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CALLE Y DESTIERRO


Enviado por   •  4 de Septiembre de 2012  •  1.440 Palabras (6 Páginas)  •  504 Visitas

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Introducción:

Interpretar el mundo, desde otra perspectiva, se resume en poder trascender desde las dinámicas académicas y teóricas a una incidencia o intervención social, que pueda representar un modelo de formación, más tangible, concreto y eficaz, a través entonces del despojo temporal de cualquier línea teórica o política, para así facilitar que la sociedad nos permita visibilizar una realidad, que abruma, absorbe, pero que es evidente y además, imposible de omitir por mucho más tiempo.

En un país como Colombia, donde la incidencia social por parte del Estado, resulta mínima, por no decir que nula, se refleja en escenarios como la calle, y presenta en grandes medidas, problemáticas sociales que poco a poco degeneran el tejido social. En ésta ocasión el referente de análisis a partir de una experiencia personal, serán la exclusión social que se manifiesta a través de las personas en situación de calle y el fenómeno que conlleva esta problemática en otros individuos.

Calle y destierro:

Cuando los locales bajan sus puertas y rejas, los cartones y costales se mueven a un lado, para que aquellos cuyos cuerpos están cansados y sucios se levanten con el ánimo de encontrar y vivir esa ciudad nocturna que emerge con otro ritmo y otra esencia. El mundo minúsculo que ahora habitan les permite conocer y reconocer, entenderse como parte de la calle, como aquel desterrado y olvidado en el día, pero que en la noche sale a debutar, por un pan, por bazuco o heroína.

La Medellín nocturna, en especial en el sector del Centro, pareciera marcar los márgenes de diferencias con la ciudad diurna. Este espacio, ha tenido que soportar el peso y ruido del tumulto en el día, y el quejido y atentados contra sí mismos en las noches. Pues bien, es ahí mismo donde se conjuga y se funda la sociedad de los habitantes de la calle, hasta el punto de reconocer que la droga, la prostitución y el alcohol, son la razón para que muchos se jueguen la vida.

Es esa cara de la ciudad, la que asombra, pues se hace muy difícil entender porqué y de qué manera se ha hecho tan sencillo para la gente, naturalizar dicha problemática y permitir que la imagen de una persona cuya vida siempre corre peligro y no posee los elementos básicos para una vida digna, se conviertan en parte del paisaje y no en un elemento que necesita ser estudiado, acompañado y en especial, solucionado. Son ciudadanos, personas igual que nosotros, pero que por diferentes circunstancias de la vida, han tomado una decisión, impulsados a veces por más problemáticas, pero que a fin de cuentas, los deja en un estado de vulnerabilidad y exposición al peligro frecuente.

Las actividades que diversos grupos o colectividades han realizado en pro de los habitantes de la calle, como los aguapaneleros, en esta ocasión, están enfocados en permitirles entender que realmente son importantes para alguien, que su existencia sí es inherente a las dinámicas de acción de la gente, que a pesar de que existan grandes números de personas dispuestas a pasar por encima de ellos, ignorándoles y humillándoles, también hay muchas personas deseosas de brindar una mano en momentos críticos; de acompañar en medio de la soledad; alimentar cuando nadie ha notado su presencia y les ha excluido. Tan sencillo como el poder entender a toda la humanidad, como una familia, que a pesar de las diferencias y problemáticas, siempre deberá apoyarse y sentirse desde el amor al prójimo.

Reconocimiento:

En el tratado de DD.HH se dejó constituido ya hace 59 años, en el artículo 25 “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios..." Por tanto el Estado o Gobierno Colombiano deberían hacerse responsables de dichas problemáticas que deben enfrentar grandes porcentajes de sus ciudadanos, pues si realmente existiera una intervención social y trabajo de campo con ellos, no se nos haría tan ajena la democracia, y entenderíamos todas las problemáticas como algo que nos incumbe a todos, sin importar raza, sexo, religión o clase social, pero el entorno en que convivimos lo único que nos ofrece es un

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