Vocaci{on Propia

Mis experiencias significativas en la docencia

Me desempeño como profesora hace 16 años, pero creo que lo he sido toda mi vida. Desde muy pequeña tenía inquietudes por la enseñanza, por la manera en la que aprendíamos y por lo bonito que era poder enseñar a alguien lo que uno sabe. Recuerdo con mis amigas de infancia jugar a la escuelita y yo siempre era la profesora. Esa experiencia y lo que viví con los docentes de mi escuela primaria, me llevaron a tomar la decisión de estudiar en la Normal Superior; un colegio bien reconocido por la formación de bachilleres docentes de alta calidad. Allí aprendí muchas cosas de lo que hoy es mi profesión, el amor y el compromiso por dar lo mejor y ser mejor para ellos cada día.

Siempre habrá alguien que marque el camino que debemos seguir, al egresar del colegio la pregunta siempre es la misma Y ahora que sigue? Aunque al terminar el bachillerato ya teníamos una carrera casi definida, muchos de mis compañeros cambiarían la ruta, porque el acercamiento con la pedagogía en vez de ser una afirmación de su vocación, fue el indicio más claro de que esta no era la profesión que querían seguir y algunos optaron por ser docentes como un trabajo más. Todo esto me hizo entender que si esta era mi opción de vida, sería la mejor o por lo menos me esforzaría cada día por serlo.

Una de mis maestras en el grado undécimo me dijo que yo tenía muchas habilidades para el inglés y me aconsejo estudiar idiomas o algo relacionado con esto y sin pensarlo mucho me presente a la universidad y estudié traducción. A esta edad uno no comprende lo importante que es saber elegir una carrera, una especificidad; pero la verdad es que siempre agradeceré este consejo pues los idiomas abren las puertas a otros mundos, otras culturas y amplían al máximo el panorama laboral.

Comencé a trabajar a la edad de 18 años, como profesora del grado tercero de básica primaria, en una institución que aunque era privada quedaba en un lugar muy deprimido de la ciudad, los estudiantes en su gran mayoría provenían de familias con escasos recursos económicos y eran carentes de los implementos necesarios para estudiar. Algunos de ellos no mayores de diez años, permanecían solos en sus hogares gran parte del día, pues sus padres debían trabajar para su sustento. En estas condiciones era complicado centrar en interés de los estudiantes en su educación y había que ser realmente creativo para motivarlos a aprender. Fue allí en ese lugar donde aprendí el valor de educar, pues cada niño era un universo diferente, tenía su ritmo de aprendizaje, necesidades e interese distintos y sus particularidades.

Uno enseña la mayoría de las veces como aprende y en este caso la metodología que utilizaba surtía frutos rápidamente, aunque con el tiempo aprendería el universo tan maravilloso que ofrece la universidad y el estudio permanente. Continúe con mi carrera en idiomas pero la traducción no ofrecía muchos conocimientos desde el campo pedagógico que era lo que realmente me interesaba. Así que sin pensarlo mucho cambie a una licenciatura en el idioma inglés, donde tenía muchas más asignaturas relacionadas con la pedagogía.

Comencé a trabajar en otros colegios y jardines infantiles como docente de inglés

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