AFIRMACIÓN Y NEGACIÓN DEL PUEBLO COMO SUJETO
Enviado por Gianfranco Padula • 15 de Junio de 2021 • Resumen • 20.033 Palabras (81 Páginas) • 316 Visitas
AFIRMACIÓN Y NEGACIÓN DEL PUEBLO COMO SUJETO
En su “origen” el debate se halla configurado por dos grandes movimientos que contradictoriamente ponen en marcha el mito del pueblo en la política (ilustrados) y en la cultura (románticos); y en el que fundiendo política y cultura afirma la vigencia moderna de lo popular (anarquistas) o la niega por su “superación” en el proletariado (marxistas).
El pueblo-mito: románticos versus ilustrados
No puede comprenderse el sentido de lo popular en la cultura que se gesta en el movimiento romántico, sino por relación al sentido que adquiere el pueblo en la política tal y como es elaborado por la Ilustración.
Desde el inicio de la Reforma, vemos organizarse en torno de la figura de “pueblo” un nuevo sistema de legitimación del poder político que se ligará incluso a la defensa de ciertos derechos y valores populares, pero que a la vez ve en el pueblo una amenaza contra las instituciones políticas y el orden social. El pueblo es un legitimador del gobierno civil mediante la “voluntad popular”, pero carece de razón por estar sumido en la ignorancia y la superstición.
A la noción política del pueblo como instancia legitimante del gobierno civil, le corresponde en el ámbito de la cultura una idea radicalmente negativa de lo popular, que sintetiza todo lo que éstos quisieran ver superado, es decir, todo lo que viene a barrer la razón: la superstición, ignorancia y turbulencia.
El pueblo designa en el discurso ilustrado aquella generalidad que es la condición de posibilidad de una verdadera sociedad. El pueblo es fundador de la democracia no en cuanto población, sino sólo en cuanto “categoría que permite dar parte del nacimiento del Estado Moderno”. Una sociedad moderna no es pensable si no es constituida desde la “voluntad general”, y a su vez esa voluntad es la que constituye al pueblo como tal. (Rousseau)
La racionalidad que inaugura el pensamiento ilustrado se condensa en ese circuito y en la contradicción que cubre: está contra la tiranía en nombre de la voluntad popular pero está contra el pueblo en nombre de la razón.
Al descubrimiento del pueblo como productor de riqueza no se responderá con leyes, sino con filantropía: cómo hacer para ser justos con sus “necesidades humanas” sin estimular en el pueblo las pasiones oscuras que lo dominan. Así en el paso de lo político a lo económico se hará evidente el dispositivo central: de inclusión abstracta y excusión concreta, es decir, la legitimación de las diferencias sociales. Es en este movimiento en donde se gestan las categorías de “lo culto” y “lo popular”, como in-culto. Esta concepción esconde un modo específico de relación con la identidad social: el de la negación, el de una identidad que se constituye no por lo que es, sino por lo que le falta. Definición del pueblo por exclusión, tanto de la riqueza, como del oficio político y la educación. Sobre todo de la educación, porque es el modo que tienen los ilustrados de pensar la cultura, y donde la relación no podrá ser otra sino vertical: desde los que poseen activamente el conocimiento hacia los ignorantes, que se dejar llenar pasivamente.
El movimiento romántico introduce un quiebre en esta concepción de la política y la cultura. Es reacción crítica frente al racionalismo ilustrado, pero no es necesariamente reaccionaria. Al descubrimiento del “pueblo” los románticos llegan por tres vías que construyen un nuevo imaginario en el que por primera vez adquiere status de cultura todo lo que viene del pueblo:
- La exaltación revolucionaria dotando a la chusma y el populacho de una imagen positiva que integra dos ideas: las de una colectividad que unida tiene fuerza y la del héroe que se levanta y hace frente al mal.
- El surgimiento y exaltación del nacionalismo reclamando un sustrato cultural y un alma que dé vida a la nueva unidad política, sustrato y alma que estarían en el pueblo.
- Reacción contra la Ilustración desde dos frentes: político y estético. Reacción política contra la fe racionalista y el utilitarismo burgués que en nombre del progreso han convertido el presente en un caos, en una sociedad desvertebrada. Esto deriva entonces en una idealización del pasado y revalorización de lo primitivo y lo irracional. Reacción, o mejor dicho rebelión estética, se alza contra el arte oficial y el principio de autoridad clasicista, revalorizando el sentimiento y la experiencia de lo espontáneo.
Una pista de acceso al contenido de la idea de lo popular que trabajan los románticos se halla en la topología tendencial que señala el uso de los nombres y los campos semánticos que desde ahí se constituyen. Tres nombres que aparentando hablar de lo mismo, impiden ver el juego de las diferencias y las contradicciones entre los diversos imaginarios que movilizan: Folk, Volk, Peuple.
Folk y Volk engendrarán respectivamente la ciencia del folklore y el volkskunde, mientras que Peuple, en lugar de dar nombre a un saber, será una modalización cargada de sentido político y peyorativo (Populismo).
- Folk: tenderá a recortarse sobre un topos cronológico. El folklore nombra a la dimensión del tiempo en la cultura, la relación en el orden de las prácticas entre dos mundos culturales: el de la tradición (el mundo rural, configurado por la oralidad, las creencias y el arte ingenuo) y el de la modernidad (el mundo urbano, configurado por la escritura, la secularización y el arte refinado). Folk tenderá a significar la presencia acosante y ambigua de la tradición en la modernidad.
- Volk: tenderá a recortarse sobre un topos geológico. El volkskunde capta la relación entre dos estratos o niveles en la configuración “geológica” de la sociedad: Uno exterior (capas) formado por la diversidad, la dispersión y la inautenticidad, todo ello resultado de los cambios históricos. Y otro interior (núcleo) formado por la estabilidad y la unidad orgánica de la etnia, la raza. Volk significaría la matriz telúrica de la unidad nacional “perdida” y por lograr.
- Peuple: tenderá a recortarse sobre un topos socio-político. Su uso romántico habla ante todo de la otra cara de la sociedad constituida. Se refiere al universo de sufrimiento y de miseria del campesinado y las masas obreras.
La travesía de estos tres imaginarios nos habilita para pensar el componente ideológico en el romanticismo: el pueblo-nación de los románticos conforma una “comunidad orgánica”, constituida por lazos biológicos, telúricos y naturales, es decir, sin historia, como serían la raza y la geografía. Y al quedar sin sentido histórico, lo rescatado acaba siendo una cultura que no puede mirar sino hacia el pasado. Los románticos acaban así encontrándose de acuerdo con los ilustrados: culturalmente hablando, el pueblo es el pasado.
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