VIRGEN DE GUADALUPE
Enviado por marinabonita • 28 de Noviembre de 2012 • 2.623 Palabras (11 Páginas) • 687 Visitas
NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE
3. HISTORIA DE LAS APARICIONES [1]
Páginas: 1. Oraciones | 2. Novena | 3. Historia
• Las apariciones
• La curación de Juan Bernardino
• La tilma de Juan Diego
• La coronación
• San Juan Diego
El Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe es único entre todos los grandes centros de devoción mariana, porque aquí se ha conservado y se venera el hermosísimo retrato de María Inmaculada Madre de Dios, en la tilma del humilde indio, San Juan Diego (ver recuadro), que fue pintado por pinceles que no eran de este mundo.
LAS APARICIONES
Diez años después de la conquista de México, el día 9 de diciembre de 1531, Juan Diego iba rumbo al Convento de Tlaltelolco para oír misa. Al amanecer llegó al pie del Tepeyac. De repente oyó música que parecía el gorjeo de miles de pájaros. Muy sorprendido se paró, alzó su vista a la cima del cerro y vio que estaba iluminado con una luz extraña. Cesó la música y en seguida oyó una dulce voz procedente de lo alto de la colina, llamándole: "Juanito; querido Juan Dieguito". Juan subió presurosamente y al llegar a la cumbre vio a la Santísima Virgen María en medio de un arco iris, ataviada con esplendor celestial. Su hermosura y mirada bondadosa llenaron su corazón de gozo infinito mientras escuchó las palabras tiernas que ella le dirigió a él. Ella habló en azteca. Le dijo que ella era la Inmaculada Virgen María, Madre del Verdadero Dios. Le reveló cómo era su deseo más vehemente tener un templo allá en el llano donde, como madre piadosa, mostraría todo su amor y misericordia a él y a los suyos y a cuantos solicitaren su amparo. "Y para realizar lo que mi clemencia pretende, irás a la casa del Obispo de México y le dirás que yo te envío a manifestarle lo que mucho deseo; que aquí en el llano me edifique un templo. Le contarás cuanto has visto y admirado, y lo que has oído. Ten por seguro que le agradeceré bien y lo pagaré, porque te haré feliz y merecerás que yo te recompense el trabajo y fatiga con que vas a procurar lo que te encomiendo. Ya has oído mi mandato, hijo mío, el más pequeño: anda y pon todo tu esfuerzo".
Juan se inclinó ante ella y le dijo: "Señora mía: ya voy a cumplir tu mandato; me despido de ti, yo, tu humilde siervo".
Cuando Juan llegó a la casa del Obispo Zumárraga y fue llevado a su presencia, le dijo todo lo que la Madre de Dios le había dicho. Pero el Obispo parecía dudar de sus palabras, pidiéndole volver otro día para escucharle más despacio.
Ese mismo día regresó a la cumbre de la colina y encontró a la Santísima Virgen que le estaba esperando. Con lágrimas de tristeza le contó cómo había fracasado su empresa. Ella le pidió volver a ver al Sr. Obispo el día siguiente. Juan Diego cumplió con el mandato de la Santísima Virgen. Esta vez tuvo mejor éxito; el Sr. Obispo pidió una señal.
Juan regresó a la colina, dio el recado a María Santísima y ella prometió darle una señal al siguiente día en la mañana. Pero Juan Diego no podía cumplir este encargo porque un tío suyo, llamado Juan Bernardino había enfermado gravemente.
Dos días más tarde, el día doce de diciembre, Juan Bernardino estaba moribundo y Juan Diego se apresuró a traerle un sacerdote de Tlaltelolco. Llegó a la ladera del cerro y optó ir por el lado oriente para evitar que la Virgen Santísima le viera pasar. Primero quería atender a su tío. Con grande sorpresa la vio bajar y salir a su encuentro. Juan le dio su disculpa por no haber venido el día anterior. Después de oír las palabras de Juan Diego, ella le respondió: "Oye y ten entendido, hijo mío el más pequeño, que es nada lo que te asusta y aflige. No se turbe tu corazón, no temas esa ni ninguna otra enfermedad o angustia. ¿Acaso no estoy aquí yo, que soy tu madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿No soy tu salud? ¿Qué más te falta? No te aflija la enfermedad de tu tío, que no morirá ahora de ella; está seguro de que ya sanó".
Cuando Juan Diego oyó estas palabras se sintió contento. Le rogó que le despachara a ver al Señor Obispo para llevarle alguna señal y prueba a fin de que le creyera. Ella le dijo:
"Sube, hijo mío el más pequeño, a la cumbre donde me viste y te di órdenes, hallarás que hay diferentes flores; córtalas, recógelas y en seguida baja y tráelas a mi presencia".
Juan Diego subió y cuando llegó a la cumbre, se asombró mucho de que hubieran brotado tan hermosas flores. En sus corolas fragantes, el rocío de la noche semejaba perlas preciosas. Presto empezó a córtalas, las echó en su regazo y las llevó ante la Virgen. Ella tomó las flores en sus manos, las arregló en la tilma y dijo: "Hijo mío el más pequeño, aquí tienes la señal que debes llevar al Señor Obispo. Le dirás en mi nombre que vea en ella mi voluntad y que él tiene que cumplirla. Tú eres mi embajador muy digno de confianza. Rigurosamente te ordeno que sólo delante del Obispo despliegues tu tilma y descubras lo que llevas".
Cuando Juan Diego estuvo ante el Obispo Fray Juan de Zumárraga, y le contó los detalles de la cuarta aparición de la Santísima Virgen, abrió su tilma para mostrarle las flores, las cuales cayeron al suelo. En este instante, ante la inmensa sorpresa del Señor Obispo y sus compañeros, apareció la imagen de la Santísima Virgen María maravillosamente pintada con los más hermosos colores sobre la burda tela de su manto.
LA CURACIÓN DE JUAN BERNARDINO
El mismo día, doce de diciembre, muy temprano, la Santísima Virgen se presentó en la choza de Juan Bernardino para curarle de su mortal enfermedad. Su corazón se llenó de gozo cuando ella le dio el feliz mensaje de que su retrato milagrosamente aparecido en la tilma de Juan Diego, iba a ser el instrumento que aplastara la religión idólatra de sus hermanos por medio de la enseñanza que el divino códice-pintura encerraba.
Te-coa-tla-xope en la lengua Azteca quiere decir "aplastará la serpiente de piedra". Los españoles oyeron la palabra de los labios de Juan Bernardino. Sonó como "de Guadalupe. Sorprendidos se preguntaron el por qué de este nombre español, pero los hijos predilectos de América, conocían bien el sentido de la frase en su lengua nativa. Así fue como la imagen y el santuario adquirieron el nombre de Guadalupe, título que ha llevado por cuatro siglos.
Se lee en la Sagrada Escritura que en tiempo de Moisés y muchos años después un gran cometa recorría el espacio. Tenía la apariencia de una serpiente de fuego. Los indios de México le dieron el nombre de Quetzalcoatl, serpiente con plumas. Le tenían mucho temor e hicieron ídolos de piedra, en forma de serpiente
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