Ciudades Modelos

En el ambiente nacional se habla de este tema, cada vez con mayor intensidad y con creciente preocupación; eso de ciudades modelo, se torna acuciante, parece como de novela, atractiva, fascinante, melosa, no deja lugar a ver que dentro del panal de rica miel, están las laboriosas abejas que pueden inquietarse al primer movimiento e hincar su punzante aguijón en el cuerpo de la patria y sus habitantes.

No es esta la primera experiencia que vamos a tener, como dicen algunos olvidadizos o desinformados propagandistas de la idea de un profesor Romer, norteamericano por cierto; ya en el pasado reciente, no muy afortunado que se diga, sin los gallardetes, flautas, pitos y chirimías, con que se anuncian las ciudades fletadas del Congreso de don Juan Orlando Hernández, con el aplauso del Presidente Lobo Sosa, tuvimos por 100 años el enclave bananero en las mejores tierras de la costa norte; era nada más y nada menos, la otra república en el territorio hondureño, la república bananera, con puertos, terminales aéreas, vías y medios de comunicación y autoridades en su mayoría representadas por extranjeros; la capital de ese auténtico centro de poder, era La Lima, para aquel entonces aldea de San Pedro Sula, dividida por el río Chamelecón y por el poder del dinero, en Lima Vieja y Lima Nueva; la primera Lima Vieja estaba llena de cuarterías inmundas, asiento de cantinas, estancos y burdeles, era la expresión inocultable del florecer de la pobreza y la miseria, en la cual hacía gala de su poder omnímodo el comandante cariístia Guayo Galeano, de ingrata recordación; los trabajadores, chapeadores de finca, cortadores y cargadores de plátanos, veneneros y otros de igual categoría, vivían amontonados en incómodos barrancones; al otro lado del río a pocas cuadras, Lima Nueva, capital del imperio bananero, ostentaba la riqueza y el poder, lujosas y amplias residencias, vehículos de lujo, hotel y club para la distracción y el buen vivir de los altos empleados; hospital, clubes, instalaciones para el deporte y hasta otro idioma; no era nada fácil llegar donde un mandador de finca; era más fácil ver a Carías y más tarde a Gálvez, que tener una entrevista con el superintendente de la bananera; y vaya rara coincidencia que esas concesiones para salvar a Honduras, fueron hechas por el general Manuel Bonilla, fundador y principal ícono del Partido Nacional, para corresponder a favores que los gringos le hicieron para llegar a la Presidencia.

No nos van a convencer concancioncitas y falsos argumentos tirados de cabellos lisos y cortos, que la única forma de llevar bienestar al pueblo hondureño, que llama desesperado por acciones realistas y concretas del gobierno del humanismo cristiano, son las ciudades modelo que ya en Madagascar fueron la causa principal para la caída del gobierno, cuyo presidente desbordaba de entusiasmo por entregar fracciones de su patria a los inversionistas reales y ficticios que hacen

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