Actitudes frente a la diferencia, a la alteridad cultural
Agustina RodriguezApuntes15 de Octubre de 2022
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Material de cátedra: Ficha 1 Tema 2
Actitudes frente a la diferencia, a la alteridad cultural.
Nos interesa analizar aquí prácticas que derivan de actitudes frente a quienes nos resultan diferentes y que no podemos ubicar como parte de un “nosotros”. Nos referiremos particularmente a las actitudes etnocéntricas, racistas y xenofóbica. Estas tres actitudes se relacionan de diferente modo entre sí pero tienen en común generar modos de exclusión de grupos o personas.
La actitud etnocéntrica se relaciona con ubicar a otros grupos, culturas o sociedades en una posición desvalorizada respecto de la propia tomando como fundamento el sentido común, y por lo tanto los prejuicios que de él se desprenden. El eje esta puesto en identificar rasgos culturas diferentes y asumirlos como inferiores.
La actitud racista genera un modo de exclusión que se considera fundamentado –legitimado- en una “teoría” científica de la raza. Como veremos, es una “supuesta teoría” (por eso la llamamos doctrina) ya que los supuestos sobre los que se basa no han podido ser probados por la ciencia.
La actitud xenofóbica, definida literalmente como "aversión hacia los forasteros y hacia todo lo que sea extranjero", se basa en una doctrina “nacionalista”, es decir en usar como argumento que la pertenencia a una nacionalidad específica supone determinados rasgos y características de sus integrantes que se presentan como amenazantes de las propias características de quien pone en práctica esta actitud. Pero como veremos, en tanto prácticas políticas de exclusión, en la práctica estas actitudes se presentan de manera a veces simultáneas, usando argumentos intercambiables entre sí.
En todos los casos, estas actitudes dan lugar a prácticas que funcionan como mecanismos de exclusión (una de cuyas prácticas concretas puede ser la discriminación) pero el punto de partida son procesos de identificación y distinción entre personas o grupos.
Por eso el trabajo del antropólogo, “consiste en saber hasta dónde se extiende el territorio de la identidad, y en dónde comienza el de la diferencia, y qué relaciones, exactamente, guardan estos dos territorios” (Todorov: 115). Es decir que la antropología ha tomado como propio este campo de reflexión y ha planteado distintas perspectivas de análisis al respecto.
En términos generales, el proceso identificación/distinción que está detrás de las tres actitudes se puede sintetizar de la siguiente forma: “’yo’ me identifico a mismo con un colectivo “nosotros” que entonces se contrasta con algún ‘otro’. Lo que ‘nosotros’ somos, o lo que el ‘otro’ es, dependerá del contexto.”[1] (Leach:50) Leach pone como ejemplos: si nosotros somos ingleses los otros son franceses; si nosotros somos hombres, los otros son mujeres; si nosotros somos blancos, los otros son negros. Así, el proceso de identificación es al mismo tiempo un proceso de distinción. Y ambos presuponen una clasificación del nosotros/otros, es decir, atribuir cualidades a los ‘otros’ en relación a nosotros.
En esta construcción de la identidad, los miembros de los otros grupos son transformados en un todo homogéneo y singular, de manera que el grupo aparece como una realidad empírica evidente. Y esta homogeneidad del grupo se logra mediante la selección de un número limitado de rasgos considerados característicos de los individuos que lo componen. Esta selección resulta esencial a los fines de poder reconocer a un individuo ante todo bajo las etiquetas correspondientes al grupo cuya existencia se desea afirmar: “negro”, “blanco”, etc. Esta esquematización de los rasgos seleccionados permite la distinción del grupo de pertenencia respecto de los demás y permite construir estereotipos con los cuales rápidamente podemos identificar al ‘otro”.
En ciertos contextos, estas actitudes se vinculan con relaciones de poder (dominación), que sirven para legitimar comportamientos violentos hacia el otro: discriminación, exterminio, exclusión.
ETNOCENTRISMO
El etnocentrismo toma como base de referencia a la etnia, un grupo que se define o es definido por su cultura. El considerar a un grupo como étnico –culturalmente distinto- fue un invento netamente antropológico que sirvió para distinguir a las personas unas de otras y evitar el uso de términos como el de primitivo o salvaje. Al no encontrar distinciones formalmente organizadas como la nación o el estado, el término ‘grupo étnico’ sirvió como un elemento delimitador. Con el tiempo, los grupos así designados por los antropólogos comenzaron a utilizar ese término para identificarse así mismo. Hoy, los q’om hablan de etnia q’om, por ejemplo.
El etnocentrismo implica una valorización positiva frente a las realizaciones del grupo con el cual me identifico y una valorización negativa frente a los grupos exteriores que se realiza mediante la proyección de parte del observador de conceptos, normas y valores del grupo de pertenencia. El etnocentrismo (...) parte de algo particular [lo familiar, su propia cultura] que de inmediato se esfuerza por generalizar (...) cree que sus valores son los valores. (...) La actitud etnocéntrica universaliza el contenido particular de su cultura o más concretamente, los valores de su cultura.
La justificación o la legitimación de la actitud etnocéntricas es el “sentido común”, donde la explicación de los fenómenos está en las cosas mismas porque se presentan como evidentes y transparentes. El sentido común parte de una verdad natural: “lo que veo es lo que es” por lo tanto la explicación está en la cosa misma: la verdad está en lo evidente y por lo tanto no hay cuestionamiento inicial. Es una explicación que no necesita demostrarse. Respecto a la alteridad, el sentido común se basa en un proceso de naturalización: es algo obvio, transparente, propio de la “cosa” y por lo tanto es un hecho natural.
RACISMO
El término “racismo” se utiliza comúnmente para hacer referencia a un comportamiento o práctica “que la mayoría de las veces está constituido por odio y menosprecio con respecto a personas que poseen características físicas bien definidas y distintas a las nuestras”. El racista toma como criterios diferenciadores de las “razas” propiedades inmediatamente visibles como el color de la piel, el sistema piloso, la configuración de la cara, etc. Es en el contacto con el blanco que la “negritud” adquiere significación (58)[2].
El término racismo también se usa para hablar de las “supuestas teorías” sobre la existencia de las razas humanas. A fin de distinguir estas dos cuestiones, Todorov, propone usar “racismo” para designar las actitudes y “racialismo” para hacer referencia a las doctrinas.
Se intenta explicar las diferencias culturales a través de utilizar argumentos biológicos, es decir, por ejemplo se atribuye a la herencia biológica las particularidades culturales de un grupo.
Hay algunos ideas que señalaremos que expresan las doctrinas racialistas:
- la existencia de las razas: el racismo parte del supuesto de la existencia de las “razas” humanas (es decir, de agrupamientos cuyos miembros poseen características físicas comunes y exclusivas) y asimila las razas a las especies animales (Todorov: 116).
- la continuidad entre lo físico y lo moral: para el racista, las “razas” no son simplemente agrupamientos de individuos con aspecto semejante. El racista postula la correspondencia entre las características físicas y morales. A la división del mundo en razas y moralidades le corresponde una división por culturas igual de tajante en tanto se afirma una relación causal entre ambos órdenes. Las diferencias físicas determinan las diferencias culturales. Esto supone que se acepta la existencia de una transmisión hereditaria de la cultura y que ésta no pueda ser modificada. (Todorov: 117) No nos olvidemos que, en ese contexto, lo natural, lo físico, lo genético tiene las características de lo fijo e inmutable: no se puede cambiar. De esta forma, si lo cultural está determinado “naturalmente” adquiere la característica de ser fijo e inmutable.
- la acción del grupo sobre el individuo: “el comportamiento del individuo depende, en gran medida, del grupo racial (...) al que pertenece” (Todorov: 118). Se plantea un determinismo absoluto: el individuo es impotente frente a la raza, su destino está decidido por sus ancestros y los esfuerzos de los educadores son vanos” (Todorov: 186).
- una jerarquía única de valores: la doctrina racista no solo afirma que las razas son diferentes, cree también –e intenta demostrarlo- que son superiores o inferiores, unas a las otras, lo que implica que dispone de una jerarquía única de valores conforme a la cual puede evaluar y emitir juicios universales. Esta escala de valores es, en la mayoría de los casos, de origen etnocéntrico porque el racista suele poner su propio grupo o etnia en el nivel superior de la jerarquía y por lo tanto considerar sus valores como superiores. Por ejemplo, en lo estético: mi raza es bella, las otras son feas; en el orden intelectual: nosotros somos inteligentes, los otros son tontos; en el moral: unos son nobles, los otros bestias. (Todorov: 118).
Para muchos teóricos (entre ellos Todorov) el pensamiento racista es un pensamiento que se va desplegando en Europa al impulso de la expansión colonial. Estas tesis sostienen que ese tipo de pensamiento se debió al colonialismo y a las conquistas de Europa. La ideología racial sirvió de justificativo de esa conquista. El discurso racista fue un intento de justificar la desigualdad social o política a través de las diferencias “naturales” (Malik:71).
Estas ideas, tuvieron lo que se denomina “un efecto de teoría” no sólo sirvieron para legitimar prácticas sino que se tornaron elementos “naturales” del sentido común. Así como dice Marks, muchas personas están “íntimamente” persuadidas de que las clasificaciones que establecen los científicos para ordenar la naturaleza están basadas en hechos naturales, “olvidando” que esas clasificaciones “están cargadas de cultura”.
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