¿justicia O Ley?
Enviado por angiepaola16 • 2 de Agosto de 2013 • 1.967 Palabras (8 Páginas) • 368 Visitas
¿Justicia o Ley?
Es natural en el hombre corriente, presentado en nuestro contexto jurídico como el destinatario de la ley, identificar al Derecho con la ley y no con la justicia propiamente dicha, ya que este distingue claramente entre la ley y la justicia, y que por ende, aquélla no es reflejo de ésta y viceversa. Esto se debe al carácter autoritario de la ley, inherente a esta, como orden emanada desde arriba, desde las oficinas de unos cuantos diplomáticos y juristas que pretenden regular la cotidianidad de la restante masa de ciudadanos con la que no muy frecuentemente se relacionan y de la que prácticamente nada saben ni conocen debido al abismo cada vez más ancho existente entre la clase de trabajadores manuales (proletariado) que se pasan la vida haciendo más cómoda la vida de sus opuestos, los “intelectuales”, la “gente culta”, los “civilizados”, entre los que encontramos a dichos señores de corbata y elegante traje al estilo europeo, que desde un amplio edificio gubernamental planean regir la vida del proletariado de manera que sea más sencilla su explotación física y mental, todo en aras de mantener el statu quo que los beneficia social, política y económicamente en perjuicio del 99% de la población. Pero ¿cómo puede explicarse que una minoría semejante logre dominar a la gran mayoría de los individuos y la sociedad? Pues en este punto es necesario remitirnos al Derecho, porque ese rechazo instintivo del hombre corriente guiado por el sentido común hacia la ley nos indica la raíz del problema en que nos vemos sumergidos en un sistema depredador en que el ideal de igualdad, justicia y fraternidad hace mucho desapareció gracias a esas castas dominantes que se apropian de los anhelos y sentimientos del pueblo para fines personales, específicamente, económicos. Es así como llegamos a esa unión entre política y economía efectuada en beneficio de la renaciente burguesía, utilizando el Derecho como instrumento caracterizado por el ya muy perdido monopolio de la fuerza, y los aparatos ideológicos del Estado, entre los que destacan la educación, esa arma masiva de adoctrinamiento y embrutecimiento que domestica las personas para no pensar, al lado de la Iglesia y los medios de comunicación que mantienen a la gente mas desinformada que informada, mediante sus muchas técnicas de manipulación y distracción. De acuerdo con esto, es correcto afirmar que en la mayoría de los casos la ley, como creación humana en busca de determinados objetivos personales, no es el reflejo de la justicia.
Sin embargo, aquí no termina la complejidad del asunto, pues es necesario inmiscuirnos en la ley misma para desentrañar los nudos en que nos envuelven como cadenas en nombre de la libertad y la igualdad, y es precisamente esa igualdad ante la ley de la que se gloría la burguesía la que encierra múltiples dificultades, ya que no sólo estriba en el argumento tan harto de que debe tratarse igual a los iguales, sino que el solo hecho de tratar igual a personas muy desiguales por naturaleza es ya una injusticia, ¿cómo podemos exigir la misma responsabilidad y por tanto dar el mismo trato a un obrero ignorante, irónicamente gracias a la educación, y a un hombre “culto” de la clase alta que es más consciente que el anterior de la situación en la que está inmerso y por tanto de las decisiones que tome o los actos que ejecute? Es muy conocido el argumento aquél de que la ignorancia de la ley no es excusa, pero es obvio que aquí el asunto va mucho más allá de la simple ignorancia, ya que además cada persona es un mundo, criadas en contextos diferentes, relacionadas con personas diferentes, con pensamientos diferentes, mejor dicho, diferente! Pero esto no se pasa por las mentes de esos doctrinarios que pretenden manejar la situación y tener la solución para todo como una especie de superhombres, omnipresentes y omnipotentes con la ley como suprema divinidad, ley creada irónicamente por ellos mismos como los sapiensales, llamándose a sí mismos intelectuales, cuando sus cabezas solo maquinan dogmatismos y rigideces como ciborgs programados y técnicos en mantenimiento de este sistema.
De esta forma, estos ciborgs del Derecho nos ofrecen un montón de fórmulas generalizadas y rígidas, como competencias y procedimientos pada darle formalidad al asunto, como buenos dogmáticos, ya que no es un secreto que las leyes que rigen la ciudadanía son meros textos susceptibles de ser interpretados según las conveniencias de quien interpreta. Lo único certero pues, es el formalismo de sus procedimientos y demás fanfarronerías, ya que la ley con sus vaguedades y ambigüedades en beneficio de los titulares del poder político que son quienes las establecen no podrán alcanzar ese ideal de justicia del que se vale todo ordenamiento jurídico, que se ha convertido como lo demás en mero formalismo, como por seguir el jueguito que empezaron los burgueses franceses como Roberspierre, ya que, por fortuna, el Derecho no siempre ha sido lo que es ahora, ese sistema que nos presentan como establecido apenas está en su pubertad, ya que el Derecho ha pasado por diversas y divergentes épocas y formas que contrarrestan con el modelo actual y que nos brindan y llevan a buscar alternativas para el futuro.
Siguiendo esto, nos encontramos con un contraste específico entre la relación existente entre Derecho, ley y justicia en las épocas medieval y moderna, repectivamente, ya que la ley como justicia emergida de la modernidad contrasta con la justicia como ley de la jurisdicción medieval. Este contrastación resalta aún mas en la forma en que es visto el Derecho, ya que en la civilización medieval el Derecho era un fin, era respetado como tal, en la modernidad por el contrario es un instrumento, frecuentemente transgredido. La jurisdicción medieval no pretende ser un ente omnipresente que abarque todas las áreas de la sociedad civil, sino que se concentra específicamente en aquéllas que están directa
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