Vicios De La Argumentacion
Enviado por Alestrellaca11 • 11 de Abril de 2015 • 7.274 Palabras (30 Páginas) • 395 Visitas
LA ARGUMENTACIÓN FALAZ
I. INTRODUCCIÓN
En el capítulo primero de este estudio se estudió la comparación que hace
Santo Tomás de Aquino entre los actos de la naturaleza y los actos de la ra-
zón: así como en el reino de la naturaleza se dan actos que ocurren siempre
de la misma manera (por necesidad), otros que ocurren no siempre, pero sí
la mayoría de las veces, y otros actos defectuosos donde “falla” alguno de los
principios que los origina, así también en el “reino de la razón” existen —se-
gún explica el aquinate— actos necesarios (los razonamientos estudiados por
la lógica analítica), actos por los cuales normalmente se concluye la verdad,
pero no con necesidad (los razonamientos probables o “persuasivos”, estu-
diados por la dialéctica y la retórica) y, por último, actos donde falla alguno
de los principios, dando, así, lugar a razonamientos falaces (estudiados por la
parte de la lógica llamada sofística).
Los dos primeros tipos de razonamiento señalados por Tomás de Aqui-
no, es decir, el razonamiento necesario y el probable, han sido tratados,
respectivamente, en los capítulos segundo y tercero del presente estudio.
Ahora es tiempo de referirnos al tercero de estos tipos de razonamiento: el
razonamiento falaz.
Los sofismas o falacias (del latín fallacia, que viene del verbo fallere, “en-
gañar”) son razonamientos incorrectos que tienen, al menos a primera vista,
apariencia de corrección. A veces se usan los términos “falacia” y “sofisma”
en un sentido más amplio, para designar cualquier razonamiento erróneo,
pero los lógicos prefieren reservar estos nombres para aquellos razonamien-
tos que parecen correctos, sin serlo.
La utilidad del estudio de las falacias es muy grande por varias razones;
la primera —quizá la más obvia— es que ayuda a descubrir las falacias con
que otros nos quieran engañar; la segunda, más importante aun, es que
ayuda a no engañarnos a nosotros mismos (o a otros) con nuestros razona-
mientos, es decir, nos previene contra esos vicios de la argumentación; una
tercera razón, mencionada por Aristóteles, es de orden lingüístico: como los
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sofismas, muchas veces, recaen sobre las palabras, el análisis de éstos puede
ayudar a conocer mejor los diversos sentidos en que se emplea cada palabra.
A lo largo de la historia se han hecho diversas clasificaciones de las fa-
lacias. Una de las más conocidas es la que presenta el mismo Aristóteles en
sus Refutaciones sofísticas, donde se mencionan y explican trece tipos de fala-
cia. Sin embargo, existen muchas otras clasificaciones, con muchos otros
tipos de falacias, enlistados según el grado de exhaustividad y, sobre todo, el
criterio de clasificación. Copi (1972, p. 82) menciona que la lista de falacias
más amplia que conoce es la dada por David Hackett Fischer en su libro
Historian’s Fallacies, donde se mencionan ciento doce de ellas.
II. FALACIAS FORMALES
Las falacias pueden dividirse, para su estudio, en dos grandes grupos:
las falacias formales y las no formales. Las falacias formales son aquellas que
inducen a error precisamente a causa de su forma, pues ésta, aunque es en
ellos defectuosa, guarda una semejanza superficial con esquemas válidos de
inferencia. En las falacias no formales, en cambio, el error no radica en la
forma del razonamiento, sino en la ambigüedad de las palabras que utiliza o
en la falta de conexión o pertinencia de las premisas con lo que se pretende
concluir.
Las falacias formales (y también las no formales) pueden ser práctica-
mente innumerables, pues, como dice el proverbio, hay pocos modos de
“dar en el blanco”, pero infinitos modos de errar. Sin embargo, a continua-
ción se enlistan algunas de las falacias formales más conocidas.
1. Falacia de la afirmación del consecuente
Un ejemplo de aplicación de este esquema erróneo de razonamiento
se ve a continuación: “si Juan tiene credencial para votar, entonces ya tiene
por lo menos 18 años. Juan ya tiene por lo menos 18 años. Por lo tanto, Juan
tiene credencial para votar”.
Como se ve, este tipo de razonamiento tiene una semejanza superficial
con la forma válida del modus ponendo ponens (o modus ponens cfr., supra, capítulo
segundo, apartado III); sin embargo, se trata de razonamientos muy distin-
tos, mientras que, de acuerdo con el modus ponens, dado un condicional, si se
afirma el antecedente del condicional, debe concluirse necesariamente su
consecuente, en la falacia de la afirmación del consecuente, en cambio, se presenta
un condicional, y lo que se afirma después no es el antecedente del condi-
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cional, sino su consecuente, lo cual no nos permite derivar correctamente la
conclusión pretendida.
2. Falacia de la negación del antecedente
Ésta se podría ejemplificar de la siguiente manera: “si Felipe nació en
México, entonces es mexicano por nacimiento. Felipe no nació en México.
Por lo tanto, Felipe no es mexicano por nacimiento”.
En el anterior razonamiento se pretende, erróneamente, negar el conse-
cuente de un condicional
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