Accesibilidad en la vivienda

Accesibilidad  en la vivienda.

Es frecuente que las personas con discapacidad se encuentren  mucho tiempo dentro de sus hogares. Es allí donde se sienten más seguras y cómodas,  donde desarrollan las actividades principales de su vida y donde reciben a sus visitas. Pero no siempre estos espacios brindan el apoyo necesario, a veces se tornan hostiles, limitando las posibilidades de las personas que los habitan. Esta situación permanece invisibilizada, poco se habla de las condiciones de vida que se desarrollan “puertas adentro”.

La casa no es un espacio neutro. Es el territorio simbólico donde los vínculos familiares se ponen en juego para contribuir al crecimiento individual de cada uno de sus integrantes, y requiere de ambientes para compartir y ambientes propios. Por eso, es fundamental pensar los espacios de manera diferente, contar con  adaptaciones que brinden la mayor autonomía posible y faciliten a sus habitantes su propio desenvolvimiento en las múltiples tareas cotidianas. Desde esta perspectiva, es que las adecuaciones de accesibilidad se introducen como una estrategia positiva dentro de un plan familiar integral.

¿Por qué nos centramos en el barrio y la vivienda?

La vida cotidiana de las personas fluye como un continuo por distintos ámbitos. Cuando pensamos en una persona, en su desarrollo personal y la vida autónoma, se nos hacen presentes distintos escenarios que serán soporte del aprendizaje, del juego, del encuentro con otros.  La vida no se circunscribe a un espacio estanco. Por ejemplo, para un niño, su casa es importante pero también lo es la casa de los abuelos, la de primos y amigos; lo es la escuela y también el trayecto que recorre todos los días en el ir y venir.

La Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad reconoce el derecho a un nivel de vida adecuado para ellas y sus familias, lo cual incluye alimentación, vestido y vivienda (Art. 28). En cuanto a accesibilidad, contempla el derecho a vivir de forma independiente y participar plenamente en todos los aspectos de la vida (Art. 9).

Pequeños cambios posibilitan desarrollar la autonomía (dependiendo del grado y tipo de discapacidad), fomentar la autoestima,  aumentar la seguridad, minimizar situaciones que generen frustración y contribuir a que las relaciones familiares más saludables. Con adaptaciones que permitan realizar menos esfuerzo, se amplía el círculo de personas que puedan brindar asistencia. Esto alivia a quien generalmente cumple este rol (madre o pareja) y le permite mejorar el tipo de vínculo.

FUNDACION RUMBOS

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