Caridad

En este ensayo realizare un análisis acerca de la caridad, compartiendo algunas vivencias y tratando de llegar a una conclusión del por qué de la reciente falta de voluntad en la población de ser personas bondadosas.

Quisiera pensar que en el ser humano aun existe un instinto natural de cooperación y tendencia al desarrollo plural, pero obstruido u opacado por el estilo de vida por el que nos encontramos sometidos actualmente.

Es buen sabido por cualquiera que tenga un mínimo conocimiento en los sistemas económicos, políticos, sociales y demás tipos de organización mundial, que la estructura en la que nos encontramos inmersos actualmente demanda un interés prioritario a cuestiones económicas y materialistas, dejando de lado las relaciones familiares, comunitarias y el aspecto afectivo y cooperativo en si.

En mi caso mi preparación académica en el sistema superior tuvo mucho que ver y definitivamente estoy usando en este ensayo conocimientos que me han sido transferidos por este medio.

La idea surgió de mi reciente experiencia bastante satisfactoria al realizar esta acción que debería ser de lo más común y vista es la sociedad actual. Sin embargo, lejos de esto, si logras presenciar como una persona brinda a otra cualquier clase de apoyo, bueno, considérate afortunado.

Claro que haber visto a mis padres ocasionalmente regalar una moneda a aquella persona dedicada a tratar de conseguir una muestra de humildad de parte de los pasajeros en los autobuses, influyo en gran parte para decidirme por este tema.

Más adelante planeo abordar y exponer mi opinión acerca de cómo, al igual que a mí, que la familia, en especial los mayores, practique costumbres de esta naturaleza, aun sin la intención de servir como ejemplo, influirá potencialmente en la facilidad con la que los pequeños podrán regalar una moneda a alguien que la necesite.

Todo lo que la familia puede contribuir a las raíces de los nuevos ciudadanos, afectara, fortalecerá y favorecerá en un futuro la facilidad e iniciativa de buenas acciones.

Yo por ejemplo, influyo directamente la actitud de mis padres, el problemas es que hasta hace muy poco este impulso se había visto opacado por descuidos cotidianos.

Respecto a cómo recuperé tan maravillosa costumbre:

Hace unos días caminando por la calle sucedió algo inusual, al menos algo que no había visto suceder recientemente, al pasar por una calle común no pude evitar prestar atención a una señora, estaba pidiendo limosna, y yo simplemente seguí caminando. Después de alejarme algunos pasos de donde se ubicaba, me detuve, busque en la bolsa de mi pantalón y le di la primera moneda que pude alcanzar. Fue impactante y a la vez bastante triste notar como, incluso esta misma persona, y las personas que lo percibieron mientras seguían caminando, esto parecía algo extraño.

La gratitud con la que ella recibió mi insignificante (numéricamente) ayuda, realmente me conmovió y fue lo que detonó esta actitud y reflexión interna acerca de cómo nos hemos vuelto unos seres decepcionantemente egoístas, hasta llegar al punto en el que un miserable peso nos duele y nos es, de una manera exagerada, difícil de regalar. Un miserable peso.

Dentro de mi vocabulario no existe una palabra que pueda definir la grata satisfacción que te genera saber que, más allá de lo que realmente ayudas a una persona con una cooperación voluntaria, estas entregando esperanza, estas marcando una diferencia ante un ser humano que probablemente atraviese días terribles e interminables.

Por supuesto que cualquier miembro de la clase baja y hasta media atraviesa, en especial esta reciente temporada, un decremento económico significativo, obligándonos a reducir costos de muchas maneras pero es una total y absurda mentira sugerir que no puedes tomar una simple moneda y por una vez al día, crear esperanza, tan simple y tan fácil como eso.

Con algo tan inofensivo como tomar algunos pesos de tus apretados recursos y regalarlos como muestra de apoyo, de hermandad, recordándole

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