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Vajillas Y Cuberterias


Enviado por   •  12 de Septiembre de 2011  •  7.389 Palabras (30 Páginas)  •  485 Visitas

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Vajillas y cuberterías: elección, higiene y mantenimiento

La adecuada elección de la vajilla en función del alimento, así como su limpieza y mantenimiento, evitarán que el comensal sufra una intoxicación

El emplatado es el último eslabón de la cadena alimentaria antes del consumo. Loza, porcelana, vidrio templado, gres, metales nobles como oro y plata, incluso madera, son algunos de los materiales que, a lo largo de la historia, se han utilizado para elaborar vajillas. Sin embargo, no siempre han sido los más adecuados, a pesar de que el material de la vajilla determina su calidad, resistencia y grado de riesgo alimentario.

• Por MAITE PELAYO 26 de mayo de 2011

- Imagen: torrobaysalado -

La cerámica, principal material

Todas estas condiciones tienen que primar cuando se elige la vajilla, entendida como el conjunto de objetos que se utilizan en la mesa y que se relacionan con el acto de comer, como platos, tazas, fuentes, ensaladeras, salseras o azucareros. Otro aspecto esencial es que sus elementos puedan utilizarse en el microondas y, sobre todo, higienizarse en el lavavajillas, además de los gustos personales sobre formas y diseños. Ambas características se indican en la parte inferior de las piezas, con la leyenda o símbolo correspondiente.

La cerámica se somete a una estricta regulación de composición para evitar migraciones de sustancias no deseadas al alimento

La normativa técnico-sanitaria aplicable a los materiales en contacto con los alimentos contempla todos estos aspectos y exige que los componentes utilizados en la fabricación de estas piezas sean seguros y no comprometan en ningún momento la salud del consumidor. Uno de los materiales más usados en las vajillas, la cerámica, está sometido a una estricta regulación en cuanto a su composición. Los objetos de cerámica destinados a uso alimentario cuentan con unos niveles de migración de plomo y cadmio máximos admisibles.

La fabricación e importación de productos cerámicos que entran en contacto con productos alimenticios que no cumplen con los niveles máximos de plomo y cadmio establecidos está prohibida desde 2007. Los fabricantes o vendedores radicados en la UE deben adjuntar al producto cerámico una declaración de conformidad que asegure que el producto cumple con los requisitos de seguridad establecidos por la ley.

Loza y porcelana, principales diferencias

Tanto la loza como la porcelana son productos cerámicos, pero se diferencian en varios aspectos. El primero es la composición, muy distinta, aunque las dos tengan un aspecto blanco. Otra diferencia es la temperatura de cocción: la porcelana cuece a una temperatura muy elevada (alrededor de 1.300ºC), frente a la loza, que cuece a menos grados. Durante el proceso de cocción de la porcelana (a temperaturas muy elevadas), se registra un proceso de cristalización que impide que se formen poros en este material. El resultado final es un recipiente parecido al cristal, compacto y duro. No sucede lo mismo con la loza, que sí es porosa y, por tanto, menos apropiada para determinados usos culinarios.

Ambas pueden utilizarse en el microondas, siempre que no tengan decoraciones metálicas, mientras que la porcelana soporta mejor el calor intenso. Otra diferencia es el precio: la porcelana es más cara y sofisticada; la loza, en cambio, ha pertenecido siempre al acervo popular. La porcelana es un material obtenido con caolín (un tipo de arcilla), feldespato y cuarzo procedente de China, que no se fabricó en Europa hasta el siglo XVIII. Está considerada un verdadero artículo de lujo.

Vidrio templado, polímeros sintéticos y melamina

Las vajillas de vidrio templado, de color caramelo y muy populares en los años sesenta y setenta, tienen unas buenas propiedades desde el punto de vista higiénico. Resistente a golpes, no se descascarilla con facilidad, como lo haría la vajilla de porcelana o loza. Aguanta bien el choque térmico, de ahí que resulte apropiada para alimentos fríos o muy calientes, y es adecuada para el uso en microondas y lavavajillas.

Las vajillas de polímeros sintéticos, como el policarbonato, un tipo de plástico rígido y transparente que se emplea en botellas retornables de bebidas y en platos, tazas, biberones y recipientes, son ligeras, irrompibles y aptas para lavavajillas y microondas, aunque no soportan el calor intenso. Se utilizan tanto para salidas (camping, picnic...) como para vajilla infantil. El uso de bisfenol A en estos materiales plásticos en contacto con los alimentos se ha cuestionado por su seguridad. En breve entrará en vigor en la UE la prohibición de fabricar biberones de plástico con esta sustancia por sus posibles riesgos en la salud de los bebés.

La melamina también es un material utilizado para la fabricación de vajillas, aunque en este caso, a menudo, no son aptas para el microondas. La melamina es un producto químico utilizado en diversos procesos industriales, en particular para fabricar plásticos que se emplean en vajillas y utensilios de cocina, así como en revestimientos de latas. Hay restos de ese producto que llegan a los alimentos por contacto, sin causar problemas de salud, según constatan expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), pese a que la sustancia es tóxica a concentraciones altas, tal y como se demostró tras la adulteración con esta sustancia de leche infantil enChina.

Todos estos productos deben adquirirse siempre en lugares de confianza y, si son de importación, comprobar que llevan el distintivo CE de conformidad europea.

LIMPIEZA Y MANTENIMIENTO

Una buena limpieza y un adecuado mantenimiento garantizan que la vajilla se conserve en unas óptimas condiciones de uso. Una vez utilizada, deben retirarse los restos de comida y enjuagar con agua caliente. Este proceso debe realizarse lo antes posible para evitar que la comida se reseque, dificulte su limpieza, atraiga insectos y desarrolle gérmenes. A continuación, con un estropajo o cepillo, debe aplicarse el detergente mientras se frota la superficie, sobre todo, las zonas más manchadas o con adornos. Por último, se aclara con abundante agua caliente para eliminar el jabón y los posibles restos de suciedad, se deja escurrir y secar con un trapo limpio.

Si se prefiere, una vez retirados los restos de comida de los platos, hay que sumergir las piezas en agua templada con jabón, frotar con el estropajo y aclarar con agua caliente, escurrir y secar de la misma manera. Debe elegirse el lavado automático, ya que la elevada temperatura del agua asegura una correcta higiene y desinfección de la vajilla. Debe comprobarse que esta es apta para el lavado en lavavajillas.

Tanto la vajilla, cristalería y cubertería, como los útiles de trabajo, deben almacenarse una vez higienizados en un

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