Biblioteca Nacional

Honduras tendría que esperar hasta 1876 y la instalación de la Reforma Liberal, con su principio básico de orden y progreso, para que se iniciara todo un proceso de cambio y transformación en aquella Honduras desangrada y dolida. Dos figuras importantes Marco Aurelio Soto (1846-1908) y Ramón Rosa (1848-1893) como Presidente y Secretario de Gobierno respectivamente se rodearon de hombres de gran valía para llevar a cabo su tarea.

Es así que cuatro años después de haberse instalado este gobierno, una vez establecidas las bases jurídicas necesarias, se crea el 11 de febrero de 1880, mediante acuerdo la Biblioteca Nacional de Honduras designando al doctor y presbítero Antonio Ramón Vallejo (1844-1914) como el encargado de la institución. Transcurrieron seis meses para recopilar y ordenar el material necesario para proceder el 27 de agosto a la inauguración de la misma en los amplios salones de la que fuera la Universidad Nacional. El discurso principal lo dio Ramón Rosa, Secretario General de Gobierno quien expuso lo siguiente:

Se abre la primera biblioteca pública y Honduras entra de lleno por los amplios senderos del futuro abierto por los libros y la ciencia…Este modesto establecimiento encierra las más grandes promesas del porvenir; y esas promesas serán cumplidas porque nunca se pierden los destinos históricos; y si no, notad inflexible cumplimiento: el siglo XV fue el siglo del renacimiento en el arte y de los descubrimientos en América; el siglo XVI, fue el siglo de la reforma, de la emancipación de la conciencia; el siglo XVII fue el siglo de la filosofía, de la reacción contra el aristotelismo. El siglo XVIII fue el siglo de la crítica, y de la restauración del humano derecho; y el siglo XIX, este gran siglo, es el siglo de la ciencia positiva, de la ciencia que sustituye la razón al dogma, el saber a la fe que no sabe; ….

Y, ¿sabéis cuál es el templo donde el hombre se eleva más, y donde brilla con mayor esplendidez la idea de su inmortal espíritu? Ese templo es la Biblioteca, que en lo porvenir, encerrará el Pontificado de los sabios, único poder espiritual que dominará sobre la conciencia….

La biblioteca nacional abrió sus puertas con los libros que poseía la biblioteca de la universidad, editados la mayoría de estos en latín, el doctor Marco Aurelio Soto donó parte de su biblioteca particular (309 volúmenes), del Ministerio del Gobierno se recibieron anales, boletines y memorias, también fueron donantes los señores General Enrique Gutiérrez, Francisco Bardales, Miguel Ugarte y Manuel Sequeiros, la Universidad de Chile y Montevideo también contribuyeron a enriquecer el fondo bibliográfico. Otros libros se adquirieron mediante la compra de 403 volúmenes de varios autores españoles,

Finalizando el siglo XVIII se realizaron varios cambios, uno de ellos fue en 1889 cuando el doctor Vallejo separó la Biblioteca del Archivo, trasladándose éste a una sala en el edificio del Cabildo Municipal o Casa Consistorial.

El 16 de marzo de 1897 se aprobó el Reglamento Interno de la biblioteca, el cual fue formulado

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