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Desde Linz A Tsebelis: ¿Tres Olas De Estudios Presidenciales/parlamentarios? ROBERT ELGIE


Enviado por   •  26 de Mayo de 2013  •  1.912 Palabras (8 Páginas)  •  721 Visitas

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El argumento presentado en esta revisión es que estamos ahora siendo testigos de una tercera ola de estudios sobre presidencialismos y parlamentarismos desde 1990. La primera ola comenzó con los artículos de Linz. Estaba caracterizada porque sólo había una variable explicativa (el tipo de régimen) y una variable dependiente (el triunfo de la consolidación democrática). La segunda ola comenzó alrededor de 1992-1993 y en ella hay más de una variable explicativa (usualmente el tipo de régimen, sumado al sistema partidario y/o a los poderes de los liderazgos) y usualmente una variable dependiente distinta (el buen gobierno –good governance- como opuesto a la consolidación democrática). La tercera ola esta formada por más teorías generales de ciencia política y en ella los respectivos meritos del presidencialismo y el parlamentarismo no son necesariamente el único enfoque del trabajo.

Este informe permanece estrictamente dentro del canon del institucionalismo y trata sobre todo las consecuencias de la elección institucional de los regímenes presidenciales o parlamentarios.

La primera ola de estudios sobre Presidencialismo y Parlamentarismo: los artículos de Linz.

El marco de ese trabajo era que el parlamentarismo era el sistema que más probablemente conduce a una consolidación democrática exitosa. Linz establece que los regímenes presidenciales tienen dos características particulares: la legislatura y el ejecutivo son los dos directamente elegidos electoralmente y por un plazo fijo. La mayoría de las características y problemas de los presidencialismos provienen de estas dos cualidades esenciales. Los defectos y virtudes de los regímenes presidenciales y parlamentarios son intrínsecos a las características institucionales de cada uno. Es en este sentido en el cual, para Linz, hay en efecto una sola variable explicativa: el tipo de régimen.

A través de todo su trabajo Linz identifica cinco problemas generales del presidencialismo: el ejecutivo y el legislativo tienen reclamos que compiten por legitimidad; los periodos fijos de permanencia hacen a los regímenes presidenciales más rígidos que los sistemas parlamentarios; el presidencialismo fomenta un juego de suma-cero; el estilo de la política presidencial fomenta que los presidentes sean intolerantes a la oposición política; el presidencialismo fomenta el establecimiento de candidatos populistas.

A pesar de que había un alto grado de consenso sobre los defectos del presidencialismo en la primera ola de estudios sobre regímenes presidenciales y parlamentarios, tal conclusión no era compartida por todos. Por ejemplo, Sartori argumentó en contra de ambos sistemas prefiriendo una forma semi-presidencial de gobierno.

Por otra parte, quizás la crítica más fuerte a esta primera ola fue escrita por Donald Horowitz. Su argumento es significante por dos razones. En primer lugar, hizo a Linz corregir sus argumentos originales. Por otro lado, su estudio presagió la segunda ola de estudios sobre el tópico. De hecho, su principal contribución fue que enfatizó en la necesidad de enfocar en más de una variable explicativa.

La segunda ola de estudios sobre Presidencialismo y Parlamentarismo: Poderes ejecutivos, sistemas de partidos y Good Governance

Entre sus representantes se identifican Shugart, Carey, Mainwaring. El principal tema de este trabajo es que los primeros debates sobre presidencialismo y parlamentarismo fue conducidos de forma incorrecta porque se enfocaron son en las supuesta característica pura de cada tipo de régimen. Al contrario, las características institucionales fundamentales de los tipos de régimen necesitan ser analizadas en conjunto con otras variables institucionales: los poderes del ejecutivo, los sistemas de partido y/o el sistema electoral. La cualidad distintiva de esta ola es que hay más de una variable explicativa. Los escritores usualmente enfatizan en la variedad de práctica institucional que ocurre dentro de los regímenes presidenciales y parlamentarios. Otra característica importante de esta ola es que los autores se enfocaron de forma cada vez mayor no sólo en la conexión entre el diseño institucional y la consolidación democrática pero también en otras características generales del buen gobierno.

Mainwaring, haciendo énfasis en otros elementos aparte de las consideradas características esenciales de los presidencialismos y parlamentarismos, estableció que el multipartidismo y el presidencialismo hacen una combinación dificultosa. La razón es que en los sistemas presidenciales el multipartidismo incrementa la probabilidad de que tanto el ejecutivo como el legislativo lleguen a un punto muerto y exista la polarización ideológica, a la vez que hace a la formación de coaliciones entre partidos más dificultosa. Por su parte, Shugart y Carey argumentan que los regímenes con grandes poderes ejecutivos y legislativos son problemáticos y es en ellos en los cuales la autoridad sobre el gabinete es compartida entre la asamblea y el presidente. También marcan la falsa dicotomía sobre la cual se fundaron trabajos de gente como Linz: se menciona que el presidencialismo encierra un conjunto de sistemas de gobierno y las variaciones entre los distintos tipos de presidencialismo son importantes. El punto clave es que ellos argumentan que Linz y otros estuvieron equivocados en generalizar sobre las consecuencias del presidencialismo. De hecho, estos críticos establecen que tales consecuencias varían de una forma de régimen presidencial a otro como función de otras variables. Como resultado, se sostiene que la realidad de los sistemas estudiados es más compleja.

Del mismo modo, Lijphart se mantiene preocupado con argumentar que las democracias consensuadas son mejores que las democracias mayoritarias. Parte de este proyecto también incluyó el argumento de que el parlamentarismo es generalmente mejor que el presidencialismo. Lijphart trabaja con múltiples variables institucionales.

Estos autores no han tendido a argumentar que el presidencialismo es inherentemente mejor que el parlamentarismo, sino que los defectos del presidencialismo están usualmente explícitamente conocidos. En su lugar, ellos sostienen que el sistema presidencial puede operar en forma efectiva sólo si es combinado con ciertas otras características institucionales.

Otra diferencia entre esta segunda ola con respecto a la primera descansa en la elección de variables dependientes

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