Вreve reconocimiento para el rescate de la memoria en el mundo teatral contemporáneo
Enviado por laura56 • 16 de Junio de 2014 • Trabajo • 2.437 Palabras (10 Páginas) • 380 Visitas
• Introducción al sainete “Los límites entre la realidad y la representación, en sí artificiales, han sido suspendidos temporalmente, o quizás de manera definitiva”. Celeste Olalquialga
En estas páginas he tratado de bosquejar un breve reconocimiento para el rescate de la memoria en el mundo teatral contemporáneo. En primer lugar diré que el sainete es una comedia cómica, de carácter popular que pinta costumbres, satiriza vicios y errores de una época, y en eso, estamos de acuerdo. Empezaremos por definir: ¿Qué es el sainete? Breve pieza jocosa que con frecuencia pinta costumbres y satiriza vicios y errores. Propio del sainete son los estereotipos populares y la reproducción de su habla (incluyendo las particularidades fonéticas). La etimología “sayn” nos remite al “bocadito de gusto”, “pedacito de gordura, de tuétano”, con que los halconeros regalan a sus aves de cetrería. 1
En busca de un posible concepto…
El sainete es una breve pieza jocosa que con frecuencia pinta costumbres y satiriza vicios y errores. De carácter popular, solía representarse al final de las funciones teatrales. En el siglo XVII, sainete era un hombre genético y vago que algunas veces se aplicaba al entremés, más comúnmente al baile y a los finales de fiesta. Hacia 1606 se añade, al significado anterior, un aspecto lúdico que va estrechamente vinculado con los bailes. Por el año 1616 es utilizado como intermedio como un estimulante para el gusto del público que pedía, en las comedias, el tono musical. Sainete era, pues, toda pieza intermedia de cualquier género que fuese estrechamente relacionada con bailes y cantos. En las comedias españolas se introducía el sainete entre la segunda y tercera jornada y en el siglo XVIII, Ramón de la Cruz, creador del sainete moderno en España. En Venezuela tiene el sainete una larga y oscura tradición en corrales, plazas de mercado, o en aquellos mal iluminados teatrillos decimonónicos. El sainete también tiene su antecedente en los cuadros costumbristas de finales del siglo XIX. Como se ha manejado entre los estudiosos de la literatura venezolana, el costumbrismo nace como un medio de crítica. El texto del sainete tiene un carácter específico marcado por el estilo. Barrios sostiene que múltiples veces se ha acusado al sainete de conformista, pasatista; sustentador de valores tradicionales, incapaz de atreverse políticamente. De hecho, eso se observa en la mayoría de las obras conservadas, las cuales sobre todo parecen ocuparse de asuntos menores como la sinceridad y la honestidad en la interrelación con el vecino, y en ridiculizar las nuevas modas. Crítica epidémica, se ha dicho. Los pecados capitales quedan reducidos a hipocresía, pedantería, prejuicios sociales, viveza criolla.
Nuestro sainete se coloca, dentro del sistema teatral de la época, en las antípodas del “teatro de prestigio” o “teatro mortal”, según terminología de Peter Brook (1986), para referirse al teatro de apariencia suntuosa consumido por la élite. En Venezuela, el teatro no tiene fuentes propias. Es a mediados del siglo XIX cuando se inicia las representaciones teatrales, pero con obras extrajera. Como afirma Juan José Churrión (1991), el teatro como institución docente, como órgano didascálico de enseñanza positiva o siquiera como obra de simple entretenimiento no existió nunca en Caracas (…) Referímonos al teatro como función intelectual de ingenios patrios (p.13). Este especialista afirma que la carencia del teatro para la época de la independencia se debe, quizás, a la ausencia de escenarios para las representaciones, así como tampoco existían compañías de actores, ni siquiera aficionados. Monasterios (1989) dice que en Venezuela, el Teatro criollo se desarrolla en dos vertientes: una cómica satírica, con énfasis en la crítica política, el sainete y el apropósito; otra dramático-cómica, con énfasis en la crítica social (p.32). En la segunda vertiente se propone un conflicto dramático, que generalmente es familiar, se interpolan situaciones cómicas. Igualmente, interviene un personaje del pueblo que interpreta al “gracioso” y el protagonista pertenece a la burguesía. El dramaturgo centra su obra en situaciones de carácter social local. No hay profundidad en el tratamiento psicológico -individual- de los entes de papel, lo que se maneja son los tipos psicológicos, de las expectativas sociales generalizadas, de los status y de las funciones de una sociedad, orientada hacia lo tradicional que ya no existe. Históricamente la evolución del teatro criollo, se puede establecer desde principios del siglo XX, cuyo auge se fija entre los años treinta y cuarenta, y su decadencia, a finales de la década de los cuarenta. De esta época son importantes los dramaturgos Leopoldo Ayala Michelena, llamado el padre del teatro venezolano. Una de sus producciones más importantes, en este género, es “Almas descarnadas” (1921), Víctor Manuel Rivas con “El Puntal” (1933). “El sainetero no escribió para la posteridad; el sainetero escribió para su momento y circunstancias. El sainete se concibió efímero, transitorio. Rafael Guinand, por ejemplo, tuvo temporadas en que estrenaba uno cada semana. Lo importante era la experiencia del sainete: lo que pasaba entre escenario y auditorio. La popularidad del sainete, al igual que la de sus antecesores, tuvo una clave: complicidad con el público durante la representación. Las famosas “morcillas” llegaron a ser una institución: el actor suprimía, modificaba o añadía a los parlamentos originales de acuerdo con su inspiración y estado de ánimo, influido las más de las veces por la circunstancia del día, así podía tomar rumbos imprevistos”. 2 Como nuestro objetivo no es hacer una historiografía del teatro venezolano, sí creemos pertinente señalar, a grosso modo, las tres líneas básicas -con ligeras variantes, que depende de los enfoques críticos- que sostiene la armazón del teatro nacional. Así, que nuestra atención se centrará en cuatro sainetes: Salto atrás (1924) de Leoncio Martínez, Perucho Longa (1917), Yo también soy candidato (1939) de Rafael Guinand y Venezuela güele a oro (1924) de Andrés Eloy Blanco y Miguel Otero Silva.
En busca de los rasgos más resaltantes del sainete…
Leoncio Martínez (1889-1941), nace en Caracas. Fue caricaturista, escritor comediógrafo, poeta y en algunas ocasiones actor. Desde 1908, cunado cursaba estudios universitarios, se dio con el Cojo Ilustrado como poeta y como caricaturista. Escribe en el diario humorístico La linterna mágica, donde comienza a utilizar el seudónimo de Leo. En 1923 fundó Fantoches uno de los semanarios humorísticos más importantes de nuestro país. Fue cronista, cuentista y dramaturgo y dejó una variadísima obra, que todavía no ha sido suficientemente estudiada. Dentro de su dramaturgia
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