Violencia-castigo
Enviado por lopezsilva • 18 de Julio de 2015 • 328 Palabras (2 Páginas) • 221 Visitas
Adolescencia: violencia y castigo
Norberto Alayón
Pareciera que cuando se habla de violencia, de aumento de la violencia, la
asociación más rápida y directa que hace la sociedad está referida al castigo
necesario para controlar dicha violencia, para reprimirla, para que no prolifere.
La primer pulsión, entonces, nos encamina a la ecuación violencia-castigo;
más violencia-más castigo; violencia precoz-reducción de la edad de imputabilidad,
para el castigo precoz.
Pensamos más en reprimir que en prevenir
La prevención La represión
Constituye una
acción madura, reflexiva, moderna. Por el contrario, encarna posiciones
de mero revanchismo, de disciplina miento socialmente diferenciado, de enmascaramiento de posiciones racistas.
Nos preguntamos, con Carlos Andrada (abogado y profesor universitario en la
UBA): "¿cuándo nosotros intervenimos en la problemática del menor, tenemos
presente a la realidad como una compleja construcción humana?, o tratamos de
encorsetar los hechos en ciertos modelos de normalidad, no necesaria ni ciertamente
compartidos entre nosotros y los menores. ¿Y en ese contexto puede dar algún
resultado esa insistencia dicotómica de admitir que el menor viva subhumanamente,
sumido en condiciones de pobreza y marginación y al mismo tiempo pretender que
observe una conducta que refleje parámetros de moralidad de clase media?"
La criminalización de la pobreza no es una ficción; es una terrible constatación
cotidiana y no sólo de esta época. Todos sabemos que, a menudo, se detiene y se
encausa a las personas por mera "portación de cara". eficazmente la violencia, si no se ataca
Por eso la prevención, que requiere de activas políticas públicas -tanto
globales como puntuales debe asumirse como el instrumento idóneo para la
disminución de la violencia.
La sociedad tiende a olvidar o desestimar el profundo significado de violencia
que entraña el padecimiento de pobreza cotidiana. La realidad de la pobreza, en sí
misma, es profundamente violatoria y violenta.
Conviene aclarar que no nos sumamos a esas posiciones discriminatorias y
estigmatizantes, que relacionan mecánicamente el aumento de la pobreza con el
aumento directo de la violencia. Y que entonces desde esa asociación sesgada concluyen en que los pobres son los principales delincuentes. La mayor relación de
los pobres no es con la criminalidad, sino con la criminalización de la que son objeto.
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