YO NO SABIA QUE LOS MUERTOS TAMBIÉN LLORABAMOS
Enviado por Lore Luna • 16 de Agosto de 2015 • Apuntes • 5.763 Palabras (24 Páginas) • 244 Visitas
YO NO SABIA QUE LOS MUERTOS TAMBIEN LLORÁBAMOS
Giselle Luna
Prólogo
Introducción.
Esta novela, no solo es un trabajo de español, y no fue tomada cono una obligación, sino que la escribi disfrutando cada palabra que plasmaba en el papel, aunque hubo que cortarla por que la fecha de entrega me estaba comiendo.
En esta novela, descargo una de mis teorias de mi propia idea sobre la muerte y lo que pasa después de ella.
En esta teoria, me agrada pensar que los muertos no van solos, sino con más muertos.
Esto es lo que le pasa a mauricio, un chico de 25 años que muere en un accidente automovilistico y en su camino a “un lugar mejor” va a conociendo a más gente que murio y va conociendo sus historias y al final...
Espero sea de su agrado.
“Vivir es lo más peligroso que tiene la vida”
-Alejandro Sanz-
Giselle Luna
Capítulo 1
¿Dónde diablos estoy?
Todo comenzó un miércoles por la noche, no pasaban de las 8:00 p.m. Iba conduciendo rumbo a mi casa, venia de visitar a mi madre. Fui a festejar mi auto recién sacado de agencia, pues desde que obtuve mi licencia, mis padres creyeron que no obtendría un auto propio, y hoy, recién cumplidos mis 25 años, obtuve mi propio auto, aunque fue necesario un buen plan de financiamiento, obtuve el auto que deseaba.
Iba cambiando la estación del radio cuando sentí una sacudida. Todo fue muy raro, no recuerdo más que después de sentir la sacudida, todo se obscureció a mi alrededor, y cuando volvieron a encender las luces, me percate de que había chocado con un poste. ¡No podía ser! Mi auto no llevaba ni tres días conmigo, ¡y ya tenia un golpe! Salí a ver que le sucedía a mi auto; Tenia todo abollado y el parabrisas roto, pero, cosa rara, tenia un golpe en la parte trasera, pero no había ningún auto u objeto que hubiera podido golpearme.
Intente llamar a la aseguradora, pero mi celular no tenía señal, así que como no era muy tarde, decidí ir a buscar un mecánico o alguien que me ayudara.
No había avanzado más de dos cuadras, cuando entré en pánico, aunque no sabia por que, sentía que algo me perseguía. Voltee para todos lados, pero no había nada. Decidí volver al auto, y cuando me hube topado con mi auto, no pude creer o que estaba viendo: mi carro estaba destrozado, con un árbol encima. No se le podía encontrar forma. Pero lo peor fue, sin duda, ver mi propio cuerpo dentro del auto. No parecía yo, tenia la cara destrozada, la estructura del auto me había roto ambos brazos y una pierna. No podía creerlo. Entonces... eso significaba que yo estaba... ¡muerto!
¡No podía ser! No podía creerlo, pero era verdad. Lo supe cuando llegaron las ambulancias y los paramédicos me cubrieron con una manta blanca.
Ni siquiera podía llorar. Estaba tan sorprendido. ¿Qué harán Mamá y Papá? ¿Y mis amigos? ¿Qué pasara con mi casa y mi dinero? ¿Quién pagara el financiamiento del auto? ¿Por qué maldita sea me ha pasado esto a mi? Aun tenia muchas cosas que hacer, muchos amigos que conocer. Aun no había alcanzado por completo mis sueños. Y ¿qué pasaría con Laura? Apenas había logrado que fuera mi novia, y ahora con mi muerte, se hecho todo a la basura.
No supe que hacer. La inercia me incito a caminar, y fue justo lo que hice, camine instintivamente por la calle en que había chocado, hasta que de pronto, como si me hubiese teletransportado, ya no estaba en la calle, sino en algo así como un bosque muy oscuro, pero muy tranquilo. Al principio me asusté, pero luego, ese bosque me dio mucha tranquilidad. Nunca me había sentido tan tranquilo y relajado.
¿En verdad estaba muerto? ¿Es acaso que se nos acaba la vida solo para venir a un bosque? Y, ¿a quien pude importarle ahora, sí ya estoy muerto? Ya nada tenia importancia ahora, aunque de verdad quería salir de aquí.
Sólo.. Seguí caminando.
Capítulo 2
Muerte natural
Yo seguía caminando bastante ¿asustado?, No lo sé, no podía describir la sensación. No estaba asustado (aunque
Tal vez debía estarlo) sino que me sentía como... tranquilo, pues aunque muy tétrico, ese bosque estaba lleno de paz.
Realmente no sabia a donde iba. Solo caminaba por donde me conducía la vereda. Di vuelta por un sendero donde había muchas hojas secas podía oír el crujido de estas al ser aplastadas por mis zapatos.
Recibí el susto de mi vida... o tal vez debería decir... de mi muerte, cuando alce la cara y me tope con un señor alto y bien parecido. Él era grande, pintaba algo como unos 80 años, aunque no se veía jorobado ni cansado; vestía muy elegante, llevaba un traje negro de cola de pingüino, camisa blanca con ligeros holanes en las muñecas y una corbata de moño negra. En el saco llevaba un pañuelo y una flor en e bolsillo. No se puede negar que, a pesar de lucir tan viejo, el señor aun lucia apuesto. Llevaba barba y bigote blancos, pero recortados muy afanosamente. En su cabeza, su cabelle era bastante escaso... pero... ¿quién rayos era ese señor? ¿Era él acaso la muerte?
--Perdone que le importune, mi buen y joven caballero-- Dijo con voz varonil, clara, firme y fuerte dirigiéndose a mi--¿ha visto usted a mi amada Catalina?.
--No-contesté con desconcierto--de hecho, de ser sinceros, no sé quien es Catalina, es más, ni siquiera sé quien es usted.
--OH!, Caramba, ¿dónde es que han quedado mis modales?--se dijo sorprendido a sí mismo--perdone usted--dijo dirigiéndose a mi esta vez-mi nombre es Felipe.
--Mucho gusto, don Felipe—dije al tiempo que le estrechaba la mano—Mi nombre es Mauricio.
...