sin complejos en el tejido de la globalidad. Mantiene las mejores relaciones con el país que más influencia tiene hoy en la arena internacional: Estados Unidos. Con él cultiva –y se propone desarrollar aún más– una relación de amistad y de respeto mutuo. Venezuela se propone ampliar sus vínculos con el país hacia el cual va el grueso de nuestras principales exportaciones y desde el cual viene la principal corriente de inversión extranjera.

Esta es una buena oportunidad para ratificar la indestructible amistad que existe entre el pueblo venezolano y el estadounidense, así como para subrayar que entre los gobiernos de ambos países existen las mejores relaciones diplomáticas.

Conviene a Venezuela mantener y desarrollar relaciones muy estrechas con países del mundo árabe y persa; ambos pertenecientes a la civilización islámica. La relación con este mundo no sólo es necesaria desde el punto de vista económico (ya que a él pertenecen países que integran a la OPEP), sino que, además, con la mayoría de ellos se tiene afinidades culturales, enraizadas en tiempos de la Venezuela colonial, a través de la influencia de la civilización árabe-islámica presente en la Península Ibérica, cuyo legado recibimos de la metrópoli española de entonces. Y deben valorarse, además, los aportes de las recientes corrientes migratorias que han dejado su impronta en la cultura nacional. Rechazar culturas que no forman parte de la tradición occidental, es una expresión de racismo y de discriminación cultural. Es obvio que, por muchas razones, a Venezuela le interesa impulsar las relaciones con el mundo árabe e islámico. Hasta ahora no se ha valorado la importancia que esos países y culturas tienen para nosotros. Baste mencionar que con los diez países de la OPEP, Venezuela apenas ha firmado siete acuerdos bilaterales. Y conste que, con algunos de ellos tenemos más de cincuenta (50) años de relaciones diplomáticas.

III: HACIA UNA POLÍTICA EXTERIOR DE NUEVO SIGNO

Venezuela, por razones históricas; amén de la identidad latinoamericana y caribeña cuyo patrimonio nos es común, mantiene con el gobierno y pueblo de Cuba relaciones amistosas. Se ha opuesto, como todos los países que forman parte del Grupo de Río, de la Comunidad Andina de Naciones y de la Asociación de Estados del Caribe, al bloqueo contra la isla y ha pedido su levantamiento para que este país se integre plenamente al circuito económico y político de las Américas.

Los cubanos en forma autónoma se han dado un modelo político-económico que Venezuela respeta. Que se valoren –como en efecto lo hacen analistas desprejuiciados– aspectos particulares de esa realidad no significa que haya planes para implantar en nuestro suelo el modelo cubano ni ningún otro modelo importado. Los cambios que cada pueblo realiza responden a realidades políticas, económicas y sociológicas, que siempre son únicas e irrepetibles.

Con Colombia mantiene Venezuela especiales relaciones de cooperación. La frontera compartida es la más dinámica del país. El intercambio comercial y las inversiones mutuas han alcanzado niveles considerables.

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