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Volar No Cuenta Nada.


Enviado por   •  19 de Marzo de 2013  •  1.531 Palabras (7 Páginas)  •  379 Visitas

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¡VOLAR NO NOS COSTO NADA!

Mi hermano y yo queríamos ser astronautas, vivíamos en un pequeño pueblito en el norte del país donde las siestas son muy largas y nos dejaba imaginar cómo queríamos construir la nave que nos llevaría a conocer los diferentes planetas del Sistema Solar.

En una de esas tardes miramos nuestra alcancía y nos dimos cuenta que nuestros ahorros no alcanzaba para construir la nave.

Entonces se nos ocurrió juntar unos cuantos materiales como madera, clavos, martillo y algunas luces viejas que papá tenía olvidadas en un viejo galpón. Todo nos servía para fabricar una nave espacial, tal como la habíamos visto en la tele, y con mi hermano nos pusimos a fabricarla. Conseguimos un cajón de manzanas vacío, que usamos como habitáculo, en el transcurso de la construcción nos quedamos dormidos y soñamos que nuestro pequeño cajoncito, se transformaba en una Gran Nave llena de luces brillantes y multicolores. Nos pusimos tan contentos cuando vimos ese gran aparato, que la sonrisa no nos entraba en la cara. Entonces decidimos hacer el viaje. Apretamos un botón para encender los cohetes que impulsan la nave; Empezamos a subir y subir, miramos hacia abajo y observamos cómo nos alejamos del Planeta Tierra.

Salimos de la atmósfera y el primer planeta por el cual decidimos comenzar nuestro viaje fue Mercurio. Cuando llegamos descendimos, y nos sorprendimos porque no encontramos a nadie, no había plantas, ni animales, ni personas todo era muy desolador. Inmediatamente decidimos volver a nuestra nave, ya que se trataba de un planeta aburrido, no se podía jugar, ni correr. Subimos a nuestra nave y emprendimos nuevamente el viaje. Seguimos un tramo largo y apareció un nuevo planeta, llamado Venus, le dije a mi hermano,

- vamos a ver que encontramos allá, parece un buen lugar, para descender. Al bajar y pisar su superficie nos encontramos con un suelo rocoso, muy similar a la provincia de Córdoba, donde habíamos ido de vacaciones con papá y mamá, hacía mucho calor, por su proximidad con la Estrella más grande, el Sol.

Golpeamos las manos, hicimos ruido, gritamos, pero nadie nos contesto, y dije -¡qué raro que acá tampoco haya nadie!, ¿quién cuida este planeta? ¿A dónde está la policía?: nos preocupamos por que podían usurpar ese planeta y nadie lo evitaría, como pasa con algunas casas, igual a lo que vemos en la tele. Decidimos salir de allí, así que volvimos a la nave, apretamos el botón para despegar –Antes de eso nos atamos con un cordón a modo de cinturón de seguridad como nos enseñó papá- Y volvimos al espacio exterior a conquistar otro planeta. Pasamos cerca del Planeta Tierra pero seguimos porque ya la conocemos, ahí vivimos. Desde la nave pudimos ver lo linda que es, qué bien se ve su satélite natural, que es la Luna ¡Esta vez la vemos completa! ¡Qué celestes son sus océanos! ¡Cuánta agua! ¡Qué suerte que vivimos en ella! Pero seguimos nuestro viaje, nuestro próximo destino es el planeta Marte, “Planeta Rojo”. En el transcurso del viaje nos encontramos con un asteroide que venía hacia nosotros, con nuestras súper armas de rayo laser y mucha puntería logramos destruirlo, abriéndonos camino entre los pequeños pedazos del mismo.- ¡Mira allá esta Marte! En tres minutos llegamos, - le dije a mi hermano. Al llegar, estacionamos nuestra nave y descendimos de la misma con miedo, porque la abuela Emilia nos había contado que allí habitaban marcianos, hombrecitos verdes, feos y muy malos que nos harían comer la sopa o nos cocinarían como pasaba en los cuentos que ella nos contaba. Al salir de la nave no había nadie, estaba todo desordenado, mucho no se veía porque una capa delgada de gases cubría la superficie. Una vez nos contó la seño que en este planeta cabía la posibilidad de que hubiera agua congelada. También nos dijo que hay científicos en Estados Unidos, que por medio de un robot, buscan la forma de descongelar esa agua y tratan de crear una atmósfera en la cual pueda desarrollarse la vida, para tener un lugar adonde ir en el caso que la Tierra esté superpoblada.

Le dije a mi hermanito, - Vámonos de este planeta que me da miedo, y él contesto - “A mí también”. Corrimos a nuestra nave y emprendimos el viaje, pero al mirar hacia atrás

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