VISION DE ANAHUAC
Enviado por javzz23 • 9 de Mayo de 2013 • 931 Palabras (4 Páginas) • 436 Visitas
Visión de Anáhuac
Parte el año de 1915 y el señor Alfonso Reyes decide concluir su Visión de Anáhuac en Madrid, esto es, desde el centro mismo de la patria que un día lanzó a sus hombres en busca de las Indias, tras un ilusión notable que los conminó a soportar la desdicha y la desolación y a asumir una suerte de brutal mando, pretexto de conquistar nuevas tierras y otros hombres sin alma y sin promesa, para ofrecer a las autoridades reales una mapa extenso de fundaciones y riquezas que parecieron estar, más allá de los asuntos terrenales, en la mente de seres incitados por la exuberancia de una vegetación a modo de antesala del infierno, abundante en insectos, en hombrecitos lampiños, que traen tapadas sus partes, asombrados por la figura e imagen de seres mitad hombres, mitad animales, acaso porque se enfrentaban contra forasteros de grandes barbas que asesinaban con pólvora y bayonetas, con inclementes lanzas y brillantes espadas.
Que su estilo se haya cargado de alusiones e imágenes, de semejanzas e exageraciones en la patria de la reina doña Juana y de su hijo el emperador Carlos V, muestra de suyo la intención de recrear y percibir la historia del Valle que entonces fuera gobernado por el noveno emperador de los aztecas, Moctezuma II, cual un fabuloso Midas cuyo trono reluciera como el sol .El espacio físico que delimita la perspectiva del escritor que asombrara al mundo con la temprana escritura del lúcido ensayo Las Tres Electras del teatro ateniense, es aquel mismo que en el siglo XV permitió la salida de múltiples embarcaciones y la acumulación de incontables libretas y cuadernillos con historias asombrosas y relaciones de hechos y conquistas, para distracción o indiferencia tal vez de los Reyes Católicos, esperanzados en salvar su madre España de la pobreza económica, con los cargamentos de oro, multiplicados en el imaginario de sus conquistadores.
En 1982 García Márquez elabora una detallada lista de los momentos estelares de una historia apoyada en el delirio brillante de los conquistadores. Recordaba, en esa ocasión, cómo el continente americano había sido destruido por la locura de muchos dictadores y cómo las leyendas en torno a la riqueza del oro limitaron otro mapa de rutas y posibles hallazgos de valiosos tesoros, como el que debió pagarse por el rescate de Atahualpa y que sumaba entonces un millón cien mil libras de oro, cargadas por once mil mulas, que alguna vez salieron del Cuzco y nunca se supo de su destino. Desde España, país invadido por turcos y moros, que abrió las puertas de sus cárceles a muchos maleantes y caballeros de poco fiar con el fin de ofrecerles el perdón si emprendían rutas marinas hacia lugares inimaginados, a la busca de tierras y riquezas en nombre de la Corona, decide Alfonso Reyes volver su vista atrás, con el interés de aprehender y recrear, bajo el velo poético de su palabra desbordante, no ajena a la vitalidad sensorial que acapara
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